Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Carta fraterna a un Cardenal

29-Abril-2008    Atrio
    Describía Jose Comblin el otro día cómo todo empezó en Latinoamérica cuando se convirtieron varios obispos a la causa de los pobres: Helder Camara, Leónidas Proaño, Oscar Ranulfo Romero… Todos empezaron siendo obispos tradicionales hasta que descubrieron la realidad en los pobres oprimidos de sus diócesis. ¿Por qué cartas como la presente no podrían hoy producir nuevas conversiones de obispos que sean fermento de una nueva Iglesia? No podemos publicar todo lo que nos llega, pero sí lo que nos llega al corazón.

    Carta abierta a Julio Terrazas. obispo y cardenal de la Iglesia Católica Boliviana

Antiguo amigo Julio, hoy cardenal de nuestra Iglesia:

Somos muchos los que estamos consternados ­­‑‑y no pocos directamente indignados‑‑ con tus recientes palabras que ponen en duda la existencia de haciendas esclavistas en este país nuestro todavía tan lleno de lacras e injusticia. Por supuesto tienes el derecho ‑‑y la obligación‑‑ de buscar información fidedigna sobre esa desgracia. Lo triste es que lo dices como quien afirma que no existe ese tipo de explotación, como quien acusa de difamadores y abusivos a los que denuncian tamaña injusticia.

¿De verdad nunca has visto de cerca a esos hermanos y hermanas nuestras que ocupan el más bajo nivel de la sociedad boliviana, ya de por sí harto injusta? ¿No son acaso los más pequeños de los más pequeños, es decir los predilectos de Jesús de Nazaret, y por tanto los que debieran ser la principal preocupación de nuestros pastores? ¿No sería de esperar de un obispo católico que fuera el primero en denunciar ese hecho, en lugar de pedir pruebas del mismo?

¿Dónde estabas, Julio, cuando la Iglesia publicó la Carta Pastoral sobre la Tierra, allá en el año 2000? ¿Podrías tomarte la molestia de releerla y comprobar lo que ustedes dijeron en esa carta? Ahí hablan de “formas de esclavitud disfrazadas”, de modo que no puedes decir que en tu última homilía te referías a la esclavitud como modo de producción al estilo de la Roma antigua (o de la Europa cristiana y colonial no tan antigua), con cadenas y subastas de esclavos; fueron ustedes los obispos quienes calificaron de esclavitud disfrazada lo que sigue ocurriendo en nuestro país con las llamadas “comunidades cautivas”. ¿Qué es si no ese régimen de hacienda con trabajos duros y prolongados (incluso para niños) a cambio de comidita? ¿Y ese sistema criminal de amarrar a la gente con endeudamientos impagables? ¿Cómo te explicas la impunidad con que esos hacendados (probablemente católicos) se permiten castigar físicamente, y hasta matar a sus peones rebeldes sin que nunca pase nada? ¿Por qué no le pides al Defensor del Pueblo de Chuquisaca el video sobre el asesinato del guaraní Miguel Cruz en la hacienda de los López en Huacareta? ¿Por qué no pides información a los varios sacerdotes que sí son solidarios con las comunidades cautivas y que podrían darte datos y datos hasta hacerte llorar?

¿No lees los documentos de Naciones Unidas que afirman lo que tú pretendes negar? ¿O es que para ti la ONU es también un nido de agitadores inescrupulosos que se empeñan en dejar mal a algunos de tus parroquianos del Oriente? ¿Es posible que tu nivel jerárquico te haya alejado tanto de los pobres a quienes de joven defendías, hasta el extremo de poner en duda lo que sólo los hacendados esclavistas se atreven a negar? ¿Te imaginas a Jesús de Nazaret pidiendo pruebas de la existencia de injusticias sociales? ¿Cuál es el Señor en que ahora crees, Julio, Cardenal Terrazas? ¿A dónde se fue aquel cura vallegrandino que defendía a los pobres y que era acusado de “comunista” por los golpistas de los años setenta? ¿Qué vas a alegar en el Juicio Final cuando el Padre te pida cuentas por no haber estado con los pobres, los hambrientos, los enfermos, los inmigrantes y los nuevos esclavos de tu pueblo? ¿O será que ya no crees ni el Juicio Final, ni el Padre de Jesús?

Con mucha pena, pero todavía con la esperanza de que vuelvas a ser el Julio de hace cuarenta años, te saludo y te convoco a que nos mires de frente…

Rafael Puente Calvo
(15 de abril de 2008)

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