Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Las tentaciones teológicas (y vitales) de un cristiano

15-Octubre-2008    Mario Cervera

Creo que el pasaje de las tentaciones de Jesús (Mt 4, 1-11) nos puede dar luz sobre las tentaciones que tenemos los cristianos a la hora de entender a Dios, a Jesús, a la misma vida cristiana.

Voy a hablar de este relato de manera “invertida”, hablando de las ‘tentaciones’ de leer incorrectamente el relato de las tentaciones. Quiero hacer un análisis del pasaje en función de las imágenes peligrosas que podemos tener de Dios y de Jesús, y en consecuencia, de nuestra manera de ser cristiano.

Quiero dejar claro que el texto “no tiene la culpa” si nosotros hacemos una lectura equivocada -como la que puedo hacer yo ahora, que como toda visión, necesita ser corregida, revisada, criticada…-. El texto es de una riqueza admirable, y es buena noticia (palabra de Dios). Pero también es palabra de hombres, y son humanas las conexiones neuronales que se producen en las personas que la leemos (y en las que lo escribieron). Espero que la visión del mensaje del relato en otra clave, pueda ser también “buena noticia”.

De entrada creo que existen varios peligros al leer el relato:

  • Creer que Dios nos pone a prueba, que el Espíritu nos lleva a desiertos para que seamos tentados. Me parece que ése no es el Dios de Jesús.

“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado…”

  • Creer en un mal externo (demonio) que nos impulsa a la maldad, en lugar de analizar el corazón de cada uno, en relación con la injusticia.

“…para ser tentado por el demonio”

Pero nos vamos a centrar en las 3 tentaciones, que aplicaremos en clave de nuestras tentaciones “ocultas” a la hora de leer el pasaje.

  • 1. La primera tentación: el docetismo

Los cristianos podemos imaginar un Jesús cuya humanidad es sólo apariencia (dokeo). El texto, por ejemplo, nos presenta un Jesús que no necesita comer, y ni siquiera siente hambre durante días:

    “Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre”.

A continuación dice el relato:

    Y el tentador, acercándose, le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”.
    Jesús le respondió: “Está escrito: El hombre no vive solamente de pan,
    sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”"

El peligro es pensar que Jesús podía convertir realmente las piedras en panes, usando sus “poderes mágicos”, pero opta por no hacerlo. Es lo que muchos piensan: “pudo, pero no quiso”. Mi pregunta es: “¿Podía realmente? Si es ‘verdadero hombre’… (y no mera apariencia…) ¿podía?” Responder afirmativamente con demasiada rapidez, a mi modo de ver, es caer en la tentación del “docetismo”, tan extendido hoy. Creo que no acabamos de entender una divinidad ‘en’ la humanidad, sin absorberla ni anularla. La expresión tan frecuente: “¡pero era Dios!” creo que encierra bastante este docetismo inconsciente.

No me cuesta imaginar a Jesús, respondiendo a esta tentación de los cristianos, de la siguiente manera:

    “Sí, yo soy el Hijo de Dios, pero soy hombre y no puedo convertir las piedras en panes. No tengáis la tentación del docetismo, de pensar que yo no soy un ser humano ‘como tú’”.

  • 2. La segunda tentación: el intervencionismo divino

Los cristianos podemos creer en un Dios intervencionista, que se dedica a “recoger milagrosamente” a una persona que se tira desde una gran altura, aunque sea Jesús (y aunque sea desde el templo). De igual manera podría parar terremotos, huracanes… y hasta las balas en las guerras. De nuevo está la trampa que muchos piensan: “pudo, pero no quiso”. Esa expresión ya dice mucho del Dios que inconscientemente presenta (¿Dios consiguiendo la cuadratura del círculo?)

Veamos el texto:

    “Luego, el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
    Dios dará órdenes a sus ángeles,
    y ellos te llevarán en sus manos
    para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”.
    Jesús le respondió: “También está escrito:
    No tentarás al Señor, tu Dios”".

Tampoco me cuesta imaginar a Jesús, respondiendo a esta tentación de los cristianos:

    “También está escrito: Sí, soy el Hijo de Dios, pero la pregunta clave es: ¿de qué Dios soy hijo? No soy Hijo de ‘un Dios’ que interviene en la historia de una manera mágica. No tengáis la tentación de creer en un Dios intervencionista, que está “fuera” y se presenta o se comunica de manera sobrenatural. El está siempre presente y es pura comunicabilidad, pero sin intervencionismos mágicos”.
  • 3. La tercera tentación: la riqueza y la influencia social y política

Los cristianos, podemos pensar que por “adorar al Señor, nuestro Dios” y creer que “le damos culto sólo a Él“, dejamos de lado “todos los reinos del mundo con todo su esplendor

Dice el texto:

    El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras para adorarme”.
    Jesús le respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito:
    Adorarás al Señor, tu Dios,
    y a él solo rendirás culto”.
    Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo”.

Jesús podría decirnos hoy, ante esta tentación tan frecuente:

    “Los cristianos no necesitáis ni riquezas, ni falsas seguridades, ni tenéis que desear tener poder e influencia en todos los reinos y países del mundo. Sed sencillos, mirad desde abajo, mezclados entre la gente (y no desde arriba con superioridad). Contagiad sin imponer, sobre todo ganas de vivir, y de mejorar vuestro mundo. Trabajad con testimonio constante, pero discreto, desde la ayuda a los más débiles. Y no penséis que por decir: ¡Retírate, tentador deseo de poder!, éste te deja. Hay que estar en permanente revisión, escuchando a los demás con humildad. No olvidéis que “adorar al Señor, nuestro Dios” y “darle culto sólo a Él”, implica dejar’el monte alto’, apartar “todos los reinos del mundo con todo su esplendor” y trabajar desde abajo por los pobres de la tierra.

Resumiendo, creo que el texto nos puede hacer pensar en estas tres tentaciones “ideológicas”, tan actuales:

  • - el docetismo
    • o el cristológico: la divinidad de Jesús anula su humanidad.
    • o el pneumatológico: el Espíritu Santo anula la humanidad de las personas de Iglesia.
    • o el bíblico: el ser “Palabra de Dios” anula que es “palabra de hombres”, con la derivada insistencia en el “está escrito”.
    • o y tantos otros docetismos: el conciliar, el espiritual, el sacramental, el litúrgico… que nacen de los dos primeros.
  • - el intervencionismo divino (con todas las explicaciones mágicas que requeriría sostener ese intervencionismo, si se piensa despacio).
  • - ejercer el servicio desde la riqueza y la influencia social y política, con lo que puede suponer de actitud de superioridad, de sentirnos “elegidos” y en posesión de la verdad, de ver otras religiones como “deficientes”, de adoctrinar en lugar de dar esperanza, de intervenir demasiado en los asuntos de los estados, etc.

Creo que Jesús nos da un claro ejemplo de superación de estas tentaciones, constituyendo un verdadero “Atrio”, un magnífico “encuentro entre lo sagrado y lo profano”, desde un “soy hombre” (1), con la convicción de que “Dios está ya aquí, presente siempre, entre nosotros, en nosotros” (2) y abriéndonos los ojos, también hoy: “no queráis poseer y dominar los reinos del mundo con todo su esplendor, ni actuar como los jefes de las naciones. No sirváis a Dios y al dinero… ” (3).

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