Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Profundizando en Dios

22-Febrero-2009    Antonio Sanchis Pallarés
    Este artículo continúa un interesante diálogo sobre la fe en Dios que había empezado en septiembre pasado y se había interrumpido con el post y debate del 6 de diciembre ¿Actualizar la fe? Precisamente estas páginas fueron escritas el 7 de diciembre de 2008, pero, primero por esperar a que el debate concluyese y después por una serie de incidentes, no han llegado hasta ahora a esta tribuna. El autor no las ha actualizado, sino que las ha dejado como quedaron ese día. Se reanuda por tanto este interesante diálogo…

Querid@s lector@s y escritor@s de Atrio: Vuelvo a agradecer vuestro interés en mis apreciaciones. Pero ahora quiero centrarme respondiendo más expresamente a José Luis Servera, que el 7 de diciembre…

Decía él: “Antonio, quiero aclarar una serie de cosas con motivo de lo que tú afirmas. Contestando a Honorio dices: “Cuanto más discutimos sobre Dios, menos sabemos y cuando más avanzamos en el estudio de la vida más sabemos”. ¿Por qué comparar dos frases en la que en una pones discutir y en la otra estudiar? Ha sido un desliz pero no es juego limpio. También hemos progresado mucho, a pesar de que de Dios sólo se puede hablar metafóricamente, en el conocimiento de Dios. La Revelación no acabó con Jesús de Nazaret, cada vez se va matizando más y mejor lo que creemos que es Dios y su relación con el mundo. Cada vez existen estudios de teología más serios y clarificadores. También tenemos que añadir que una cosa es intentar hablar de Dios y otra un estudio de algo concreto y empírico. No son cosas comparables. Lo comparable sería hablar de Dios o de teorías del sentido y comienzo del universo que lo excluyan”.

Veamos: Admito tu sutil distinción entre discutir sobre Dios y estudiar sobre la vida. Efectivamente, podría entenderse que discutir es una tarea menos seria que estudiar. Discutir sería más de tertulia y estudiar sería más de Universidad o de formulación de una teoría más estructurada. Efectivamente, puedes considerar eso un desliz fruto de una postura previamente instalada en mí. Yo simplemente diría que eso es lo que algunos pueden llamar petición de principio. Reconozco que la carga positiva la haya puesto más en mi postura (estudiar) que en la contraria (discutir). Pero una vez reconocido esto me cuesta más aceptar que eso no sea juego limpio. No acepto lo de juego y no acepto lo de no limpio. Yo diría que no es juego. Y yo diría que es limpio. No es juego porque es serio, trascendente, que afecta a capas íntimas y profundas de cada un@ de nosotr@s.Y es limpio porque lo expongo abiertamente, con sinceridad, con el corazón en la mano.

Una vez expuesto esto, voy a intentar aclarar lo que yo tenía en la cabeza cuando hablaba de discutir sobre Dios y estudiar sobre la vida. Y lo primero que voy a hacer será renunciar a esos dos verbos, para situar a los dos tratamientos en un plano de igualdad. Se trata, por tanto, de profundizar en el estudio sobre Dios y profundizar en el estudio sobre la vida. ¿Estaríamos de acuerdo sobre eso?

Pues bien, he dicho que cuanto más se ha ido profundizando en el estudio sobre Dios menos vamos sabiendo sobre Él. Esto, naturalmente, es serio y exige bastantes aclaraciones. Te voy a exponer las mías, para que veas por dónde va mi teorización, sometida a la crítica de cualquier lector de Atrio.

  • 1.- ¿Qué creíamos saber sobre Dios? Digamos que fundamentalmente lo que nos dice la Biblia y lo que nos ha ido interpretando y transmitiendo la doctrina de la Iglesia. Aunque sospecho que a l@s participantes en Atrio les resultará muy duro admitir todo lo plasmado en el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica editado en 2003. No estaría mal publicar un Catecismo de la Nueva Teología, que fundamentalmente debería expresar lo que la nueva Iglesia, la Iglesia de base, no cree. En lugar de empezar por “Creo en…” debería empezar diciendo: “No creo en…” ¿No es un reto de gran trascendencia? ¿Nos atreveremos a eso? Aunque no necesariamente debería ser todo referido a las increencias, sino que también podría constar de otro capítulo de creencias, es decir, de elementos propios del cristianismo que no han caducado y que conviene resaltar.
  • 2. Yo me atrevo a exponer unas cuantas cosas en las que no creo, y otras que no entiendo. Algunas de ellas pueden indicar que, efectivamente, las ideas tradicionales sobre Dios se han ido modificando y no se han sustituido por otras ideas nuevas.
    • 1.- De entrada, ya no entiendo lo que significa “Dios”. L@s cristian@s deberían hacer un esfuerzo para definirlo mejor, porque lo cierto es que las definiciones o los intentos de explicación no consiguen abarcarlo. Algunos dicen: Dios es inabarcable, porque supera a todo lo que el lenguaje puede expresar. Pero es que si no se explica no se entiende. ¿Dios estaba desde el principio? ¿Desde el principio de qué? ¿Es inteligente? ¿De dónde le brota la inteligencia? ¿Es amoroso? ¿De dónde le brota el amor? ¿Ha dado el impulso al mundo? ¿Ha configurado de tal modo la `primera bacteria que su resultado fuera el que vemos? ¿Ha diseñado el mapa genético? ¿Se puede decir que es persona? ¿Tiene un plan sobre el mundo? Quizá éste sería un buen momento para profundizar y acercarnos con más claridad a la definición de Dios en otros términos, ya que, según decías:

      “Detrás de todo el fenómeno religioso existe una realidad y es que la misma REALIDAD desborda la experiencia y sus posibles explicaciones y esto ha sucedido siempre incluso en los tiempos actuales del conocimiento científico y precisamente el querer explicar este desbordamiento ha dado apertura a la posibilidad de la hipótesis de un Dios. Los grandes físicos que cité, sólo subrayan esto, es decir, que ante la REALIDAD, cabe perfectamente la hipótesis de un Dios”.

      Estoy abierto a escuchar cualquier explicación científica sobre esto. De entrada, hay algunos comentarios a mi escrito que yo suscribiría: Asun, H. Cadarso…

      En mi época de estudiante las cosas parecían estar claras. Pero a medida que se profundiza y se intenta descubrir el significado de las palabras parece que éstas pierden su sentido. Es lo que digo sobre este concepto y sobre todos los demás que siguen: para aprobar un examen dabas una definición de Dios pero ahora compruebas que nada de esto es suficiente. En realidad, cuanto más intentas explicarlo, más se escapa de tus manos y más se resiste a tus conceptos. De modo que, en lugar de decir que cuanto más discutimos menos sabemos voy a moderar la frase para decir: cuanto más profundizo sobre Dios menos lo entiendo, porque voy de una definición a otra y ninguna es satisfactoria; porque todas las definiciones me resultan radicalmente insatisfactorias. Antes me conformaba con cualquier definición y me quedaba tranquilo. Ahora, no.

    • 2.- Tampoco entiendo lo que significa ser “Padre”. El Padre es el que vela, el que ayuda, el que ama, el que sustenta, el que prevé las cosas. Y me pregunto: ¿este mundo y nosotros como personas estamos ayudados y amados por Él? ¿Cómo? ¿Qué es ese amor y cómo se manifiesta? A no ser por las palabras o el sentimiento de Jesús, ¿qué otras pruebas tenemos de que Dios nos ama? Aquí podría extenderme más hablando del problema del mal, pero creo que lo que pudiera decir sobre eso se presupone. Porque lo que yo veo es que la naturaleza provoca los tsunamis y las enfermedades, y son los hombres los que van resolviendo los problemas que eso plantea. Siento decirlo tan crudamente, pero no veo que sea Dios quien lo resuelva. En todo caso, parece más bien que es la naturaleza incontrolada la que los provoca. Algunos dirían incluso que es Dios.Y éste es un tema que resulta algo más aterrador cuando se une al siguiente concepto de “todopoderoso”. ¿Cómo podemos hablar con tanta impunidad sobre la Providencia?
    • 3.- Todopoderoso. ¿Alguien puede explicar esto? De nuevo volvemos a lo mismo. Antes bastaba decir: no hay nada imposible para Dios. Ahora se ve que ése es un concepto inadecuado. ¿Cómo se demuestra o cómo se entiende? En cualquier clase de la asignatura de lógica te tumbarían si pretendieras sustentar esa tesis.
    • 4.- Creador del cielo y de la tierra. Prefiero no hablar sobre eso, pues creo que ya tenéis clara su improcedencia.
    • 5.- ¿Un solo Señor, hijo único… que por nuestra salvación bajó del cielo? Lo siento, pero no he conseguido asimilar nada de estos artículos de fe.
    • 6.- ¿Por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen… y resucitó al tercer día? Prescindo del tema de la virginidad, pues me parece que ahí sí se han hecho avances, y también reconozco que el concepto de Resurrección ya ha sido reelaborado, aunque no sé si asimilado. De todos modos, comprenderéis que es muy duro decir eso, sin más, en un Credo oficial
    • 7.- También está clara la inadecuación de conceptos como “subió al cielo, vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, su Reino no tendrá fin, esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”.
    • 8.- Hay un tema subyacente a todos los demás y es el concepto de salvación. Antes era fácil decir: nacemos todos con el estigma del pecado adherido al cuerpo. Hasta que el bautismo de Jesús nos posibilita liberarnos de esa carga (Creo en un solo bautismo para el perdón de los pecados). Y su muerte salvadora nos permitirá, finalmente, una vida bienaventurada. Esto plantea innumerables problemas: ¿por qué se dice que nacemos con un pecado? Para mí no es más que nuestro modo de ser, fundamentalmente egoísta, de superviviente. ¿De eso te puede librar Jesucristo? Concedamos que la adhesión al Evangelio puede purificarte, hacerte más libre y menos egoísta, más entregado a los demás. ¿Puede ser ése un equivalente de la salvación, la apuesta por la bondad, la generosidad, el desprendimiento, el altruismo, la capacidad de sacrificio por el prójimo, el amor sin límites? Vale, pero no creo que sea ése el sentido que le da el Credo. ¿Por qué eso tiene repercusiones en la otra vida? ¿Qué otra vida? En definitiva: ¿qué significa salvarnos? ¿Salvarnos de qué? ¿Qué tiene que ver eso con la vida humana?
    • 9.- ¿Y los sacramentos? ¿Son inyectores de vida? ¿Qué repercusiones sobrenaturales tiene la confesión? ¿Alguno de ellos tiene capacidad transformativa? Y, ¿qué significa sobrenatural?
    • 10.- Unido a todo esto está el problema fundamental de la oración. Millones de iglesias para rezar. ¿Para qué? ¿Para pedir algo? ¿No conoce Dios nuestras necesidades? ¿O es que al más insistente le concederá más privilegios? ¿Es cierto que si pedimos se nos dará?
  • En fin, me refiero a eso cuando digo que a medida que profundizamos en los conceptos básicos del cristianismo más difíciles se nos hacen de comprender y de aceptar. Me parece que a medida que pasa el tiempo hemos intentado reinterpretar a Dios, eliminando conceptualmente algunos de sus atributos sin haberlos sustituido por otros. Admito que en cuestiones de historicidad del Evangelio se haya avanzado bastante, pero continúo creyendo que con respecto a la definición de Dios más bien nos hemos visto obligados a retroceder.

    En fin, insisto en mi propuesta inicial: ¿Para cuándo un Credo inverso o alternativo? ¿Para cuándo un catálogo de las cosas en las que no creo, de las cosas en las que sí creo (y cómo) y de las cosas sobre las que dudo?

    En cambio, y sin que ello sea ninguna panacea y estemos en mantillas y algunas cosas posiblemente nunca tengan remedio, dada la naturaleza humana, sí que veo que es la humanidad la que se esfuerza en comprender y resolver los problemas de la humanidad: conocimiento del cosmos, conocimiento de las causas de las enfermedades, conocimiento de la naturaleza humana y del funcionamiento del cerebro, conocimientos científicos sobre la raíz de muchos de los males que nos aquejan, vacunas, posibilidad de nuevos alimentos, transportes, comunicación, solidaridad, etc.

    Hasta aquí queda expuesto lo fundamental de lo que quería decir, pero todavía queda un apunte que deseo tratar. Dices, y te lo he oído repetir con cierta frecuencia, que las dos posturas (las del creyente y las del no-creyente) “si son profundas y no simplistas se deben respetar y siempre recordando una a la otra que parten las dos de una opción de fe, porque se cree o no se cree en Dios a través de una apuesta, sin poder atar todos los cabos. A consecuencia de todo ello, si en nuestras posturas no se percibe este profundo respeto, no sólo de palabra, algo falla. Tu Antonio afirmas de buena fe que respetas, pero acto seguido tratas al creyente como si se entretuviese en tonterías inútiles y eso no es correcto”.

    Francamente, no veo que la postura del/de la no-creyente parta de una opción de fe, ni acierto a comprender por qué te empeñas en que sea así. Es realidad, más bien me parece una “contradictio in terminis”, sobre todo si tenemos en cuenta cómo se define la fe, que está sustentada por el principio de autoridad, por más raíces que tenga en la historia del pueblo de Israel y, previsiblemente, en la palabra del mismo Jesús. Es decir, el que cree lo hace porque alguien o algo le ha motivado a ello y eso ha dado lugar a una convicción congruente.

    En cambio, el no-creyente parte de una realidad distinta, tangible, táctil, corpórea, práctica. Su punto de partida es lo que se ve. Eso no quiere decir que tenga resueltos todos los problemas teóricos. Ni siquiera los prácticos. Pero una cosa sí que le caracteriza: el avance de la humanidad está basado en cosas que funcionan: medicina, educación, organización, leyes, gobiernos, avances científicos, instituciones.

    Hay muchas cosas que la humanidad todavía ignora, pero las que ha ido descubriendo la hacen avanzar. Claro que hay corrupción, injusticias, ignorancia, supersticiones, maldad, etc. Pero en definitiva el/la no-creyente se basa en eso, en lo comprobado, y tiende a comprender lo que no está comprobado. Pero eso no es fe ni tiene por qué serlo, sino simple y pura sumisión a la experiencia, siempre abierto a nuevos modos y comprobaciones. No veo por qué a eso se le deba llamar fe más que en sentido figurado, es decir, cierta mezcla de convicción y deseo de que las fuerzas positivas triunfen sobre las negativas. Esa fe sí que la tengo. Y si la otra, la religiosa, ayuda a conseguir estos objetivos beneficiosos a la humanidad, bienvenida sea. Yo ni la veo necesaria ni me siento desamparado por no tenerla.

    En fin, veo que estas sencillas reflexiones han podido cumplir algún objetivo: suscitar alguna duda o alguna reflexión y/o afianzar en su fe a los/las que ya la tenían, la consideran positiva y están arraigad@s en ella. Es para sentirse satisfecho y agradecido.

    Antonio Sanchis, 10 diciembre 2008

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