Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

África nos interpela

18-Enero-2008    Honorio Cadarso

Pensamos en África en clave de misiones, ONGs, inmigración…Pero casi nunca en clave de intercambios comerciales o inversiones. Vaya un botón de muestra. El año pasado, un periódico de Bilbao trazaba el mapa de inversiones vascas en el mundo: Euskadi, una tierra tan fecunda en misioneros y misioneras, tiene inversiones y empresas en cuatro de los cinco continentes; ¿sabéis qué casilla queda a cero? ¡La de África!

El artículo del Director de Le Monde Diplomatique que incluimos a continuación toca a rebato: China está a punto de arrebatar a Europa el primer puesto como proveedor del África subsahariana y en 2010 habrá desplazado a USA del primer puesto como cliente de ese mismo continente. Europa se plantea afrontar este doble reto y mantener sus posiciones de fuerza en el África negra.

Hoy por hoy, España apenas cuenta en esta batalla. A parte de misioneros y ONGs, en África no tenemos casi nada más. Y sin embargo, la economía española tiene mucho que ofrecer a África y puede recibir mucho de ella. La presencia cada vez más numerosa de inmigrantes nos brinda una oportunidad: hacer de ellos valiosos intermediarios o promotores de empresas mixtas hispano-africanas, de intercambios comerciales y de capitales, de abrirles cauces para invertir sus ahorros en la creación de empresas allí, en la exportación de tecnología de aquí al continente negro… Hay un “boom” de la construcción en el África occidental; las frutas tropicales, el mango, ananas, bananas, etcétera, se pudren en los árboles porque no hay tecnología ni capital para hacer conservas vegetales y zumos, no hay plantas frigoríficas, hay tierras sin cultivar, que podrían transformarse en regadíos… Hay mil posibilidades, cualquier inmigrante nos hablará horas y horas de los recursos que se están desaprovechando en su país.

Cabe esperar que el Gobierno de Madrid apoye dentro de la UE un acuerdo comercial más justo que el que se ha intentado colarles en diciembre de 2007, que tenga en cuenta el desnivel actual entre Europa y África y promueva un proceso de acercamiento del nivel de vida en ambos continentes. A algunos les puede motivar el interés y la rentabilidad; a otros nos debería estimular el empeño en arrancar a todo un continente del abismo de la miseria y de las garras de los “negreros”.

Los temas aduaneros conllevan un trasfondo a tener en cuenta: una igualdad matemática en los intercambios comerciales haría imposible la competencia de los productos africanos con los europeos. África necesita proteger sus propias producciones hasta alcanzar un nivel mínimo de tecnología y organización industrial, y por ello necesita barreras aduaneras. Un león y un cordero no pueden competir en igualdad de condiciones…Pero detrás hay una trampa: los derechos de aduana revierten en las arcas de estados en los que la corrupción campa por sus respetos; desde las más altas instancias de los gobiernos hasta el último empleado de aduanas, muy pocas manos están limpias. Es decir, que los ingresos aduaneros apenas inciden en el nivel de vida de la población.

Tal vez el gobierno de España es sabedor de que las ofertas de trabajo que presenta en Senegal, o en otros países emisores de inmigrantes, son subastadas en la calle a precios que pueden alcanzar precios de miles de euros por un solo contrato. Habrá que convivir con esas lacras, y ayudar a África a combatirlas. Los ángeles negros sólo existen en los cielos de Antonio Machín; del cielo para abajo, nos disputamos el corrusco a cara de perro… En África y en Europa…

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    AFRICA HA DICHO NO

    Por Ignacio Ramonet, Le Mode Diplomatique

Así pues, con gran perjuicio para la arrogante Europa, ha ocurrido lo inimaginable: en un arranque de orgullo y rebelión, África, a la que algunos creían sumisa a fuerza de empobrecida, a dicho “no”. No a la camisa de fuerza de los acuerdos de partenariado económico, APE. No a la liberalización salvaje de los intercambios comerciales. No a estos últimos bandazos del pacto colonial.

Ha ocurrido en Lisboa, este último diciembre, con motivo de la cumbre U.E.-África, cuyo objetivo era forzar a los países africanos a firmar nuevos acuerdos comerciales, los famosos APE, antes del 31 del diciembre de 2007, en aplicación del acuerdo de Cotonu (junio 2000) que prevé el fin de la convención de Lomé (1975). Según ésta, las mercancías procedentes de las antiguas colomias de África (y las del Caribe y el Pacífico) entran en la Unión casi sin derechos de aduana, a excepción de productos que pudiesen afectar a los productores europeos, como el azúcar, la carne y la banana.

La Organización Mundial del Comercio –OMC– ha exigido el desmantelamiento de estas relaciones preferenciales, o su sustitución –único medio, según la OMC, de preservar la diferencia de tratamiento en favor de los países africanos– por acuerdos comerciales basados en la reciprocidad. La Unión Europea ha adoptado esta segunda opción, el libre cambio integral camuflado bajo la apelación APE: acuerdos de partenariado económico.

Dicho de otro modo, lo que exigen los Veinte y Siete de los países de África (y del Caribe y del Pacífico) es que acepten dejar entrar en sus mercados a las exportaciones (mercancías y servicios) de la Unión Europea sin derechos de aduana.

El presidente senegalés, Andulai Wade, ha denunciado este “forcing” y se ha negado a firmar. Ha pegado un portazo. El presidente de África del Sur, Thabo Mbedi, le ha secundado inmediatamente. En esta reacción, Manibia igualmente a tomado la valiente decisión de no firmar, cuando un eventual aumento de los derechos de aduana de la Unión Europea sobre su carne de bovino marcaría el fin de sus exportaciones y la muerte de este filón de la economía de este país.

Hasta el presidente francés Nicolás Sarkozy, el mismo que tuvo unas palabras harto desafortunadas en Dakar en julio de 2007, ha dado su apoyo a los países más opuestos a estos tratados leoninos: “Estoy por la mundialización, estoy por la libertad, pero no por el expolio de países que, por otra parte, ya no tienen nada” ha dicho.

Esta movida contra los APE, que suscitan al sur del Sahara una inmensa oleada de inquietud popular y una intensa movilización de los movimientos sociales y las organizaciones sindicales, ha dado resultado. La cumbre se ha terminado con una certificación del fracaso. José Manuel Barroso, presidente de la Comisión europea, se ha visto obligado a ceder y a aceptar la reivindicación de los países africanos de continuar el debate. Él mismo se ha comprometido a retomar las negociaciones en febrero próximo.

Esta crucial victoria de África es un signo suplementario del momento favorable que está experimentando este continente. En el curso de los últimos años, los conflictos más mortíferos se han terminado (solo quedan los de Darfour, Somalia y el este del Congo), y los avances democráticos han sido consolidados. Las economías siguen prosperando –aunque las desigualdades sociales persisten– y vienen siendo pilotadas por una nueva generación de dirigentes jóvenes.

Otro punto de referencia, para terminar: la presencia de China, que, invirtiendo masivamente, está a punto de desplazar a la Unión Europea del primer puesto de proveedores del continente africano y que, por otro lado, podría convertirse, a partir de 2010, en su primer cliente, por delante de los Estados Unidos. Queda ya lejos el tiempo en que Europa podía imponer desastrosos programas de reajuste estructural. África se rebela de ahora en adelante. Tanto mejor…

Y yo diría que las misiones, las limosnas, las ONG, las remesas de los emigrantes africanos deben ceder el primer puesto en las relaciones con África a los intercambios comerciales en condiciones de verdadera igualdad. Todo eso es necesario para Africa, pero debe quedar en segundo plano.

    Más información sobre los problemas que surgirían de un asimétrico libre intercambio con África puede verse en la publicación Canarias7

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