Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Equivocados aunque sinceros ¿Realmente sinceros?

02-Febrero-2008    Juan Luis Herrero del Pozo
    El obispo de Sigüenza ha hecho esta mañana un esfuerzo de explicación episcopal, atribuyendo a una estrategia electoral del PSOE la dura reacción contra el documento. Quien quiera puede oir esta intervención en Cadena Ser y juzgar después. Monseñor Sánchez, a pesar de su aire bonachón e inocente, no convence. En cinco horas de debate en la Comisión ¿nadie vió que era más honrado elegir, de la declaración Orientaciones Morales, otra frase sobre el terrorismo distinta (nº 65 por ejemplo) de la que decidieron publicar? ¿Por qué no recomienda a los suyos que “bajen el diapasón”? Esta nota de Juan Luis es una primera respuesta en caliente a este obispo. AD.

¿Realmente sinceros? Me refiero a los señores obispos españoles.

Desayunando me ha sorprendido la voz de monseñor Sánchez por la cadena SER. Sólo he alcanzado a oir la mitad de su intervención y ésta me ha ayudado a ser más comprensivo con la que me parecía intolerable cerrilidad de la actual campaña episcopal contra la izquierda española.

Conozco al obispo indirectamente, a través del P. Angel Moreno, capellán del monasterio de Buenafuente del Sistal (Guadalajara). Ángel me dio hospitalidad por los años 80 en el albergue de Buenafuente en media docena de ocasiones que quise sumarme a los Ejercicios espirituales que él dirigía. Yo compartía con él su honda, serena y evangélica espiritualidad además de una entrañable amistad. No he cambiado un ápice desde entonces ni en mi cariño por Ángel ni en la centralidad por el Absoluto del Dios Padre-Madre que ambos compartíamos. Ahí seguimos hermanados. Sin embargo, me alejé de Ángel. El trasfondo sobrenatural-providencialista de su teología chocó frontalmente con mi paulatino descubrimiento de la Modernidad. Ángel tenía el corazón con san Juan de la Cruz y la mente con la escolástica del siglo XVI. Yo tenía igualmente el corazón con Juan de la Cruz pero la mente con el Modernismo, hijo de la Ilustración, del siglo XXI. Si mal no recuerdo, ciertos indicios revelaron pronto nuestras diferencias ideológicas: a mi, socialista acérrimo, me resultaba extraña la devoción por las charlas semanales de Ángel en la calle Príncipe de Vergara por parte de la alta burguesía madrileña.

Ángel tenía enorme influencia en el obispo diocesano, monseñor Sánchez del que llegó a ser vicario. Es todo lo que puedo decir sobre la relación Sánchez-Moreno después de más de 10 años de distanciamiento. Pero es suficiente para que al oír esta mañana la voz del obispo de Sigüenza me sugiriera enseguida a Ángel Moreno: la reflexión del obispo defendiendo la Nota de sus compañeros me ha sonado realmente sincera aunque profundamente equivocada.

¿En qué sentido? D. José Sánchez se lamentaba amargamente de las reacciones airadas de socialistas y no socialistas contra una doctrina constante –decía- de la jerarquía. Efectivamente, de la jerarquía sí, desde los planteamientos escolásticos de la edad media, no de gran parte de la comunidad cristiana de hoy. La jerarquía ha ido tragando a duras penas las “libertades” de la Modernidad después de haber batallado con ahínco, aunque en progresiva retirada, contra cada una de ellas. La iglesia oficial no ha aceptado nunca de corazón la mayoría de edad de la sociedad, la autonomía de lo secular. Ello explica las embestidas obsesivas del papa Ratzinger contra la secularización de la sociedad. No es del todo fácil introducir una cuña en el planteamiento maniqueo de lo bueno es bueno y lo malo es malo. Si el aborto, por ejemplo, es malo, lo es siempre y en todas partes y en cualquier supuesto. Pues bien, no. Un diputado cristiano puede considerar, por hipótesis, moralmente inmoral el aborto y sin embargo no está obligado en conciencia a imponer su criterio moral a otros. Sin embargo, los obispos sí, se creen con la legitimidad y el deber de imponer ese juicio moral a toda la sociedad y de exigir al parlamento que legisle en conformidad con ese juicio moral. Y aquí es donde los obispos cometen un error tan de bulto como para merecer ser tachados de crasa ignorancia si no fuera por la ingenuidad con que defienden, como el obispo Sánchez esta mañana, su obcecación intelectual.

Vamos a ver, D. José, ¿cuál es el sentido de una ley civil, dictaminar lo que Dios quiere o, simplemente lo que dicta la ley natural? Y D. José con sonrisa satisfecha concederá: ¡Hombre, dado que no todos son creyentes, lo que dicta la ley natural! Pues mire Usted, sr. Obispo ahí le he pillado. Los diputados no representan ni a Dios, ni a la Iglesia, ni a ninguna religión, ni disponen de ningún magisterio que les dicte cuál es la ley natural ni dónde está escrita. Los diputados sólo representan a los ciudadanos de diferentes opiniones y creencias y sólo pueden recoger en sus leyes lo que facilita la convivencia ciudadana ¿Y los obispos? Pues los obispos si son ciudadanos responsables tampoco podrían legislar contra la pluralidad de opiniones…

Hay una verdad de Perogrullo que los obispos no han descubierto todavía porque perdieron el tren de la historia hace siglos, verdad que se formularía así:

    en democracia la opinión de la mayoría no es criterio de verdad
    pero no se puede legislar contra ella.

Dicho en lenguaje más técnico, una ley civil no es un juicio de moralidad sino una convención práctica para la convivencia.

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