La oración de petición
19-Junio-2008 Gonzalo Haya PratsAndrés Torres Queiruga, en su libro “Recuperar la creación” (1996) dedica un amplio capítulo a la oración de petición. [Su pensamiento lo había desarrollado precedentemente en el número 157 de Iglesia Viva, marzo-abril 1991, con el título “Más allá de la oración de petición”]. Yo quiero agradecerle que su lectura me ha ayudado a recuperar mi oración, a volver a conversar con Dios nuestro Padre.
Creo que la explicación de Torres Queiruga se basa en tres principios.Aquí me permito añadir algo, no sé si de mi cosecha o de lecturas olvidadas. En nuestra querida, y millones de veces repetida, oración del padrenuestro solemos decir –con la versión de Mateo 6,9- “Padre nuestro, que estás en los cielos”. Creo que la estructura objetiva de la expresión “que estás en los cielos” ha dejado en nuestro imaginario colectivo la idea de un Dios que está allá arriba; Dios Padre, pero lejos de nosotros. Esta imagen nos hace menos sensibles para percibir a Dios dentro de nosotros, actuando conjuntamente con nosotros. Modestamente sugiero que sería preferible decir el padrenuestro según la versión de Lucas 11,2: “Padre, sea santificado tu nombre”.
Consecuencia: después de hacer nuestras peticiones, dejamos a Dios encargado de resolver el problema del hambre en Etiopía y salimos tranquilos con la conciencia de haber cumplido ya nuestra parte. Y así nos vamos a tomar el aperitivo (lo del aperitivo es añadido mío).
Torres Queiruga propone una solución positiva.
No se trata de conmover a Dios y de pedirle lo que Él está intentando darnos –aunque no lo consiga por la debilidad de los coproductores humanos a los que ha querido ligarse-. Es preferible exponerle, y compartir con Él, nuestra preocupación por los niños que mueren de hambre en Etiopía –o por la paz del mundo- y ofrecernos a hacer lo que podamos por cooperar con Él para remediar tal situación. Quizás entonces salgamos de la iglesia con intención de saludar al vecino engreído o de pagar un salario más justo al inmigrante sin papeles (este añadido también es mío).
¿Por qué decía yo que he recuperado la oración? Porque ahora cada vez que voy a pedirle algo a Dios me retracto; le expongo lo que me preocupa y me pongo a pensar cómo puedo cooperar
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