Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Sobre la divinidad de Jesús en Iglesia Viva

19-Mayo-2008    Gonzalo Haya Prats
    [ÁTRIO, de acuerdo con Iglesia, Viva ofrece el enlace al texto completo de los artículos aquí comentados]

He leído en el nº 233 de Iglesia Viva los artículos de Torres Queiruga, González Faus y Javier Vitoria Cormenzana. Confieso que siento cierto sonrojo al atreverme a escribir estas observaciones a unos artículos de tanta erudición teológica, de tan finos análisis filosóficos y de tan reconocidísimos teólogos de los que he aprendido mucho.

A veces, desde lejos, se ven algunas cosas más claras que desde cerca y yo tengo que reconocer que estos artículos no me han convencido. Me confirmo en la primera impresión de malabarismo teológico, expresada brevemente en un comentario en ATRIO. Puestos a buscar consenso, todos podemos poner buena voluntad y aceptar sus explicaciones, pero me quedo con la sensación de que no era eso.

Creo que estos teólogos –por el munus docendi– parten de la necesidad de coordinar las expresiones dogmáticas del siglo IV con el pensamiento actual, y no pueden reconocer que ciertas ideas o expresiones no son válidas actualmente y quizás tampoco lo fueran entonces. Esto les hace caer en la ambigüedad, en un “sí pero no”.

Es verdad que a veces sólo será necesario reinterpretar las formulaciones dogmáticas en otro lenguaje más actual, pero a veces habrá que reconocer que la concepción primitiva no es compatible con los conocimientos actuales. También Moingt, en su obra “El hombre que venía de Dios” , trata de justificar las definiciones dogmáticas; pero al describir minuciosamente el proceso histórico hasta llegar a ellas nos deja la impresión de que en aquellos concilios predominaron la filosofía y los intereses humanos.

Si se dice que el teólogo sólo debe explicar la fe y nunca contradecirla, ¿de qué fe estamos hablando? ¿De la que alabó Jesús en la hemorroisa y en el centurión romano? ¿la de Juan, la de Pablo, la de Santiago, o la fe de los concilios del siglo IV? La fe que pedía Jesús –la fe de la Biblia– no se expresa en enunciados conceptuales, sino en la humilde confianza en Dios.

¿Por qué no puede aceptar la Iglesia un error en una interpretación conceptual de una determinada época? La Iglesia ha hecho un sumatorio de las teologías del Nuevo Testamento, aunque excluyendo lo que no le encajaba. De Juan tomó la preexistencia pero no la superación del Templo, de cualquier templo.

Creo que aceptar los propios errores –las ideas inapropiadas– acercaría más la Iglesia a los humanos; negarlos, la aleja y le impide cumplir su misión, que es acompañar a los hombres en la búsqueda de Dios y promover su reinado. El teólogo no tiene que ser el Abogado del Estado de la Iglesia; creo que debe ayudar a la Iglesia a discernir el mensaje de Dios que el Espíritu continúa inspirando en cada momento cultural.

Las explicaciones conceptuales sólo son un medio, y bastante endeble. González Faus cita el Lateranense IV “(un texto que me gusta recordar) que lo que hayamos dicho de Dios, por bien dicho que esté, ‘no contendrá tanta verdad que no tenga mayor mentira” DH 806. Si este texto no es mera retórica ¿por qué asustarse de que la expresión “la divinidad de Jesús” transmita una idea más errónea que verdadera?

Hablar de Dios en lenguaje conceptual –excluyente, en términos de verdadero o falso– trae estos inconvenientes. Jesús usó el lenguaje simbólico –las parábolas– y el lenguaje de los hechos –las curaciones.

Estamos ya en un mundo plural, intercomunicado, con concepciones filosóficas, religiosas y místicas que no caben en nuestras especulaciones conceptuales. Medidas con el canon de los dogmas las consideramos falsas, pero medidas con el espíritu del evangelio llevan frutos de cercanía a Dios y de compasión humana.

¿Qué hizo Jesús como teólogo? En la sinagoga de Nazaret leyó el texto de Isaías “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres…para proclamar el año de gracia del Señor” , pero omitió la frase siguiente “el día del desquite de nuestro Dios” . Jesús no defiende todo lo que está en la Sagrada Escritura; Jesús omite lo que no corresponde a su imagen de Dios. ¿Era revocable la expresión bíblica y la de Nicea no lo es?

Estoy convencido de que el evangelio tiene más seguidores que las iglesias. Seguidores menos controlables pero muchos más, y más auténticos. Flaco favor le hemos hecho a Jesús al cercarlo de dogmas.

Considero que debo justificar estas observaciones con lo más importante que he visto en estos artículos. Me centraré sobre todo en el artículo de F. Javier Vitoria Cormenzana “¿Todavía la divinidad de Jesús de Nazaret?” porque es el artículo que aborda más directamente el tema de la divinidad de Jesús. Lo hago con la mejor voluntad y consciente de la subjetividad, las carencias y mis posibles errores de interpretación.

Torres Queiruga: “La salvación de Jesús, el Cristo, en el diálogo de las religiones” .

    o Me parece muy sugerente y oportuna la interpretación que da del Pluralismo asimétrico –no todas las religiones tienen igual validez– y del Teocentrismo jesuánico: El punto central para Jesús es el Padre y él quiere que ese sea nuestro centro de atención. Espero que algunos teólogos tradicionales de buena voluntad acepten toda su explicación a este respecto.

    o Cita un texto clave para la teología tradicional. “Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4,12)”. “Lo hace (Pablo) muy consciente de que lo así expresado tiene su verdadero sentido en un lenguaje de naturaleza inmediatamente ‘confesante’, que no quiere ser una definición objetiva, sino una proclamación que usa el lenguaje del amor” . Sin embargo en la nota a pié de página dice: “Ahora bien, tampoco podemos eliminar con la interpretación estas afirmaciones absolutas del nuevo testamento, ni podemos hacerlas inocuas reduciéndolas a retórica de la fe o a adornos hiperbólicos”. Confieso que no sé con qué quedarme; no es una definición objetiva pero tampoco es hiperbólica. Para mí, eso es ambigüedad.

    o Tampoco ha rehuido la dificultad clave para el pluralismo religioso que es la divinidad de Jesús: “el significado de la encarnación, que no puede quedar entregada a un imaginario mítico, pero que tampoco puede reducirse a pura ‘metáfora’, Entre la mera repetición de estereotipos tradicionales y la disolución total, está la posibilidad del repensamiento hondo” , (y alude a las obras de J. Hick “La metáfora de Dios encarnado”, y de R Haight “Jesús símbolo de Dios”.

    o La solución del tema de la divinidad de Jesús parece aplazarse hasta los artículos que vienen a continuación.

González Faus: “El Dios sin rostro”

    o Para González Faus, otras religiones presentan a Dios sin rostro; el cristianismo presenta a Jesús como el rostro humano de Dios. Me gusta esta expresión que ha acuñado González Faus, pero yo diría que otras religiones no presentan “un rostro humano” de Dios, pero presentan otras facetas de Dios que quizás nosotros apenas consideramos.

    o Y explica su afirmación: “Allí, en ‘El rostro humano de Dios’, en el último capítulo, hablé de lo que significa la fe cristiana en la divinidad de Jesús dentro del universo de las religiones, si se confiesa esa divinidad tal como se manifestó en Jesús, y no de acuerdo con nuestra idea previa y nuestras previas expectativas sobre Dios; es decir: no más poder sino más debilidad (también más llamada a la libertad y más amor)” . Esta idea del rostro humano de Dios es clave para González Faus y para el conjunto de estos artículos.

    o Más adelante amplía esta idea: “También las otras religiones remiten a Dios y al Dios verdadero”. “En este sentido, las otras religiones son también caminos de salvación. Y, por serlo, sirven para recordarle al cristianismo que Jesús sólo es el rostro humano de Dios, pero que Dios trasciende ese rostro, aunque a los hombres sólo se les puede revelar su Misterio a través de rostros humanos. Por ahí debe discurrir el camino de la pneumatología, tan poco trillado en el cristianismo occidental”.

    o Me parece muy evangélico este giro en su interpretación de Jesús y de Dios, este cambio del Dios omnipotente y justiciero hacia la kénosis de Dios, que compadece y experimenta la debilidad humana. Sin embargo creo que Dios tiene otras muchas facetas que no llegamos a sospechar o que incluso resulten contradictorias para nuestras categorías mentales. La mística sabe de eso más que la teología.

    o Lo que a mí no me queda claro es si para González Faus la divinidad de Jesús sólo significa la oferta de una imagen distinta de Dios, o si Jesús es Dios mismo mostrándonos esa imagen. De la lectura de su libro saqué la impresión de que para él se trata de Dios mismo. Si Jesús fuera solamente un profeta escogido especialmente por Dios para mostrarnos su rostro “humano” ¿por qué limitar esta elección sólo a Jesús? Todos llevamos dentro el rostro de Dios –hechos a su imagen y semejanza– aunque en algunos se transparenta más y en otros menos.

F. Javier Vitoria Cormenzana: “¿Todavía la divinidad de Jesús de Nazaret?

Su artículo, según la Presentación de la Revista, es el que debe centrar y aclarar el tema de la divinidad de Jesús. Ocupa 28 páginas, más que los dos anteriores juntos, y a mí me resulta más confuso, aunque plantea perspectivas muy prometedoras. Trataré de expresar lo que yo he entendido; para ello distinguiré dos partes en su exposición.

I. Introducción metodológica

    o La soteriología es el principio hermenéutico de la cristología. Las profesiones de fe y los dogmas se han vuelto fórmulas “muertas” o “vacías”, es decir, inadecuadas para la tarea de salvar la identidad y la tradición cristianas en el recuerdo colectivo de la Iglesia. Y no transmiten el verdadero contenido del mensaje de Jesús (Bonhöffer).

    o Como recuerda Santo Tomás, el objeto primero y directo de la fe no son los enunciados dogmáticos, sino Dios mismo y su actuación salvífica en nuestra historia. Para Rahner, las fórmulas de los Concilios son fin pero también principio. No nos podemos resignar a aceptar tranquilamente el fracaso de la proclamación de la divinidad de Jesucristo si se pierde la relevancia soteriológica.

    o Sin la hermenéutica de las fórmulas conciliares, la cristología solamente será “arqueología” teológica. Buscamos que los viejos textos cristológicos hablen hoy de Evangelio y salvación; por eso F J Vitoria defiende el llamado “Privelegio hermenéutico de los pobres”.

El rostro humano o kénosis de Dios

    o El progresivo contacto con la cultura griega condujo a la helenización de la idea de Dios. “Poco a poco se llegó a pensar con absoluta naturalidad que el Dios comunicado en Jesús era aquel Ser Supremo caracterizado como Acto puro, Motor inmóvil, Divinidad inmutable o Poder impasible”. “La Escritura presenta a un Dios que trata, lucha y se compromete apasionadamente con el ser humano”.

    o “El discurso cristiano –«la regla de fe»– es cada vez más explicativo (racional y razonador) y menos implicativo (kerigmático) y se va alejando considerablemente del relato evangélico. No obstante conviene no olvidar que tras la cristología metafísica de los concilios se oculta una motivación soteriológica… Para responder a todas estas cuestiones cristológicas, cuyo principio hermenéutico era la soteriología, la Iglesia acudió a la filosofía griega”.

    o “En contacto con los hombres de la cultura griega la Iglesia constató que ni el
    Reino de Dios era ya el nombre de la salvación, ni el título Mesías/Cristo sugería algo que colmase sus expectativas de lo último y lo máximo.
    La expectativa de salvación del pueblo pasa a ser salvación individual, a la divinización, después de la muerte. La razón griega provocó en aquellas comunidades la pregunta por Jesús desde una perspectiva ontológica. Buscaban conocer quién era Jesús en sí mismo. No se contentaban con cumplir lo que él había mandado”.

    o “Dios le concede a Jesús comulgar en su propia vida y pertenecer al acontecimiento de su venida e ingreso en el mundo”. “La identidad de este Dios no puede expresarse en categorías filosóficas de unidad, bondad, verdad, inmutabilidad, perfección infinita y poder absoluto. Reclama otras como amor y fidelidad, justicia y derecho, ejercidos de manera preferencial a favor de los pobres (cf. A. Pieris, 2006, 92 y 106).”

    o Una vez que surgió la pregunta ontológica, y que la Iglesia trató de darle respuesta, yo no acierto a saber si, a juicio de F J Vitoria, aquella respuesta era válida ontológicamente o sólo era una manera de expresar que el Dios de la kénosis de Jesús era también el Dios reconocido por los griegos. ¿Se puede mantener hoy día esa respuesta ontológica? Una vez más, el rostro humano de Dios ¿es Dios mostrando su rostro? o ¿es un profeta que nos muestra el rostro de Dios?

Mis conclusiones

Creo que todo el problema viene de habernos metido en explicaciones conceptuales. Claro está que sin conceptos claros no hay textos legales, y sin textos legales no hay control; pero Jesús no controló ni a Judas.

A Jesús le bastaba la confianza en Dios como Padre. Necesitamos explicaciones pero, al ser conscientes de la imposibilidad de explicar a Dios y sus intervenciones, nuestras explicaciones deben ser hipótesis o, mejor, símbolos como las parábolas de Jesús.

Una vez más insisto en que la mística y la praxis nos unen, la teología nos divide; al menos cuando la tomamos como conceptos cerrados, que sólo admiten la calificación de verdaderos o falsos.

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