Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Respuesta a Antonio Sanchis sobre la fe

05-Octubre-2008    José Luis Servera

Estimado Antonio: Leída tu confesión personal Criticando la teología, sencilla, vivida y sentida de tu itinerario desde la fe a la no fe, te comunico que me ha impresionado como testimonio de honestidad y sinceridad absoluta. Tú muy bien dices que lo comunicas para liberar a mucha gente que piensa igual y no se atreve a expresarlo. Pienso que en parte esto es verdad, pero también pienso, que tú sin pretenderlo, has expuesto el problema simplificando la realidad, y por ello, sin pretender contradecirte sino añadir, me he propuesto contestar a tu escrito por si puede ayudar a los creyentes y también a los no creyentes, comunicando también aspectos no teóricos sino a la vez salidos del corazón y experiencia propia.

Aclaro que para entender bien mi escrito se debiera tener tu escrito delante porque viene a ser una respuesta y un añadido a lo dicho por ti.

  • 1 y 2. Al hablar de mantener, vivir y extender la fe, no pones nada de la sana necesidad de actualizar la fe en un nuevo contexto histórico –cultural, que no se trata de salvar lo insalvable sino de la necesidad de hacerla inteligible en nuestro contexto cultural, a pesar del salto que supone. Esto es una labor que se está haciendo desde la teología crítica moderna, volviendo a las fuentes, con dolores de parto, pero con un gran sentido de responsabilidad y servicio cuyo aspecto es fundamental entenderlo, para valorar el esfuerzo que se hace y que no tiene nada que ver con la letanía de cosas que dices que preocupan a los creyentes actuales.
  • Dices “si tener fe significa o supone aceptarse heredero de la tradición bíblica y su idea de Dios, no tengo fe”. “Si tener fe significa creer que Jesús es Dios, no tengo fe”. Pensar así, supone un tipo de compresión de la Revelación como si Dios en algunos momentos históricos nos enviase una iluminación especial. Sin embargo, si pensamos que la Revelación se da en todos aquellos hombres –los profetas– que se pueden dar en todas las religiones y que sensibilizados en lo religioso, profundizan en la realidad de este mundo y descubren unos nuevos sentidos de las cosas. Si pensamos que el hombre, si busca, puede encontrar a Dios, entonces la Biblia es palabra de hombre que descubre lejanamente algo de Dios. En este sentido metafóricamente puede ser Palabra de Dios, calificativo que no se puede aplicar a cualquier afirmación humana, sino que debe reunir unas condiciones especiales. A medida que el hombre madura y crece interiormente a través del pensamiento y de la cultura, va madurando cada vez más la expresión metafórica de Dios y comprendiendo cada vez más profundamente su realidad, aunque siempre desde lejos y más complejamente que la metáfora de la caverna que emplea Platón para el conocimiento de las ideas. Añades: “No considero productivo sino algo esquizofrénico, el esfuerzo de tantas personas modélicas que se ‘esfuerzan en tener fe’”. “Como si la fe fuera una obligación o como si fuera el último refugio de la ignorancia”. Estas afirmaciones adolecen de una enorme simplificación de la realidad de la fe. Con estas afirmaciones caricaturizas lo que significa tener fe. Afirmas sobre la fe que es fruto de un esfuerzo, que se siente como una obligación, como un refugio para tapar la ignorancia. Todo esto puede ser y a veces son aberraciones sobre la fe, pero la fe y su dinámica no es esto. Sus raíces son mucho más profundas y sus consecuencias son o pueden ser muy diferentes. ¿Para Jesús su fe fue fruto de una obligación, de un necesario esfuerzo y para tapar su ignorancia?…

  • 3. La retahíla de cosas sobre la fe desfasadas que enumeras que hemos montado es una expresión simplista y simplificada de la realidad. En primer lugar, no las hemos montado nosotros sino que son fruto de un largo camino y de una cultura de fe y que precisamente la teología actual desde la crítica histórica e intentando volver a las fuentes, está intentando reinterpretar. Sin embargo, debemos reconocer que todo este montaje no ha sido construido para engañarnos sino fruto de las limitaciones históricas, a veces mezcladas con intereses no justificables. Sin embargo, debemos reconocer también que ha sido una interpretación histórica de la fe avalada por muchos hombres íntegros y que históricamente, a pesar de sus contradicciones, ha sido útil, tan útil que ha permitido que llegara la figura de Jesús hasta nosotros. ¿Nos podemos reír, desde nuestro conocimiento, de que los griegos o el mundo antiguo pensase que las estrellas eran ventanas desde las cuales los dioses nos contemplaban? Yo pienso que no. Ahora está superada su cosmovisión pero nosotros con sus medios hubiéramos pensado lo mismo.
  • 4. Interpretas la “reinterpretación teológica actual” muy negativamente. Solo te ha faltado decir que es un intento de salvar lo insalvable. Afirmas de ella “intento de elaborar una fe humana”, “intento de no ser absorbidos por la situación”, “un intento de justificar la fe”. Todo ello manifiesta una visión muy negativa de la fe y añades la contradicción que existe entre fe y razón. Te olvidas de que en las épocas históricas de gran cambio, como es la actual, dado que hemos recibido la fe desde una cultura ya superada, tenemos la necesidad y la obligación de reinterpretarla, para hacerla inteligible, no para salvar lo insalvable, quizás confundes contenido de la fe con expresión histórica de la fe. También te olvidas de aquello que aprendiste hace años: “FIDES quaerens intellectum et INTELLECTUS quaerens fidem”. Así se avanza en la fe. La fe no excluye la razón-inteligencia pero si que la desborda. Detrás de todo ello existe una problemática profunda que no puede ser simplificada y de la cual nos habla muy bien el gran físico Werner Heisenberg en el libro “La verdad habita en las profundidades”. Al hablar sobre la postura del neopositivismo nos comenta en una conversación mantenida con otros dos grandes físicos Niels Bohr y Wolfgang Pauli: “Comencé puntualizando que no veía razón alguna por la que hubiera que reservar el prefijo “meta” para la lógica y las matemáticas y anematizar en cambio su aplicación a la física. Después de todo, ese prefijo meramente sugiere que nos estamos planteando cuestiones ulteriores, esto es, cuestiones que se refieren a los conceptos fundamentales de una determinada disciplina, ¿y por qué habría de estar prohibido plantearse tales cuestiones en el campo de la física?”. Y añade posteriormente: “Consideraría completamente absurdo el tener que cerrar mi mente a los problemas planteados y a las ideas expuestas por los filósofos antiguos, simplemente por el hecho de que no pueden expresarse en un lenguaje más preciso”. Para finalizar añade: “En todo este tipo de discusiones, lo que a mí fundamentalmente me importa es que no eliminemos simplemente de la existencia esas profundidades en que habita la verdad. Ello significaría que nos estamos moviendo en la superficie de las cosas… Lo único que podemos objetar al positivismo son sus tabúes, pues si hemos de dejar de hablar, e incluso de pensar, acerca de otro tipo de conexiones más amplias que también están ahí, corremos el riesgo de quedarnos sin brújula, y por tanto en peligro de perdernos.”
  • La problematicidad de la realidad vivida. El que el hombre se siga preguntando el por qué de las cosas y de la existencia es una necesidad profunda del ser humano donde la materia se hace consciente y se pregunta por el ser de las cosas. No es necesariamente ni por un miedo a morir, ni para buscar un refugio por el miedo a la muerte. Es una necesidad vital que nos sale al encuentro si superamos el nivel de lo superficial de las cosas que nos rodean. Necesidad que nos abre al mundo de lo religioso. Que no se puede apagar con el axioma simplista y reduccionista del neopositivismo cientifista de que sólo se puede creer en lo empíricamente demostrable. La realidad desborda el mundo empírico. El mismo Kant que nos descubre las categorías apriorísticas de espacio y tiempo, modos concretos de observar la realidad por el hombre, que sin embargo no agotan todo lo que ella implica y que es posible pensar en otras realidades no sometidas al espacio y tiempo.
    La fe no se acoge como una escapatoria o cobardía ante la realidad sino que la fe “sale al encuentro”. Te acoge y te agarra desde dentro, parecido a la fe del ateo si es una fe seria y madura. Tanto un creyente como un ateo tienen fe desde una intuición que no se puede probar de una manera excluyente de la otra opción. Creer y no creer es un acto de fe en las dos opciones. Para mí, que soy creyente, el ateo es el que me recuerda constantemente el lado oscuro de mi fe y por esto le respeto y si sigue buscando me siento muy cercano a él, pero no del ateo que me cree ignorante, miedoso o casi subnormal pensando que él está en posesión absoluta de la verdad y que no existen otras opciones tan válidas como la suya. Siempre me ha impresionado una reflexión de Tehilard de Chardin que se preguntaba “¿Cómo puede ser que en un universo tan perfecto aunque incluya contradicciones, se pueda negar al hombre, el ser más perfecto que se ha producido, donde la materia se hace autoconsciente, que se pueda hacer la pregunta totalmente coherente y correcta de por qué existe todo eso y a donde va. Si no admitimos la razonabilidad de la pregunta, debemos admitir el sin sentido de todo, cosa que parece contradictoria con las maravillas que nos presenta el universo, todo con un perfecto orden que culminaría en el hombre hecho un ser sin sentido. Decía Pascal que la fe es una apuesta, no hecha desde la nada sino hecha desde la razonabilidad y desde un contexto histórico y fruto de unas vivencias que con frecuencia representan lo más apreciado de nuestra vida. Apostar por el sentido o sin sentido de la realidad, he aquí la cuestión. Yo, desde mi vivencia histórica, con temblor pero a la vez con confianza y firmeza apuesto por Jesús de Nazaret, revelador lejano de lo que es Dios-Padre pero suficiente para mí y descubridor del camino hacia el Padre. Creo que en esta apuesta por Cristo-Jesús está el meollo del ser cristiano. El tener a Jesús de Nazaret como referente fundamental de la vida. Ello es lo que verdaderamente debiera unir a los que nos llamamos cristianos, por encima de otras cosas que son accidentales, aunque los censores vaticanistas crean que no basta.

  • 5. Dices: “¿Para qué recurrir a Dios si en la tierra encontramos explicaciones a todo lo terreno y lo celestial no nos sirve?”. No se trata de recurrir a Dios sino de encontrar una respuesta que de verdad pueda responder a nuestras preguntas y esta respuesta no por no pasar por el baremo reduccionista del método científico, deja de tener un profundo sentido.
  • 6. Dices: “ Lo que no puede admitirse en mi lógica es que uno ocupe con Dios el lugar de la ignorancia”. Dios no tiene nada que ver con lo que ignoramos. A Dios llegamos en la búsqueda de sentido, quedándonos otra opción, que es la del sin sentido del universo que también es una opción de fe. Como hemos visto preguntarse por el sentido de las cosas es propio del ser humano y tiene un profundo sentido.
  • 7. Dices: “Salvemos a Jesús”. De acuerdo pero no necesariamente desde la no fe.
  • 8 y 9. Dices: “Jesús solo era un hombre”. No se concluye lógicamente de las afirmaciones que haces en las dos cuestiones, pero admitiendo la afirmación añado. Jesús puede que solamente fuera un hombre pero fue el hombre que por su intimidad con el Padre podemos deducir que más se acercó a Dios, siendo un verdadero revelador del Padre y que por su fidelidad al Padre es verdadero camino hacia el Padre. Ante esta fidelidad e intimidad, por su testimonio, intuimos que llegó hasta tal punto que su íntima relación con el Padre nos aparece como un misterio que si lo acompañamos con su modo de obrar y de decir manifestando máxima autoridad podemos llegar a comprender, aunque no estemos de acuerdo en como descifra dicho misterio el dogma. La teología actual está encontrando otras soluciones para intentar respetar dicho misterio y a la vez ser fiel a las fuentes evangélicas.
  • 10. Acabas este apartado con una pregunta: “¿Hasta que punto una persona sin fe puede decir que Jesús se acercó a Dios?”. La respuesta es fácil, no lo puede decir.
  • 14. La iglesia es la asamblea de los creyentes o el pueblo de Dios. Esto es lo principal y no la jerarquía eclesiástica que en lugar de retener el poder y creer que está en posesión de la verdad habría de estar en un verdadero servicio al pueblo de Dios.
  • 15. Ni la teología esta al servicio de la filosofía ni al revés. La teología necesita de la filosofía para aterrizar en la realidad y para explicarse. La filosofía es independiente y solo necesitará acudir a la teología para responder a las preguntas de último sentido, no necesariamente para seguirla sino para conocer sus respuestas y luego analizarlas. La filosofía deberá concluir que hablando del problema de Dios existen tres posturas que si son maduras merecen todo respeto y son la postura creyente, la atea y la agnóstica.
  • 16. En este apartado he encontrado la principal motivación para responder a este escrito, hecho como se ve desde el corazón, con toda buena voluntad y tocando puntos verdaderamente conflictivos.
  • Decías Antonio y te creo, porque te conozco, que todo lo dicho lo comunicas y con todo derecho, porque estás convencido de que hay más gente convencida de estas ideas y yo precisamente porque estoy convencido de que esto que dices es verdad, pero pensando que es una verdad simplificada, no adrede, pero que no abarca todo el espectro de la realidad, también quiero añadir ante todos ellos y ante los creyentes la otra parte de la moneda. Sin embargo, lo añado con el temblor de saber que no estoy en posesión de la certeza absoluta, que es una apuesta, es una opción, no guiada por la ignorancia ni por el miedo, sino una opción razonada y razonable, por haber sido acogido desde dentro por ella, desde las vivencias más profundas y desde el sentido encontrado en las cosas cuya opción se ha materializado en Cristo-Jesús, por ser para mí el hombre que venía de Dios como manifiesta en su libro Joseph Moingh.

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