Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Continuidad en la Conferencia Episcopal

04-Marzo-2008    Juan José Tamayo
    Hoy los obispos nombrados sin elección eligen a la nueva cúpula de la Conferencia Episcopal. La coincidencia con las otras elecciones puede sugerir la idea de que también la Iglesia es democrática. Desde luego, la actual campaña, el debate de ayer, los pronósticos… estarán presentes en Añastro, pues el fracaso del PP no podrá menos de considerarse un fracaso de la cúpula dura. Pero… ¿que renovación se puede esperar?

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CONTINUIDAD, EN ÚLTIMO TÉRMINO: ELECCIONES EN LA CONFERENCIA EPISCOPAL

Desde que triunfara el Partido Socialista en las elecciones de 2004, la jerarquía católica española expresó su más radical oposición al Gobierno de Rodríguez Zapatero, a quien declaró una guerra sin cuartel, con el apoyo del Vaticano, unas veces explícito y otras implícito, y en alianza con el Partido Popular, a quien ha superado en radicalidad en su tarea de oposición hasta adoptar posiciones de extrema derecha. Primero fue la confrontación verbal desde la cúpula de San Pedro y desde los más altos cargos de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en una campaña de gruesas y no demostradas acusaciones contra el Gobierno, al que calificaron de “fundamentalista laicista”. Acusaciones que no resistían la carga de la prueba, ya que el trato de favor de los gobernantes socialistas hacia la Iglesia católica ha superado con creces al resto de los gobiernos que le han precedido, fueran de centro, de derechas o de izquierdas. Digámoslo claramente: se trataba de una construcción ideológica sin base en la realidad.

Los obispos pasaron muy pronto de las palabras a los hechos y llamaron no sólo a los católicos, sino a toda la ciudadanía, a salir a la calle y a movilizarse en la calle en una toma de postura frontal contra la política del gobierno, yendo de la mano del Partido Popular, para demostrar la identificación entre catolicismo y conservadurismo político y, en definitiva, entre ser católico y ser de derechas. Ese fue el mensaje que quiso transmitirse con la manifestación contra el matrimonio homosexual, en la que participó una veintena de obispos junto con la cúpula de los populares.

La confrontación episcopal ha continuado durante toda la legislatura con ataques sistemáticos al gobierno y al propio Parlamento por muchas de las leyes que iban aprobándose con el apoyo de la mayoría de las fuerzas políticas del arco parlamentario, como la Ley de Educación, la nueva legislación sobre el matrimonio (el llamado matrimonio express) , la asignatura de Educación para la Ciudadanía, acusada de invadir la conciencia de los alumnos y de los padres, y la Ley de la Memoria histórica, acusada de selectiva y excluyente. Los obispos han bajado a la arena política partidista y no han tenido recato alguno en mostrar su convergencia con la derecha política. De esa manera han contribuido a radicalizar el clima de crispación reinante y a tensar la cuerda de la relación entre Iglesia y Estado: una relación de poder a poder que es la que interesa a la jerarquía católica. Y ahí radica, a mi juicio, el error del gobierno: reconocer a los dirigentes católicos y sólo a ellos, no a los de otras religiones, como un poder al mismo nivel que el ejecutivo y negociar con ellos como un poder fáctico. A decir verdad, en el pulso con el Gobierno creo que han ganado los obispos, si bien ha perdido crédito en la sociedad, que cada vez confía menos en la Iglesia católica, e incluso entre los propios católicos que cada vez se sienten más alejados de los obispos, cuyas orientaciones morales y políticas no suelen seguir.

La estrategia de la confrontación les ha resultado muy útil a los obispos, al Vaticano y a las organizaciones conservadoras dentro de la Iglesia católica, en varios terrenos: el de de la financiación, que les ha permitido incrementar sus ingresos por vía de la declaración de impuestos del 0,51 al 0,7; el de la enseñanza de la religión católica en la escuela reconocida como materia evaluable y con alternativa; el de la Educación para la Ciudadanía, que los colegios católicos han adaptado, con la autorización del ministerio de Educación, a su ideario de centro siguiendo las orientaciones del Catecismo de la Iglesia Católica. Y así sucesivamente.
En las elecciones de 2005 a la presidencia de la CEE el cardenal Rouco estuvo a punto de lograr el apoyo de los obispos para acceder a un tercer mandato. Necesitaba 52 votos, y logró 51. Lo que le excluyó de la pugna por la presidencia. La alternativa, contra todo pronóstico, fue monseñor Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao, que logró la mayoría para presidir a los obispos españoles a muy poca distancia de monseñor Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo, que fue elegido vicepresidente.

Se esperaba que el cambio de presidente contribuyera a serenar las tensas y conflictivas relaciones entre la Iglesia y el Estado. Pero fue una esperanza que enseguida se tornó vana. El clima de confrontación y de crispación no se rebajó. Durante el mandato de Blázquez se ha radicalizado hasta extremos inimaginables la estrategia episcopal frentista. Él mismo asistió, junto con cuarenta obispos, a la Concentración por la Familia Cristiana del 30 de diciembre de 2007 en la plaza de Colón de Madrid, convocada por el cardenal Rouco Varela y apoyada de manera explícita por Benedicto XVI. Los principales oradores fueron, además del papa desde Roma, el propio Blázquez, los cardenales Rouco, García-Gasco y Cañizares y el líder del Camino Neocatecumenal Kiko Argüello, que pronunciaron discursos claramente desestabilizadores. Blázquez también defendió la Nota del Comisión Permanente del Episcopado del 30 de enero, que apoyaba abiertamente a la derecha política y pedía, implícitamente, que no se votara al PSOE, entre otras razones, por haber negociado con ETA, haber dificultado el estudio libre de la religión católica en la escuela pública y haber aprobado la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Ahora se celebran elecciones a la presidencia y demás cargos de la Conferencia Episcopal, a excepción de la secretaría general. De nuevo vuelven a enfrentarse los dos contendientes de 2005: Rouco y Blázquez, que tienen una trayectoria teológico-episcopal muy similar: ambos fueron profesores de la Universidad Pontificia de Salamanca; Blázquez fue obispo auxiliar del Rouco en la archidiócesis de Santiago de Compostela; los dos mantienen una incuestionable fidelidad a Roma, muestran su admiración por el papa y se mantienen dentro de la ortodoxia vaticana. Ambos apoyan institucional y teológicamente el Camino Neocatecumenal de Kiko Argüello Los dos defienden un modelo de Iglesia jerárquico-piramidal que excluye a las mujeres de las funciones ministeriales. ¿Diferencias? Quizás en la estrategia: más rígida e intransigente, la de Rouco, menos crispada y más abierta al diálogo, la de Blázquez.

Parece que Rouco cuenta con más apoyos para ser aupado de nuevo a la presidencia. Muchos obispos han sido nombrados por Roma con su respaldo y comparten su estrategia de confrontación, entre ellos los tres últimos: su sobrino el obispo de Lugo Alfonso Carrasco Rouco, el obispo auxiliar de Madrid Martínez Camino, secretario general de la CEE, y el obispo auxiliar de Bilbao Mario Iceta Gavicagogeascoa. A esto cabe añadir que durante la última década ha sido el eclesiástico español de mayor influencia en Roma, y quizás el candidato deseado por el Vaticano. Ahora bien, salvo el cardenal Quiroga Palacios, arzobispo de Santiago de Compostela, que presidió la CEE de 1966 a 1969, todos los presidentes fueron elegidos para un segundo mandato y Tarancón para un tercero. Si se siguiera esta práctica, Blázquez tendría posibilidades de repetir. Siempre puede haber sorpresas como en las elecciones de 2005.

En cualquier caso, mucho me temo que, con uno u otro, no habrá cambios importantes, sino continuidad. Los posibles cambios en la cúpula se quedarán en simples revoques de fachada, mientras no haya democracia en la Iglesia y no se vivan los valores evangélicos, Por eso expreso mi más respetuosa indiferencia y mi fundado escepticismo hacia los resultados de las elecciones episcopales de hoy.

    [Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Desde la heterodoxia. Reflexiones sobre laicismo, política y religión (Ediciones El Laberinto, Madrid).]

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