Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Navidad y Secularidad

30-Diciembre-2007    Francisco Margallo
    Con la claridad y sencillez que le caracterizan, el autor, sacerdote diocesano de la diócesis de Madrid, contradice de pleno lo que dijeron no hace mucho los obispos españoles: que por estar contagiados de secularizdad muchos teólogos “han sembrado la agitación y la zozobra en el corazón de muchos fieles” (Teología y secularización Marzo, 2006). Esta teología de la secularidad sí que acerca lo humano y lo divino, aclarando la verdadera Navidad.

La página secularizada de la historia que vivimos hoy es también Historia de Salvación, pertenece al Dios de la Historia y como tal hemos de saber aceptarla sin enmendar la plana a Dios.

Puede decirse sin miedo que la secularización está en consonancia con la encarnación de Jesucristo, Dios secularizado, con sus palabras y sus gestos. El aparece ante las instituciones más religiosas de su tiempo, escribas y fariseos, como un hombre secularizado. Su actitud, efectivamente, ante la ley del sábado, los sacrificios del templo y la prioridad que da al sacramento del hombre/mujer en la parábola del buen samaritano (Lc 10, 2937) es suficiente prueba de ello.

Entre los valores positivos de la secularización que podemos constatar ya hoy se encuentra el habernos hecho tomar conciencia de que el centro de verificación de la fe bíblica no se encuentra en Dios, sino en el hombre y la mujer imágenes vivas de Dios (1 Jn 4; Mt 7, 21).
Gráficamente se puede explicar esto diciendo que la secularización ha tenido el acierto de hacernos valorar más los templos vivos de carne y hueso que los templos de piedra, en definitiva templos muertos. ¡Qué tardos hemos sido para creer con verdadera fe, porque podíamos habernos ahorrado muchas catedrales!

El hombre/mujer secularizado de hoy muy sensible a los derechos humanos (que son derechos divinos) no duda en pasar de largo del templo, pero se muestra solícito para acudir a cualquier camino donde haya un hombre caído. Todos los movimientos actuales de liberación y reivindicación de derechos fundamentales son buena prueba de ello.

La secularización, además, nos revela hoy la imagen antigua y siempre nueva de Dios metido de lleno en la historia de su pueblo. La encarnación del Hijo es la proclamación más fuerte de este modo de actuar y ser de Dios. Signo de esta actitud secularizada del Dios bíblico es que, a diferencia de los dioses paganos conformistas con los sacrificios rituales de los que explotan y oprimen a los pobres, él valora únicamente el sacrificio existencial, es decir, el que se apoya en la justicia y el servicio al pueblo (Am 5, 21-24), en eso se distingue de los demás dioses (Ez 34-27; Sal 82). Lógicamente sólo le conoce el que practica la justicia y el derecho.

Con la nueva teología surgida del Vaticano II podemos afirmar que la fe sale beneficiada con la secularización y, a su vez, el mundo logra ser lo que propiamente es, un mundo libre y autónomo.

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