Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Pablo VI y Benedicto XVI en la ONU

18-Abril-2008    Atrio

El Papa Benedicto XVI ha llegado en su viaje por Estados Unidos tal vez al punto culminante. El discurso a la Asamblea de la Naciones Unidas. Ha sido esta misma tarde, hace unas tres horas. Pero ya podemos ofrecer el texto completo del discurso. Sugiero que se lea con la mente lo más receptiva posible, pero poniéndose en el lugar del embajador de un país no cristiano.

Los que vivimos otras épocas aún recordamos la impresión que nos causó el discurso del primer Papa que fue invitado a hablar desde la tribuna de esa Asamblea, Pablo VI. Es un buen ejercicio leer también el discurso de Pablo VI y compararlos.

¿Hemos progresado los católicos, representados por el papa, en ese diálogo fecundo con el resto de naciones en estos cuarenta y tantos años?

Pablo VI se presenta con humildad, no tiene pretensión de establece doctrina absoluta, trasmite en nombre de los padres conciliares que estaban reunidos en Roma una preocupación por los más pobres anima a la igualdad de países pequeños…

Benedicto XVI habla más de cuarenta años después y se nota: habla de globalización y de cuidado de la naturaleza, es menos optimista, está preocupado por el futuro de los Derechos Humanos, busca su fundamento en la ley natural y rechaza la relatividad de interpretaciones. Pero hay un pesimismo sobre lo conseguido en estos cuarenta años. Y una de las cosas que más me ha extrañado es si dice con rigor intelectual que “la fundación de las Naciones Unidas coincidió con la profunda conmoción experimentada por la humanidad cuando se abandonó la referencia al sentido de la trascendencia y de la razón natural y, en consecuencia, se violaron gravemente la libertad y la dignidad del hombre”. Es la tendencia a no ver positivamente la historia del siglo XX sino a resumirlo en un secularismo que llevó a la humanidad a la catástrofe de las dictaduras y la guerra mundial. Es como si se mordiese la lengua a lo largo de todo el discurso para no atacar directamente a la ONU su aceptación de anticonceptivos y su tibieza respecto al aborto.

Pero que cada uno lea los discursos, los compare y saque consecuencias.

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