Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Con simpatía y honestidad

13-Diciembre-2007    Joan Argudo
    Todavía no hemos publicado ningún comentario de la encíclica Spe Salvi que recomendamos leer con buena disposición. El autor de este artículo, cuya bienvenida damos en ATRIO, así lo ha hecho. El comentario de la encíclica que inicia hoy se limita al aspecto filosófico, qua ha sido su profesión, no deja de ser crítico como exigencia de honestidad intelectual. Seguiremos publicando otros comentarios suyos y de otros. Ya van apareciendo en revistas y son más duros que este porque la encíclica representa un cerrojazo tremendo a la modernidad y al Vaticano II.

    Carta abierta y Reflexiones sobre la SPE SALVI, de Benedicto XVI

Convencido de que sin “una disposición de simpatía no puede haber comprensión alguna”, con simpatía leí su libro sobre Jesús de Nazaret, con simpatía leí su Encíclica “SPE SALVI facti sumus” y tras releer su última Conferencia de Ratisbona, intento ahora concentrarme en el análisis en la SPE SALVI.

He de confesar que, como creyente, comparto su planteamiento inicial (1) y por tanto, también su preocupación por la problemática del mundo actual.

Diré, antes de entrar en materia, que el empujón último que me llevó a confesar públicamente mi inquietud fue cuando el párroco, el primer domingo de adviento, al finalizar la misa, nos advirtió que ya se podían comprar las plantas de navidad… que había un grupo de inmigrantes que habían las habían preparado y las ofrecían a la puerta de la Iglesia, aunque “en los chinos son más baratas, pero el hambre no puede esperar mañana”, dijo. ¿Cómo?, me pregunté, si la SPE SALVI me habla de “la Gran Esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; ese gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa.” (Pone en boca de J.Bakhita)(3)

Con “simpatía” pues, pero también con honestidad me atrevo a manifestar mis dudas y apreciaciones en cuatro ámbitos diferentes, y por este orden:

1.- Filosófico
2.- Ético
3.- Teológico
4.- Eclesial

1.- Filosófico

  • En primer lugar, no entiendo la analogía que pretende establecer entre la “dialéctica”, ciencia máxima en Platón, y la teología actual (Cfr.C.Ratisbona), sobre todo si se tiene en cuenta que a partir de Galileo el concepto de ciencia sufre variación. La “episteme” como saber absolutamente necesario, presentaba tres características fundamentales, a saber: la objetividad, la sistematización y la totalidad, pero Galileo mantendrá sólo las dos primeras y añadirá una tercera: la prueba o criterio de decibilidad, originando así una nueva clasificación de los saberes. De éstos sólo dos grupos cumplían tales requisitos: las ciencias formales y las ciencias empírico- naturales. Y esto es lo que se ha venido aceptando desde entonces.

    Habrá que tener en cuenta también que la teología, como “sermo de Deo” no es entendida de una misma y única manera, ni siquiera dentro de lo que podríamos llamar la Tradición.

    La teología sólo anteriormente a Galileo, y en sentido estrictamente aristotélico, podría aceptarse como ciencia absolutamente primera, pues tiene por objeto, cito a F. Mora, “los seres separados y a la vez inmóviles, y como lo divino si está presente en alguna parte lo está en estas naturalezas, teología o filosofía teológica resulta ser la más elevada entre todas las ciencias elevadas, es decir, entre todas las ciencias teóricas.

    Tendremos que aceptar que no es ciencia, pero sí saber, y no por ello menos válido, aunque diferente, y que algunos lo incluyen dentro del tipo de saberes axio-humanísticos y otros, dentro de los llamados críticos. Sus métodos serán el filosófico y el hermenéutico. Cfr. Joan Argudo. Ciencia, Saber o problema de Comunicación. –Ensayo hermenéutico- 1985).

    Llegados a este punto, considero necesario aclarar brevemente en qué consisten éstos:

    En general, el método filosófico constaría de los siguientes pasos:

    • 1. Analizar la pregunta o problema propuesto, es decir, aclarar qué se pregunta, definir los términos del problema, descubrir a qué se aspira.
    • 2. Informarse al respecto, casi siempre. Este paso obliga a tomar conciencia de lo que dicen las ciencias o de lo que se sabe con certeza sobre el problema planteado.
    • 3. Reflexionar con cautela, esto es, analizar con rigor y críticamente cualquier idea que vaya apareciendo, antes de aceptarla como válida.
    • 4. Razonar correctamente en la elaboración de respuestas o soluciones, es decir, usar las reglas de la lógica.
    • 5. Dialogar, esto es, intercambiar con otros las respuestas o soluciones que hayamos logrado para que éstos puedan criticarlas o darles apoyo con sus argumentos.

    El resultado de este proceso será:

    • 1- La desaparición del problema, pues una vez aclarado, el problema deja de serlo o
    • 2.- Un conjunto de ideas que aspira a la máxima racionalidad y a la verdad, una opinión que es fruto del razonamiento y que se apoya en buenas razones.
  • En segundo lugar, del método hermenéutico diremos que consiste en una interpretación de los datos de la realidad, previo conocimiento de éstos.
  • Una tercera cuestión creo necesaria aclarar: La relación entre filosofía y religión.
  • Al igual que hay ámbitos en los que coinciden filosofía y ciencia, también los hay comunes a la filosofía y religión. Son las grandes cuestiones metafísicas, a saber: el origen del mundo, la razón de la existencia humana, el sentido de la vida, la explicación del dolor y de la muerte…

    Pese a tener intereses comunes, la filosofía adopta, frente a ellos, una actitud muy distinta. La filosofía trata de hallar respuesta por medio del razonamiento y de la discusión, sin aceptar nada que previamente no haya sido analizado y sometido a crítica. El resultado siempre será abierto, dudoso y, consecuentemente, provisional. Por el contrario, la religión aporta razones concretas y definitivas que son las creencias, basadas en los dogmas. Esto no significa que el religioso no pueda experimentar la falta de certeza, p. e. las últimas declaraciones de la madre T. de Calcuta. Aun así, la religión ofrece convicciones, mientras que la filosofía dará respuestas siempre abiertas.

    Las creencias religiosas se fundamentan en la fe y no en el razonamiento. Las ideas filosóficas, por el contrario, en la razón o razones mejor fundadas, nunca pues, definitivas, ya que pueden ser dudosas, incluso falsas. Si así fuera, la persona racional tiene que estar dispuesta a corregirla o cambiarla.

    Sólo me queda excusarme por este recordatorio esquemático. Lo creí necesario como ayuda en la manifestación de mis apreciaciones, dudas e interrogantes.

  • Empiezo pues, con la primera de mis preguntas a Su Santidad
  • – ¿Por qué ese empeño en retrotraernos a la Razón Pura, dogmática, de Platón (S.III a.C.) renunciando explícitamente a la Razón Critica de Kant (1781) sin hacer mención alguna a la Razón Comunicativa de Habermas, (1929), a quien bien conoce,(Cfr.Atrio, Debate: R.-H.?

    –¿ No pensará, estoy seguro, que los esfuerzos de tantos grandes hombres, en un tiempo notablemente largo: del siglo III a.C. al XXI, han sido inútiles?

    –¿Con qué intención lo hace?, pues nunca nadie escribió por escribir.

    –¿Por qué con sus discursos reabre viejas querellas ya resueltas?

    –¿Qué quiere decir con las expresiones: “Esta claro”; “es evidente”; “esto prueba”; “esto demuestra”; “sustancia”; “contradicción” …..etc. ¿A qué disciplina se refiere, a la ciencia o al saber? Y si a éste, a qué tipo: ¿filosofía o teología?

    Convendrá conmigo pues, que para “la comprensión” deseada, no basta “simpatía” sino, primero y fundamentalmente, hablar el mismo lenguaje y de lo mismo.

    Que yo sepa, Platón, en contra del relativismo de los sofistas, intenta demostrar que el conocimiento científico era posible. Para explicarlo, vendrá a decir que si la ciencia tiene por objeto el ser permanente y éste no se encuentra en este mundo sensible, tendrá que existir en otro. (Fedón 78, d) y, paralelamente, establecerá dos grados de conocimiento: la ciencia y la opinión (.República.534, d)

    Es Kant, quien someterá a crítica, a juicio, a la razón para averiguar qué posibilidades tiene de hacer ciencia. Sólo el entendimiento podrá hacerla, pues sus “a priori”, las12 categorías, resultan ser eficientes al tenar la posibilidad de ser aplicadas a una realidad empírica, fenoménica. No así la razón pura, aunque lo pretenda, pues, su “a priori”, la idea de Dios no puede ser aplicada a Dios como realidad empírica. Una cosa es pretender y otra conocer. La metafísica no puede ser ciencia.

    Sin embargo, Vd., sin argumentación alguna, rechaza a Kant y elige quedarse con la razón pura, dogmática de Platón, sin ni siquiera tener en cuenta la crítica que ya le hace su discípulo Aristóteles, cuando le viene a decir que para explicarse este mundo tiene que inventarse otro, ¡qué complicado¡

    Pero es que además, omite hablar de una parte muy importante y conocida de Platón, como es la dialéctica, como proceso largo y difícil para salir del mundo de las sombras (sentidos) al de la luz (Ideas puras). (Cfr “ Mito de la caverna”.La República, VII.).

    Como a Vd., parece importarle más la Meta que el camino, prefiere hablarnos de la Idea de Bien, de la Idea de Amor, de la Idea de Belleza , en definitiva, de la “Gran Esperanza”, “yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa, dirá Josefina Bakhita (SPE SALVI, 3)

    “La fe otorga a la vida una base nueva, un nuevo fundamento….la confianza en la renta material, queda relativizado” (¡literal¡), (Cfr. SPE SALVI, 8 )

    No quiero terminar este capítulo, sin hacer una mera alusión a “la figura de Cristo como el verdadero filósofo”, (6). Sólo diré que yo no quiero “contradecirle”, pero, si no le he entendido mal, quien se contradice es Vd. mismo, pues Cristo sólo podría ser filósofo en su condición de hombre. Por tanto, si Vd. se empeña en hablarme sólo de Cristo como Dios en sí mismo, es decir, como Idea Pura, me lo tendrá que explicar. Sus elucubraciones puramente especulativas me recuerdan a “la ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse que volaría mucho mejor aún en un espacio vacío…..Así Platón se atrevió a ir más allá de los sentidos, volando en el espacio vacío de la razón pura por medio de las alas de las ideas.” (Kant, O.C.B9)

    Es normal pues, que rechace a Kant de entrada. Lo que no es tan normal, es que lo haga sin argumentos.

    Kant además nos previene de los abusos de la razón dogmática. “La crítica no se opone al procedimiento dogmático de la razón en el conocimiento puro de ésta en cuanto ciencia (pues la ciencia debe ser siempre dogmática, es decir, debe demostrar con rigor a partir de principios a priori), sino al dogmatismo, es decir, a la pretensión de avanzar con puros conocimientos conceptuales (los filosóficos) conformes a unos pricipios –tal como la razón los viene empleando desde hace mucho tiempo-, sin haber examinado el modo ni el derecho con que llega a ellos. El dogmatismo es, pues, el procedimiento dogmático de la razón pura sin previa crítica de su propia capacidad” (Kant, Crítica Razón Pura, B XXXVI).

    En el B XXXIV nos dirá que “Sólo a través de la crítica es posible cortar las mismas raíces del materialismo, del fatalismo, del ateísmo, de la incredulidad librepensadora, el fanatismo y de la superstición” .

    “El dogmatismo- dirá J .A .Marina - está muy cercano al prejuicio y a la superstición. Aparece cuando una previsión queda invalidada por la realidad, a pesar de lo cual no se reconoce el error sino que se introducen las variaciones adecuadas para poder mantener la creencia previa, que es de lo que se trata.”

    Es por todo esto por lo que, defraudado, con honestidad le digo que su actitud dogmática, en este punto, es un insulto a la inteligencia. Y como estoy en contra de cualquier dogmatismo, estoy abierto a quien me demuestre lo contrario.

    ¡Ah! Se me olvidaba: “Si el hambre no puede esperar mañana”, entonces hoy (día12), ya es tarde. El dilema moral, hoy o mañana, ya está resuelto, ¡paciencia! (Cfr. II, 35, 37) . No caviléis tanto. El dilema moral, pensar o no pensar, también está resuelto. “La figura de Cristo como verdadero filósofo” (Spe salvi 3) nos lo explica. Mientras tanto, ¡cantemos! el Salve Regina, Mater misericordia….., SPE nostra…(Cfr.III, 49), en latín, claro.

    Pero esto ya es materia del segundo punto……CONTINUARA.

    Una última primicia, para los que no la habéis leído: Comprobad, y esto sí es una EVIDENCIA, que de las 40 Notas que suman en la bibliografía, ninguna hay del Vaticano II. ¿Extraño? No, normal. Pensad que estamos hablando del siglo III a. C., y no del XX. ¿Evidencia o contradicción? La solución en las próximas entregas.

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