Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

PROCESO DE CALIDAD EN LA IGLESIA

06-Abril-2006    Robert Bentancur
    El autor, que hoy se presenta por primera vez en ATRIO tras habernos conocido por Internet, es urugayo, tiene 62 años y está casado, con 5 hijos y 2 nietas. Trabajó durante 29 años en la IBM como analista, donde se familiarizó con los más recientes sistemas de calidad empresarial que en este artículo propone aplicar a su Iglesia, con la que se siente comprometido. Un nuevo e interesante planteamiento de reforma constructiva, basado en exigencias realistas para conseguir calidad y permanencia futura en el mundo actual.

INTRODUCCIÓN

Cada día que transcurre todo organismo vivo está llamado a plenificarse fundado en el sueño de su Creador.

La Iglesia Católica, depositaria de las mejores noticias de la historia humana, no escapa a esta vocación.

A través de los siglos vidas comprometidas con ese deseo de perfección han sido testigos privilegiados de infinitas presencias de un Dios amoroso hecho hombre que ha marcado el rumbo con claridad: “sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto”.

Estas últimas décadas, el Concilio Vaticano II ha estado iluminando el camino de esa búsqueda. Es imperioso profundizar en las riquezas redescubiertas y actualizar con ardor las actitudes que nos ayuden a ser testigos más creíbles de tanto desafío y alegría.

El pensamiento y desarrollo humanos muestran un ángulo particular de ese amor del Señor por nosotros. Los avances que constantemente afloran en todos los campos son algunos de los signos de estos tiempos que nos toca vivir. La sociología, la sicología, las comunicaciones, la tecnología, las inquietudes teológicas, la estadística y mil temas más son los talentos que nos menciona Jesús. Nos va a pedir cuentas de ellos. Y nos invita a actuar con inteligencia y viveza (“aprendan de los hijos de las tinieblas …”) para multiplicar los mismos para el bien.

Inspirados en estos presupuestos es crucial contar con instrumentos que nos permitan encontrar un camino de diálogo constructivo en que superemos de corazón los “ismos” que nos dividen y paralizan. Progresistas versus retrógrados, conservadores versus liberales, etcétera.

En ese sentido creo que hay algunos criterios evangélicos a los cuales debe referirse todo lo que propongamos y actuemos.

- VERDAD - búsqueda lo más objetiva posible – nos hace libres.

- UNIDAD - signo visible de los hijos de la luz, los discípulos de Jesús.

- PARTICIPACION - todos tenemos el mismo compromiso aunque distintos roles complementarios – somos un mismo cuerpo – somos comunidad.

- ORACION - todo lo hacemos en la presencia del Padre – es la fuente genuina de eficacia y transformación.

Seguramente hay más elementos que enriquezcan esta propuesta y van más allá de que quien las propone sea alguien que tiene pocos conocimientos de los temas que enuncia pero sí ganas de sumarse con un granito de arena en la construcción de una Iglesia más sólida y coherente.

PROPUESTA

LA PROPUESTA CONSISTE EN QUE NUESTRA IGLESIA SE INVOLUCRE EN UN PROCESO DE CALIDAD TOTAL

Suena desconocido para muchos, estridente para otros y, seguramente, plantea mil objeciones.

Lo primero que debiera verse es la historia, significado e importancia del tema.

En segundo término su fundamentación y objetivos

En tercer lugar su instrumentación.

1 – Historia, significado e importancia

Calidad total y toda la terminología relacionada surge en las últimas décadas desde las empresas que buscan ganar mercados, mejorar su competitividad, optimizar ganancias, reducir pérdidas y evolucionar hacia formas de mejora continua.

La importancia que ha ido cobrando es tal que quienes no se involucran en estos procesos están visulizando que pueden quedar rápidamente fuera del mercado. Cada vez con más frecuencia, en licitaciones, el estar certificados es una condición excluyente para poder participar.

Las empresas multinacionales hace unos años que están poniendo un énfasis particular en ello.
Así mismo las de mediano y pequeño porte siguen esos pasos. Comprenden que es un tema de sobrevivencia. Esto implica un cambio cultural importante.

Últimamente se ha ido estableciendo una serie de normas internacionales (ISO 9000 es la más generalizada) que identifican qué elementos esenciales deben cumplirse para que cualquier organización, no sólo comercial, se encamine hacia esferas de mayor perfección.

2 – Fundamentos y objetivos

Hay una serie de principios en los que se basa la calidad total.

Para conducir y operar una organización exitosa se requiere que ésta se dirija y controle en forma sistemática y transparente.

Se han identificado ocho principios de gestión de la calidad que pueden ser utilizados por la alta dirección con el fin de conducir a la organización hacia una mejora en el desempeño.

A – Enfoque al cliente
Las organizaciones dependen de sus clientes y, por lo tanto, deberían comprender
las necesidades actuales y futuras de los mismos, satisfacer los requisitos que plantean y esforzarse en satisfacer las expectativas de los clientes.

B - Liderazgo
Los líderes establecen la unidad de propósito y la orientación de la organización.
Ellos deberían crear un ambiente interno en el cual el personal pueda llegar a involucrarse totalmente en el logro de los objetivos de la organización.

C – Participación del personal
El personal, a todos los niveles, es la esencia de una organización y su total compromiso posibilita que sus habilidades sean usadas para el beneficio de la organización.

D – Enfoque basado en procesos
Un resultado deseado se alcanza más eficientemente cuando las actividades y los recursos relacionados se gestionan como un proceso.

E – Enfoque de sistemas para la gestión
Identificar, entender y gestionar los procesos interrelacionados como un sistema contribuye a la eficacia y eficiencia de una organización en el logro de sus objetivos.

F – Mejora continua
La mejora continua del desempeño global de la organización debería ser un objetivo permanente de ésta.

G – Enfoque basado en hechos para la toma de decisión
Las decisiones eficaces se basan en el análisis de los datos y la información.

H – Relaciones mutuamente beneficiosas con el proveedor
Una organización y sus proveedores son interdependientes y una relación mutuamente beneficiosa aumenta la capacidad de ambos para crear valor.

Obviamente toda esta terminología pueda estar sonando muy raro y como desubicada. Pero lo que propongo es superar ese seguro reparo inicial y, mirando un poco más allá de las palabras, rescatar el contenido positivo de los elementos que puedan servirnos para cumplir mejor nuestras acciones. Pensando específicamente desde dentro de nuestra Iglesia deberá necesariamente discutirse su pertinencia, fines y formas. Una reflexión profunda en el campo de lo humano y una fundamentación evangélica es un paso ineludible para seguir adelante.

3 – Instrumentación

Es necesario explorar la instrumentación de lo que llamamos calidad total, pues aunque no nos demos cuenta desde siempre hemos estado involucrados en buscar hacer bien lo que hacemos. Por consiguiente conviene perfeccionar el uso de los recursos que estamos manejando al hablar de evangelización.

Ciertamente va a ser consecuencia de las conclusiones del punto anterior. Pero por el momento lo que queda claro es que se debe proponer algo mejor de lo que hay.

ALGUNAS CONSIDERACIONES

Nuestra Iglesia tiene la riqueza de la revelación que nos permite ampliar la visión actual de la calidad total. Esto agrava nuestra responsabilidad en no tomar las decisiones de compromiso para llevar a todos los hombres con mayor eficacia el “id y predicad …”

Desde mi punto de vista, más allá de la imprescindible delimitación de campos, hay una realidad dolorosa que nos interpela con fuerza y nos impulsa con urgencia a optar por nuevos caminos.

Sin duda que esa búsqueda nos desinstala de muchos esquemas en los que a veces transitamos con comodidad. Se podría hacer una larga lista de carencias en todos los planos. Lo que nuestros sentimientos expresan son sólo el primer peldaño para enfrentar con una mente abierta los desafíos de encontrar respuestas mejores para solucionarlas.

Creo fundamental rechazar de plano algunas posturas que una propuesta de este tenor genera.

Tener clara conciencia que esta propuesta parte de una noción de poder servicio (evangélico) que nada tiene que ver con la de poder dominio (antievangélico). Sé que especialmente en las jerarquías eclesiásticas y de grupos de todo tipo en nuestra Iglesia no siempre se tiene la humildad de reconocer el ejercicio del poder-dominio como una realidad lacerante que nos divide.

Un proceso de calidad debidamente implementado, dejará en evidencia muchas actitudes no evangélicas desde que uno de sus presupuestos es que los primeros involucrados sean los responsables, de todo nivel, de las decisiones de la organización.

Otra actitud que no me cuadra es constatar que se descalifica con facilidad toda propuesta que implique cuestionamientos a fondo del “ser iglesia” que tenemos actualmente. Dolorosamente constatamos el sangrado continuo de fieles, la ausencia de jóvenes y los pobres, la proliferación de sectas, etcétera, producto de ese ser iglesia.

Un proceso de calidad nos daría nuevas armas para corregir errores pues una de sus funciones es analizar y modificar las causas.

Un tercer aspecto clave es el de la participación. Nos quejamos de que hay poca y que los que están lo hacen multiplicándose hasta el cansancio.

Un proceso de calidad implica que “todos” deban sentirse protagonistas. No nos podemos privar de la riqueza que el Espíritu regala a cada uno o porque no nos dejan o porque nos conformamos con poco. Habilitaría, seguramente, a tratar de estimular la creatividad y el compromiso.

Otro elemento que se arguye con frecuencia es que la Iglesia es una institución de origen divino y, por consiguiente, se mueve con parámetros distintos a lo de cualquier otra organización.

Esto suele esgrimirse en forma falaz. Distingamos. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Una cosa es la fe en Jesucristo y la Iglesia que El fundó y otra el funcionamiento que tiene en múltiples aspectos como cualquier organización humana. La solución es evidente. No hay contradicción. Fundados en los valores que El plantea, organizarnos como todos los hombres con los mejores recursos disponibles para llevar adelante su propuesta. Y si hay una forma de hacerlo mejor, adelante.

Muchas veces vemos que especialmente los medios de comunicación no favorecen el vivir en plenitud. Sin embargo están ahí y no siempre nos valemos bien de ellos.

Un proceso de calidad mejoraría la utilización tanto hacia adentro como hacia los demás hombres un diálogo y propuestas imprescindibles para ser más persona. Como seres en relación que somos, se facilitarían los instrumentos para relacionarnos mejor, descubriendo los bienes que otros tienen y llevando a los demás nuestras riquezas.

Hay muchos temas que subyacen al intentar llevar adelante esta propuesta. El aporte de quienes, antes que nada, están comprometidos a fondo con nuestra Iglesia, se vuelve esencial.

Presuponiendo esa condición especialistas en las distintas áreas deben ofrecer sus puntos de vista.

El descubrir la Iglesia que somos pero, sobre todo el imaginarnos la Iglesia que queremos y el cómo hacerlo, se torna un desafío a nuestras capacidades que nos llena de entusiasmo, pues de esa forma completamos lo que falta a la pasión de Cristo.

Como aterrizaje concreto de este espíritu que propongo también he estado planteando un “cómo” hacer esta aproximación a algo mejor de lo que somos y tenemos como Iglesia. Pero está en otro artículo que he llamado Búsqueda y Propuesta.

Habrá que seguir ahondando en múltiples ángulos y aportes. Con desnudez, transparencia, humildad y sencillez estoy seguro que nuestra Madre Santa María nos va a seguir llevando de la mano hasta la plenitud.

Así le pido.

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