Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

JUAN MASIÁ: “Mi cese atenta contra los derechos humanos”

25-Febrero-2006    Atrio

Juan Masiá ha concedido una entrevista a 21RS-LA REVISTA, en el número de marzo. No sabe uno si admirar más la ya conocida lucidez y libertad de Masiá o la de esa magnífica revista -que se vende en los quioscos. ¡Pidámosla en el nuestro!- y que continúa la tradicional Reinado Social de la Congreghación de los Sagrados Corazones. ¡Una brisa fresca de esperanza en la Iglesia española!.

Le acaban de echar de su puesto de director de la Cátedra de Bioética de la Pontificia de Comillas. Pero Juan Masiá no sabe ni quién ni cómo ni por qué. Lo que sí sabe es que no le dejaron ni defenderse. Pero a pesar de todo conserva la calma y la sonrisa. Y asegura que no callarán su voz. “Por dolerme la Iglesia, me siento obligado a decir lo que pienso”.

-¿Cómo se siente tras haber sido fulminantemente destituido?

Desamparado. No se siguió conmigo el debido procedimiento, con la consiguiente lesión de derechos humanos. Oficialmente, no sé ni quién ni cómo ni por qué me cesaron. No puedo probar que el cardenal Rouco, monseñor Romero Pose o el cardenal López Trujillo hayan intervenido. Lo dicen mis compañeros y parece evidente, pero no lo puedo probar. Todo se hizo sin papeles oficiales, para no dejar huellas.

-¿No pudo defenderse?

En absoluto. Ha sido un proceso absolutamente injusto. Y me duele no sólo por mí, sino sobre todo por el palo a Comillas y a la Cátedra de Bioética, que ya se quisieron cargar en época del padre Gafo con insidias de los mismos que ahora me condenan a mí.

-Suena a despido improcedente

-Si esto fuese el despido de un seglar y lo llevase a los tribunales, lo ganaría claramente.

-¿Se lo esperaba?

Se veía venir, sobre todo por haber osado salir a los medios, la auténtica bicha para muchos eclesiásticos.

-¿Había tenido algún problema anteriormente con Roma?

Me denunciaron tres veces a la Congregación de la Doctrina de la Fe, que presidía el entonces cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI. Y las tres veces salí absuelto.

-¿Por qué ahora sí lo condenan?

Porque ahora mi obispo no es el de Osaka, sino el cardenal Rouco Varela. Lo que dije y escribí aquí ya lo había dicho y escrito durante mi estancia de más de 25 años en la Universidad Sofía de Japón. Allí, los obispos japoneses lo publicaban en su boletín.

-¿Ha intervenido el Papa en su condena?

Un Papa no tiene tiempo para esas cosas. Eso se cuece con llamadas telefónicas entre el secretario de la Conferencia Episcopal, Martínez Camino, Rouco y López Trujillo. Y ellos toman la decisión de presionar a la Compañía para que me cese.

-¿Cuáles son las razones de fondo que hay detrás de su cese?

A mi juicio, tres. Una política: buena parte de la Conferencia Episcopal adopta una postura beligerante e identificada con la ultraderecha a través de la Cope y no consiente que alguien critique esa postura. La segunda razón es ideológica: asumir el disenso, no de la Iglesia sino en la Iglesia, es admitir un pluralismo que ni Rouco ni Cañizares, arzobispo de Toledo, toleran.

-¿Y la tercera razón?

La mediática. Si no hubiese salido en los medios hablando de moral sexual, no habría pasado absolutamente nada. El precio que exigían para no destituirme era no salir jamás en los medios. Si me callo, sigo en mi cargo hasta los 70.

-También le acusan de escandalizar a los fieles.

Por miedo a escandalizar a tres o cuatro, mantienen a la Iglesia infantilizada. Actuando así, la Iglesia pierde credibilidad hacia fuera y sofoca al pueblo sencillo con una carga moral insoportable. De ahí el cisma silencioso: muchos se van de la Iglesia en silencio y otros no hacen ni caso a sus normas morales.

-Otros le llaman imprudente

Por dolerme la Iglesia, me siento obligado a decir lo que pienso. Si eso es ser imprudente, hay que serlo. Otros dicen que me paso de jesuítico y de prudente.

-¿La moral en general y la sexual, en particular, son temas tabúes en la Iglesia?

En la Iglesia española hay obsesión por la moral, por el poder y por la política eclesiástica. Se preocupan más de eso que de evangelizar. De tal forma que, si un candidato a obispo pone el más mínimo pero a la moral sexual, ya no llega a la mitra. Y si llega y es como monseñor Casaldáliga, se queda en su rincón del Amazonas en Brasil, marginado por el aparato.

-¿Los obispos tienen miedo a la moral sexual?

Tienen pánico a abordar en serio la sexualidad, un tema en el que la Iglesia lleva un siglo de retraso. Saben que hay que revisar radicalmente la moral sexual, pero no se atreven ni a tocar el tema menor del preservativo. Porque detrás de la cuerda va el borrico. Y eso es lo que rechazan: el cambio tan necesario de la moral fundamental.

De hecho, a usted le condenan por defender el preservativo

Es algo cómico y anacrónico, porque el preservativo no es el problema. Se puede usar no sólo como prevención de un contagio, sino como anticonceptivo corriente, para evitar un embarazo no deseado o un aborto. Hace mucho tiempo que la teología moral seria ha superado este falso problema. Aunque diga lo contrario un dicasterio romano, el preservativo no es cuestión de fe ni de moral ni de pecado. Es cuestión de sentido común, de responsabilidad y de sentido del humor.

-¿Qué opina de la polémica de las caricaturas de Mahoma?

Que son de mal gusto y que no deberían haberse publicado. Ya sean de Mahoma, Buda o Jesús. Yo nunca le pondría unos bigotes a una imagen de Buda. Hay símbolos religiosos que hay que respetar al menos tanto como se respetan los símbolos laicos.

-¿Qué le parece la línea que está siguiendo la cadena de los obispos?

Me produce vergüenza ajena que algo tan antievangélico, maleducado y crispado como la Cope salga con el aval de la Iglesia. No me cabe en la cabeza que los obispos lo toleren. Pero si lo hacen, es porque una parte del episcopado está de acuerdo. Y si alguno dice lo contrario, lo silencian.

-El Vaticano acaba de publicar un documento en el que prohíbe el sacerdocio a los gays

Coincido en esto con el presidente de la Confer, padre Barrajón. El problema, para ordenarse, no es la homosexualidad, sino la madurez para vivir el celibato.

-Pero Barrajón se vio obligado a dar marcha atrás y desdecirse

Es muy joven. Si tuviera 65 como yo, sería más libre.

-¿Hay miedo en la Iglesia?

-Mucho. Hay miedo a todo: al marxismo, a la mujer, a los laicos, a hablar.

-Incluso en el seno de la Compañía de Jesús

En la Compañía funciona el instinto de protección. Entre nosotros, habría que tener la audacia de Arrupe.

-¿La prudencia exige, a veces, el silencio?

Callarse por prudencia es inmoral. Tenemos obligación de hablar, porque se están cometiendo auténticos atropellos. La postura de los obispos está haciendo daño a la Iglesia y al país. Y eso hay que decirlo y sin miedo.

-Da la sensación de que la Iglesia no es una institución intelectualmente habitable

En España, no. En Japón, sí. Allí, la Iglesia no es beligerante y, por eso, no hay anticlericalismo. Aquí el ateo es antiteo. Allí, el ateo es ateo de verdad. Por eso, cada vez que la Iglesia en España dice no a algo, suscita la reacción laica contraria.

-¿Por eso critica usted la presencia de los obispos en manifestaciones callejeras?

Eso no tiene ni pies ni cabeza. El papel de la jerarquía no es identificarse con la ultraderecha. ¿Por qué no se manifestaron contra la guerra o contra la pobreza? Como creyente, ver a algunos obispos en la manifestación contra los gays me dio vergüenza ajena.

-¿Qué piensa de la encíclica del Papa?

A lo mejor tiene valor por lo que no ha dicho. A muchos les hubiese gustado que condenase a diestra y a siniestra, pero él deja cabos sueltos. Gran novedad no es lo del amor. Lo que hace falta es practicarlo.

-¿Nos va a dar sorpresas el Papa Ratzinger, como dicen algunos?

Quiero seguir dándole un voto de confianza. Está claro que lo han elegido para que nada cambie, pero también es sabido que Ratzinger sujetó a Juan Pablo II, que quería proclamar la infalibilidad de la doctrina sobre el sacerdocio de la mujer o sobre los anticonceptivos. Indicios que llevan a la esperanza.

-Kolvenbach va a renunciar en 2008

Ya quiso hacerlo en tiempos de Juan Pablo II, pero ni la Curia ni el Papa le dejaron. Benedicto XVI, en cambio, le dio luz verde. No hay que hacer un mito de lo vitalicio.

-Pero crea un precedente para el propio Papa

Es que el Papa también debería dimitir. Una persona llegada a una determinada edad ya no puede gobernar.

-Juan Pablo II no quiso a la Compañía

Durante su pontificado hemos estado marginados, mientras se favorecía a los movimientos neoconservadores.

-Paladines de la involución

Llevamos 25 años de retraso en la aplicación del Vaticano II, porque Roma puso en marcha la estrategia de la marcha atrás, de la imposición de la eclesiología de los perdedores del Concilio.

-Una estrategia que pasa por la elección de obispos grises y dóciles

Claro. Obispos timoratos, incompetentes, mal preparados intelectualmente, miedosos y de una línea teológica anterior al Vaticano II. Hoy no tenemos un cardenal Tarancón, pero ni siquiera un monseñor Yanes.

-¿Hay dos Iglesias?

Sí y me duele, porque en España es algo que se acentúa todavía más con la crispación y, a veces, con el odio que hay entre los miembros de ambas iglesias.

-¿Tiene sentido seguir manteniendo el celibato obligatorio?

Hace ya muchos años que debería haberse ordenado a hombres y a mujeres casados, manteniendo el celibato para los religiosos o para los sacerdotes seculares que optasen libremente por él. Además, los casados lo harían mucho mejor.

-¿El poder es la gran tentación de la Iglesia?

Y su gran pecado.

Texto: José Manuel Vidal
Fotos: Juan Luis Recio

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