Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

¿Revisar la Ley de Libertad Religiosa o los Acuerdos con la Santa Sede?

13-Mayo-2008    Juan Cejudo

Muchos nos preguntamos si de verdad el Gobierno será capaz de afrontar las relaciones con la Iglesia de un modo muy distinto a como se viene haciendo hasta ahora. La actual relación se basa en los Acuerdos preconstitucionales Iglesia-Estado del año 79, que venían a sustituir al Concordato del año 53. Estos acuerdos son más propios de la época del nacional catolicismo que de los nuevos tiempos democráticos que vivimos en España desde hace ya muchos años.

En mi opinión, lo que se debiera de plantear es una revisión de esos Acuerdos, de modo que se eliminen privilegios, se respeten los derechos constitucionales y se ofrezca una relación más justa e igualitaria a otras religiones que en estos años han ido aumentando muy considerablemente su número de seguidores.

Sería deseable que la Iglesia, en este nuevo marco de relaciones, se esforzara por renunciar a métodos de financiación que no sean los suyos propios. Que comprenda que la enseñanza del Evangelio y de los principios morales debe impartirla a aquellos que son sus fieles, en sus propios espacios y sin buscar apoyos en estructuras de enseñanza que son para todos los ciudadanos y donde hoy coexisten todo tipo de religiones. Otra cosa diferente es que en los centros públicos se imparta la Historia de las Religiones, pero nunca un adoctrinamiento religioso por parte de las diferentes iglesias.

Que elimine la presencia de capellanes militares en el ejército. Que renuncie a utilizar sus medios de comunicación para atacar e insultar sistemáticamente a todo tipo de personas e instituciones y respete escrupulosamente el ideario de unos medios católicos. Y sobre todo, que entienda que estamos en un Estado de Derecho donde convivimos ciudadanos que creen y que no creen y creyentes de varias religiones. Que no puede pretender que el Gobierno, que debe velar por el bienestar de todos los ciudadanos, dicte leyes y normas con los criterios de la jerarquía católica.

Es la propia Iglesia la que debe esforzarse por conseguir que los que creen, practiquen. Así evitarían los problemas de unas iglesias vacías o con personas muy mayores, de la falta de vocaciones y de unos cultos aburridos, monótonos, que no dicen nada a nadie y que alejan a la juventud y a los trabajadores. Que se esfuerce en conseguir que las normas morales vayan dirigidas a los que son creyentes, no a toda la Sociedad. Que sean los fieles los que colaboren económicamente en el mantenimiento de la Iglesia, no todos los ciudadanos. Que procuren que los sacerdotes y religiosos puedan compartir su misión pastoral con un trabajo civil para evitar gastos. Y que entiendan que es en las iglesias donde deben de exponer su doctrina y su moral, más que salir a la calle en manifestación, contra las leyes que dicte un Gobierno que tiene que gobernar para todos los ciudadanos.

Y desde luego, sería deseable que fuera la propia Iglesia quien intentara conseguir que las ceremonias civiles (como el nombramiento de cargos de los ministros), no esté llena de símbolos religiosos como la Biblia y el crucifijo o que los responsables públicos (en muchos casos no creyentes) tengan que participar en ceremonias religiosas simplemente para cumplir un protocolo, ya desfasado, absurdo hoy en los tiempos que vivimos.

Sería deseable que, Iglesia y Estado, en el marco de unos Nuevos Acuerdos, escenificaran e hicieran visible esa separación en el marco de la aconfesionalidad que nuestra Constitución proclama.

La Iglesia desde luego podría sentirse mucho más libre y también sería más creíble para los ciudadanos.

Pero, visto lo visto en la anterior legislatura, mucho me temo que el Gobierno no sea lo
suficientemente firme para recomponer las relaciones Iglesia –Estado como hoy los nuevos tiempos demandan.

Juan Cejudo Caldelas
Miembro de MOCEOP y de
Comunidades Cristianas Populares

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