Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

De 1929 a 2009 pasando por Mounier

25-Enero-2009    Eloy Isorna
    Este artículo es una reflexión sobre la crisis económica que está incidiendo sobre todo en el paro. ¿Hasta dónde llegaremos? En España son 3.200.000 desocupados, el 14% de la población activa. ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Cómo ha aumentado el paro en los otros países de quienes visitan ATRIO? No hay que hacer discursos sino reflexionar sobre los hechos, la historia y los valores humanos.

OCHENTA AÑOS DE UN MODELO SOCIAL A REVISAR

  • I - EL PARO NOS ABRUMA. BUSCANDO RECETAS.
  • Sigue la llamada crisis financiera en la palestra. Sus efectos en la economía real son ya evidentes y graves. No es prudente intentar olvidarla y mirar para otro lado. Son muchos los trabajadores que están viendo peligrar sus puestos de trabajo y muchos los que han pasado a integrar las cifras del paro que suponen en España, según los últimos datos, el 14 por ciento de la población activa, es decir algo más de 3.200.000 personas. El número de hogares españoles en los que todos sus miembros están desempleados se cifra en 827.200, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

    Quisiera, no obstante, añadir una observación: ya en época anterior a la crisis que ahora nos afecta, existían amplias zonas del planeta en situación de enorme depresión económica y vital hundidas en la pobreza y la desesperanza. Ahora con la crisis su situación se volverá más angustiosa todavía, si cabe.

    Es este el contexto los economistas intentan darnos sus recetas técnicas: discuten sobre la intervención Gubernamental en la economía y en el sistema financiero, sobre el papel del mercado, la desregulación y el empleo público o privado que hay que fomentar. También sobre la duración de crisis, si las medidas a tomar lo han de ser de forma aislada por cada Gobierno o de forma conjunta en el seno de las organizaciones internacionales. Algunos analistas toman los altibajos de la bolsa como brújula indicadora de adonde van o de donde vienen los buenos y malos vientos económicos. Y de esta forma los Índices bursátiles adornan no pocas veces las páginas de la prensa diaria.

    Pero casi todos (comentaristas políticos, gestores públicos, ejecutivos, y economistas) parecen haber olvidado las causas últimas y las instrumentales que han facilitado la llegada de la crisis: el desmesurado afán de beneficios, la avaricia sin escrúpulos, la falta de profesionalidad y ética a la hora de tomar decisiones y, de forma muy especial, el señuelo impúdico, al que desde hace años ha venido acudiendo la sociedad en masa (y que le fue vendido con toda la fuerza de la publicidad y propaganda del marketing más sutíl y agresivo, según el caso), de que la felicidad está más en tener que en ser.

    Pocos son también los que ponen claramente, blanco sobre negro, los problemas estructurales y teleológicos (finalistas) de la organización social sobre los que se han cimentado la crisis.

    Muchos vuelven su vista a la crisis de 1929 en un intento de aprovechar la experiencia para plantear soluciones y evitar errores del pasado.

  • II - BUCEANDO EN LA HISTORIA: LA CRISIS DEL 29
  • Las referencias a la crisis de 1929 para adjetivar la importancia del actual deblaque financiero y económico se ha convertido en lugar común de muchos analistas. Si la historia y la experiencia son maestras de vida, se pretende de la disección de aquel desastre, cuyo inicio ha pasado a la historia como “el jueves negro” (24-10-1929), ayude a comprender las causas y a buscar las mejores soluciones para salir cuanto antes de las crisis evitando caer en los posibles errores que la sociedad (políticos, banqueros y ciudadanos) pudieran haber cometido en aquellos años de la primera mitad del siglo XX.

    Como señala Frederck Lewis Allen en su precioso libro “Apenas Ayer” (titulo original “Only Yesterday”, publicado por Harper & Brothers en 1957. En 1964 se publicó en castellano, que es la edición que manejo, en traducción de Floreal Mazía, por Editorial Universitaria de Buenos Aires, EUDEBA) “en los días alcistas de 1928 y 1929, cuando la compra con crédito y las ganancias accionarias aumentaron temporalmente el poder adquisitivo del pueblo norteamericano, innumerables empresas ampliaron jubilosamente sus instalaciones; la capitalización de la industria nacional se había inflado junto con el crédito bancario. Cuando desaparecieron las ganancias provenientes de las acciones y resultó más difícil encontrar nuevos compradores con crédito, y los hombres y mujeres se preguntaban como harían frente al próximo pago de la cuota del coche, o de la radio, o de los muebles, los fabricantes se vieron obligados a trabajar con sus fabricas ampliadas y demasiado productivas, sobre una base reducida y poco provechosa, mientras esperaban que se recuperase el poder adquisitivo” (pág. 408).

    Este párrafo publicado en 1957 en Nueva York podría perfectamente describir en la sección de noticias de cualquier periódico, radio o telediario, la crisis actual que nos aqueja.

    También en la sociedad Norteamérica por aquellos años el descomunal desarrollo inmobiliario basado en los pagos a plazos y compra-venta rápida de inmuebles para aprovechar la subida de precios, especialmente en zonas como Florida, aleteaba en el origen de la crisis. Las compras se hacían sobre plano y con muy pocas formalidades de garantía

    Frederick Lewis Allen al hacer catalogo de “las enfermedades económicas que sufrían los negocios”, señala, en base a lo expuesto, en primer lugar (de un total de 7 factores) como una de las causas del desastre ” la superproducción de capital y bienes”.

    Pero ¿que es una “superproducción”?. Entendemos que se trata de una producción basa en expectativas falsas o artificialmente infladas y en definitiva y a la larga una producción por encima de las necesidades reales del mercado posible.

    ¿Como se han creado esa expectativas falsas? .Frederik L. Allen lo señala como factor 2 de la crisis de 1929: La creación y mantenimiento de precios artificiales de las mercancías o productos mantenidos por grupos o carteles empresariales: “existían grupos, por ejemplo par el cobre y el algodón; había un pool del trigo en Canadá, un pool del café en Brasil, uno del azúcar en Cuba, uno de la lana en Australia. Los precios artificialmente mantenidos por esto grupos provocaron una superproducción que se tornó tanto más peligrosa cuanto mas tiempo permanecía oculta (…) y cuando llegó el día inevitable de la rendición de cuentas, los precios cayeron desastrosamente.” (Página 408).

    Como consecuencia, en 1930 “los precios de las mercancías se hundieron” y cundió el desastre, no paliado por algunas medidas que se tomaron, como por ejemplo las compras y acumulación de stocks efectuada por la Junta Agrícola Federal. “La producción industrial declinaba firmemente (…) los precios de las acciones volvieron a descender (…) varias casas de corredores de bolsa se tambalearon (…) las compañías de inversiones formadas durante los dichoso días del mercado alcista quedaron hechas polvo, revelando miles antecedentes de granjería (…)”.

    Pero ¿no se están describiendo con estas palabras sobre la crisis de 1929 los antecedentes parámetros y factores de la crisis actual? Estas páginas de Frderick son la descripción de un pasado que bien podrían considerarse la descripción de un futuro que es nuestro presente.

    Pero fijemos bien, son las actitudes y comportamientos sociales “gregarios” basado en comportamientos “individuales” inducidos por dudosos o falso valores los que están detrás de todas esta complejas crisis.

  • III - AQUÍ QUERIAMOS LLEGAR: EL REFERENTE DE MOUNIER
  • Y aquí queríamos llegar. No basta con superar la crisis incentivando el consumo y la producción para volver a donde estábamos e iniciar de nuevo la rueda cíclica de los desastres. Es preciso revisar los valores vigentes en nuestras sociedades. Y en este tema encontramos también una voz premonitoria como la de Enmanuel Mounier.

    En la madrugada del 3 de marzo de 1950 fallecía Manuel Mounier. Con ocasión de su muerte se hicieron diversas valoraciones de su vida, obra y pensamiento, una de ellas fue la que con el título de “La Opción Política” publicó Jean Marie Domenach y que en España editó ZYX en 1968, (junto con otro trabajo de Francois Goguel con el título “Pensamiento Político de Mounier.)

    Pues bien en el citado trabajo de Jean Marie Domenach, bajo la rubrica “”La “ciudad” de Mounier”" afirma el autor:

    Revolución espiritual y revolución de estructuras están enlazadas por Mounier desde el primer editorial y lo estarán hasta el fin, incluso aunque el lenguaje las separe ligeramente. Ante ellas se interpondrá la política (….). Hay necesidad de estructurar la ciudad para terminar con la injusticia y repartir la producción según el trabajo y las necesidades. Es necesario crear ese mínimo vital de bienestar por debajo del cual el hombre no será mas que un esclavo” (citado, página 69)

    Como señala Domenach, el sueño de Mounier ” no es el de una ciudad del bienestar, sino el de una ciudad que de el máximo de posibilidades al desarrollo personal y sabe que es iluso pensar que la sola lucha económica y política puede establecer esta ciudad. Nos separan otros obstáculos de esta meta: la ignorancia, la mentira y las pasiones. (…) Pues esa ciudad no es solamente una ciudad de justicia sino también al mismo tiempo una ciudad de verdad y comprensión” (citado página 72)

    Mounier señalaba claramente su opción: “Mi evangelio es el evangelio de los pobres, jamás me hará alegrarme de lo que pueda dividir el mundo y la esperanza de los pobres. Esto se que no es una política, pero es un primer paso en toda política y una razón suficiente para rechazar ciertos políticos” (Esprit, marzo de 1950, pág.. 546, citado por Domenach en obra citada, pág. 85).

    Dice Domenach que Mounier “practica la regla, heredada de Peguy, de que es indigno oponer mística a política y que los verdaderos debates, los únicos que cuentan de verdad, no se desarrolla más que de mística a mística” (citado, págs. 75 y 76).

    Es pues al servicio del objetivo de terminar con la injusticia y repartir la producción según el trabajo y las necesidades y crear ese mínimo vital de bienestar por debajo del cual el hombre no será mas que un esclavo, como deben reestructurase los instrumentos financieros y crediticios y con esa “mística” debe reestructurase la sociedad orientada al desarrollo personal y comunitario.

    Frente a la “mística” del mercado- autónomo y el negocio especulativo transido de corrupción, debe surgir la “mística”de la economía finalista, entretejida de profesionalidad, ética y valores, orientada a la satisfacción efectiva de las necesidades humanas.

    Madrid 23 de enero de 2009

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