Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

El peligroso argumento “Dios” de Gamaliel

07-Abril-2008    Mario Cervera
    Partiendo de la exégesis de un curioso texto bíblico, este joven estudiante de teología, colaborador de ATRIO, nos expone lo peligrosa que es la estrategia de acudir a la voluntad de Dios para eludir nuestra responsabilidad ante los problemas éticos, religiosos o políticos que se nos presentan.

El viernes escuchamos el pasaje de Hechos en el que se reúne el Sanedrín para decidir qué hacer con los apóstoles, arrestados por segunda vez.

Copio las palabras del fariseo Gamaliel:

    “Os aconsejo que dejéis a estos hombres en paz. ¡Soltadlos! Si lo que se proponen y hacen es de origen humano, fracasará; pero si es de Dios, no podréis destruirlo, no sea que os encontréis luchando contra Dios. Ellos se dejaron persuadir por Gamaliel”.(Hch 5, 38-39)

El texto, como ocurre con todos, se puede leer de diferentes maneras:

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    La primera, más literal, tiene un mensaje claro muy positivo: lo que viene de Dios permanece en el tiempo. Dios acompaña su creación y a sus creaturas, no abandona las obras de sus manos. Es una buena noticia saber que la presencia de Dios es permanente y sostiene lo que viene de Él. Nos invita a creer que las actividades que tienen a Dios como origen, no serán destruídas, que Dios está con su Iglesia y ésta no será destruída.

    - La segunda es menos evidente, pero me parece muy importante y actual. Cuando usamos el argumento “Dios” las personas creyentes nos solemos paralizar. “Usar a Dios” como argumento puede ser una manera de controlar a un colectivo, aunque se haga con buena intención y con efectos aparentemente positivos. Si analizamos un poco en profundidad la respuesta de los miembros del Sanedrín ante las palabras de Gamaliel podemos observar que siguieron su consejo no porque pensaran que la actividad de los apóstoles venía de Dios, sino porque “no querían arriesgarse a luchar contra Dios”, en el caso de que las actividades de aquél grupo vinieran de Él. Quizás pesó más el “no me arriesgo a la posibilidad de luchar contra Dios” que un “no quiero destruir algo que puede venir de Dios”. La diferencia es sutil, pero muy importante.

Por tanto, las palabras de Gamaliel: “¡No sea que os encontréis luchando contra Dios!” son la clave para poder entender la reacción del sanedrín de “seguir su consejo”. El uso de Dios como argumento paralizó la persecución. Y no sólo eso, sino que las palabras de Gamaliel que he citado son precedidas por estas otras: “Israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres” (Hch 5, 35) Si analizáramos desde un punto de vista sicológico la estrategia de Gamaliel, veríamos que no tiene desperdicio: el argumento “Dios” se convirtió en una manera de “controlar” a estos fieles religiosos que no querían “perder su vida” luchando contra Dios. El recurso a “Dios” les bloqueó y les hizo, también, “mirar por ellos mismos”. Y todo desde una peculiar concepción de su experiencia creyente, en la que había, supongo, “mucho Dios que purificar”.

La estrategia de Gamaliel fue perfecta:

    - les dio “donde les dolía”: usó el argumento “Dios” ante personas religiosas sensibles a ese tema.
    - lo hizo de la manera que más eficaz: apelando a una posible “lucha contra Dios”, auténtica provocación para un buen creyente.
    - usó el recurso del “mirad por vosotros mismos”, que es en el fondo otra versión de un “sálvate tú”, que refleja un comportamiento interesado.

Fue una estrategia (inconsciente) del bueno de Gamaliel, muy eficaz ante personas creyentes y muy útil en este caso concreto, ya que los apóstoles se salvaron.

En este sentido, bajo las aparentes bondad, sentido común o fe de los miembros del sanedrín al hacer caso a Gamaliel (de mayor bondad, sentido común y fe) creo que podemos decir que pudo haber, más bien, una reacción con un fondo de manipulación ante el “apelo a la voluntad de Dios”, que provocó en ellos ese “miedo blasfémico” de luchar contra Él, y que despertó un “mirar por mí mismo” (que en realidad es un ¡sálveme yo!).

Aunque la “jugada salió bien”, y aunque la actividad de los apóstoles venía de Dios y la decisión que tomó el Sanedrín fue correcta, soy crítico con esta manera de razonar y argumentar. Como estrategia (inconsciente o no) fue perfecta. Pero veo conveniente realizar un análisis crítico que pueda iluminar tendencias actuales en personas creyentes. Tiene mucho que purificar:

    - el método manipulativo de usar a Dios como argumento
    - la relación tan relativa entre “venir de Dios” y “la permanencia en el tiempo” (en el sentido de tiempo relativo)
    - la invitación a mirar interesadamente por uno mismo.

Vamos a analizar brevemente estos puntos, intentando actualizar el mensaje:

  • El método manipulativo de usar a Dios como argumento
  • Si analizamos un poco más despacio la posible improcedencia del “recurso a Dios” enseguida nos podemos dar cuenta de que el mismo argumento “venir o no de Dios” fue en el fondo la causa del asesinato de Jesús (un blasfemo nunca viene de Dios) por parte del mismo Sanedrín. El problema por tanto no es el contenido creyente de la argumentación (aparentemente digno de alabanzas), sino usar a Dios como la propia argumentación, ya que puede resultar manipulativo, los fieles se bloquean y el punto se convierte en final. No quiero decir que no haya que intentar discernir lo que viene o no de Dios, sino que se debe tener cuidado con los usos manipulativos de este recurso.

    Quizás, como en los miembros del sanedrín, también hoy, en nuestro subconsciente personal o eclesial funciona un “¡si viene de Dios, yo me tengo que callar!”, “si lo dice la autoridad lo tengo que asumir como divino… ¡yo no puedo contradecir a Dios!”. Y también quizás, como Gamaliel, a veces la Iglesia usa el recurso al “viene de Dios” como manera incosnciente de “paralizar” a los creyentes, y de zanjar los temas, aunque sea con buena intención.

    Repito que el problema entonces no es el “venir o no venir de Dios”, sino “usar el argumento Dios” como posible manera de manipular una decisión.

    Por otra parte, el argumento “Dios” hace inevitable la pregunta “¿de qué Dios estamos hablando?” Pensar si una actividad viene o no viene de Dios nos tiene que hacer preguntarnos ¿de qué Dios viene?, ¿qué imagen de Dios estoy proyectando? ¿Es mi/nuestra imagen de Dios la imagen de Dios? ¿Tiene un colectivo (por muy autorizado que digamos que sea) la exclusividad sobre el Dios verdadero? Sabemos que no es lo mismo usar como argumento “un Dios” que “otro”. Y sabemos que cuando hablamos de temas de fe, estamos proyectando imágenes de Dios, más o menos fieles a la realidad. También los cristianos (aunque sean sucesores de Pedro).

    A pesar de la necesidad de “ver la vida desde Dios” y de enfocar las cosas desde Él como criterio de discernimiento, tenemos que ser conscientes de que al utilizar el argumento “Dios” pueden venir los problemas, las manipulaciones, los abusos, los fundamentalismos, los bloqueos y rechazos de algunas personas, las sumisiones de otras, los inmovilismos y las propias inconsistencias argumentales.

  • La relación entre “venir de Dios” y la permanencia en el tiempo
  • Además del problema de usar a Dios como argumento, que acabamos de explicar, el mismo contenido argumental es muy relativo: la relación entre venir de Dios y la permanencia en el tiempo tiene sus trampas y grietas, si hablamos en términos de “tiempo relativo”. Podríamos, por ejemplo, preguntarnos:

      - En los lugares en los que no ha cuajado la experiencia cristiana (la tierra de Jesús, por ejemplo), ¿es porque no venía de Dios? (Parece ridículo el argumento, por tanto, en términos relativos)
      - Si la oposición de la “periferia cristiana” contra el centralismo, el eclesiocentrismo, el dogmatismo, un estilo poco evangélico que a veces tiene la Iglesia… se ha mantenido siempre donde hay cristianismo y, por tanto, permanece, ¿no será porque también viene de Dios esa resistencia a sospechar de un cristianismo oficial? (Ya que permanece, viene de Dios)
      - Tantas acciones humanas que parecen durar en el tiempo (siempre hablando de tiempo relativo) ¿se mantienen porque vienen de Dios? Pensemos en el neoliberalismo, por ejemplo, o en muchas acciones humanas que parecen “consagradas” y creemos que poco tienen que ver con Dios, algunas metidas hasta la médula de la misma Iglesia. Es cierto que hablamos en un tiempo relativo (histórico), y que posiblemente no permanecerán, pero en este caso hablar de tiempo absoluto (la eternidad) a la hora de discernir aspectos concretos es “no decir nada”, porque las personas tenemos que tomar decisiones que sirvan “en el aquí y en el ahora”, aunque con un horizonte de sentido que va más allá del aquí y el ahora.
  • La invitación a mirar interesadamente por uno mismo
  • El recurso al “mira por ti mismo” sigue estando muy presente en la propuesta oficial cristiana. Me parece evidente si pensamos en muchos enfoques y mensajes católicos en relación con la “salvación personal” y las insistencias sacramentales y de una determinada moral. En este sentido creo que tenemos que recuperar la visión generosa, alegre, esperanzada de “amar por el Amor mismo, por experiencia y contagio del Amor”, y de “experimentar la alegría de participar del amor samaritano, de responder con amor y de amar hasta el extremo a los más tirados de la tierra”, sin caer en un cálculo de ganar puntos para obtener la salvación, sino de llenar el mundo de amor y de justicia. Tenemos que entender la salvación como el gozo de amar hasta el extremo, como el de Nazaret, desde su manera de entender la paternidad-maternidad de Dios y la construcción del Reino.

  • Reflexiones conclusivas
    • - El “recurso a Dios” como argumento es muy peligroso si se usa como una manera de dominar o manipular, aunque sea con buena intención. Muchos cristianos se han sentido durante mucho tiempo (y todavía hoy) bajo esa premisa de “no puedo luchar contra Dios” a la hora de opinar con libertad, o de sentirse “mayores de edad” en relación con pronunciamientos y estilos de la autoridad eclesiástica, o a la hora de intentar construir el Reino desde su comprensión del Dios “del de Nazaret”. O simplemente su opinión de que “viene de Dios porque lo dice la autoridad” les hace no plantearse si realmente toda propuesta y estilo tiene olor al de Nazaret.

      - A parte del atrevimiento al “recurso a Dios”, el mismo argumento “viene de Dios” (como concreción del recurso) es muy relativo y peligroso. En mi opinión los cristianos no deberíamos usar usar el argumento “viene de Dios” de forma rotunda y fundamentalista, como en ocasiones percibimos. Este uso por parte de la autoridad eclesiástica ha sido un punto final en muchas ocasiones, es un estilo que zanja de manera violenta ciertos temas, en lugar de estimular una búsqueda compartida y fraterna de los mismos, que creo sería de gran utilidad.

      - El recurso al “mira por ti mismo” me parece egoísta y poco adecuado, y menos desde un enfoque particular en relación con un “ganarse el cielo” que convierte el amor en mero cálculo, y desde una manera peculiar de entender a Dios y de usar su nombre.

      - Por otro lado, cuando la Iglesia ha usado y usa a Dios como argumento contundente, tiene que ser consciente de que ha pronunciado, en el fondo, un “viene del Dios que nosotros pensamos en el aquí y el ahora, y en el cual proyectamos (entre otras cosas) nuestras comprensiones y manías, nuestros miedos e inseguridades… aunque sea en nombre de Dios”.

      - Para acabar, siendo verdad que las cosas de Dios permanecen, no siempre permanecen según nuestros esquemas (humanos o eclesiales). No todo lo que permanece (en tiempo relativo) es de Dios. Lo que muchas veces hace permanecer las cosas no es lo que viene de Dios, sino lo que se realiza “usando a Dios como argumento”, porque la gente ante el “argumento Dios” se paraliza, se “entrega” incondicionalmente, y esto da continuidad (aunque no sea evangélica). Con el argumento “viene de Dios” nos quedamos a veces callados y sometidos, entregados y paralizados, y con la posible clave del “sálvate tú”. Usar a Dios como argumento por parte de la autoridad puede dar aparente permanencia, pero ¿porque viene de Dios o porque un determinado argumento “Dios” nos paraliza y nos impide pensar y renovarnos?

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