Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Las lentes bifocales de la Curia romana

23-Julio-2009    Juan Masiá

Elegí este título para presentar, el pasado 4 de Julio en Tokyo, la traducción japonesa del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (Ciudad del Vaticano, 2004). Tres días después, la publicación de la encíclica Caritas in veritate parecía confirmar la hipótesis sobre el estilo curial de dar marcha atrás del Vaticano II, pero usando su mismo lenguaje y manipulando sus textos.

Esta lectura de la retórica de los documentos oficiales eclesiásticos coincide básicamente con la interpretación de los Documentos del Concilio que hace Hans Küng en sus dos volúmenes de Memorias y con el análisis de lo ocurrido en el Concilio según John O Malley. Ya en la misma Gaudium et spes se daba el fenómeno que puede calificarse metafóricamente como centauro bicéfalo: el famoso “no, pero sí” o “sí, pero no”, de la diplomacia vaticana. Últimamente prefiero usar la imagen óptica: lentes bifocales -mitad pre-conciliares y mitad post-conciliares- mal graduadas y mal ajustadas, pero conservando la misma montura postconciliar para salvar las apariencias…

Veámoslo con un ejemplo: la evolución de la Doctrina Social de la Iglesia desde 1891 hasta el presente. Resumo para ello, a continuación, la ponencia citada:

León XIII y Pío XI se esforzaron por hacer que la iglesia volviera la vista hacia la cuestión social, el problema obrero, la pobreza y la injusticia, etc.: cambiaron la mirada.

Pero no era suficiente mirar esas realidades, si se las miraba con las mismas gafas de siempre. Juan XXIII y el Vaticano II hicieron cambiar las gafas, cambiaron el paradigma. Basta fijarse en el modo de hablar de los derechos humanos la encíclica Pacem in terris o el enfoque de Gaudium et spes en su segunda parte: releer el evangelio a la luz de la experiencia y releer la experiencia a la luz del Evangelio (que sería luego clave en la metodología de las teologías de la liberación).

Pablo VI, siempre dubitativo e indeciso, usó a ratos las nuevas gafas (p.e., Populorum progressio y, sobre todo, Octogesima adveniens: las comunidades, en situaciones concretas, disciernen el llamado evangélico a la luz del análisis social) y a ratos las gafas del paradigma anterior (p.e., Humanae vitae).

En la era de Juan Pablo II, el arte de producir documentos de la Curia romana vuelve a tomar las riendas del magisterio e inunda la iglesia con documentos que, citando al Vaticano II, tratan de enterrarlo y resucitar paradigmas anteriores. Mantienen la montura de las gafas conciliares, pero cambian las lentes. Si hubieran puesto las lentes antiguas, habrían chocado. Ponen lentes bifocales y, por cierto, mal graduadas y mal ajustadas. Según las líneas que se citen de esos documentos, se podrán sacar las conclusiones más opuestas, sutilmente preconciliares unas y tímidamente postconciliares otras (Más ejemplos detallados, en mi Moral de interrogaciones, PPC, 2000, pp.80 y ss.: el doble lenguaje del catecismo y el doble lenguaje de la encíclica Veritatis splendor).

El citado Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, según cómo se use, puede resultar un arma de doble filo. Por eso conviene señalar sus luces y sus sombras. Luces: un conjunto de citas sistemáticamente organizadas, resumidas, clasificadas por temas, fácil de usar como referencia. En el reverso de esta utilidad están las sombras: textos pertenecientes a muy diferentes épocas y contextos literarios, históricos y sociales se alinean homogéneamente, en forma resumida, con citas fuera de contexto y forzando sobre el conjunto la impresión de coherencia e inmutablidad: justamente se presume de lo que se carece, para recalcar que no ha cambiado nada y que ya desde antiguo se tenían las respuestas para todo.

Por eso, propongo una lectura de dichos documentos, clasificándolos en tres épocas:

•1) 1891-1961. De León XIII hasta el final de Pío XII

•2) 1961-1971 (ó 1975). Desde Juan XXIII, con Mater et Magistra (1961) y Pacem in terris (1963) hasta los mejores párrafos de Pablo VI en Octogesima adveniens( 1971) y Evangelii nuntiandi (1975).

•3) Desde 1978 hasta la actualidad: sutil vuelta atrás, mezclada con afirmaciones decididas sobre justicia y paz (en las encíclicas sociales de Juan Pablo II).

La década de 1961-71 es la del nuevo paradigma que, nada más nacer, será sofocado ya en la redacción de los documentos del Vaticano II por la minoría curial que de nuevo tomará las riendas, sobre todo en el pontificado de Juan Pablo II, el Restaurador.

Hay un antes y un después de Pacem in terris (a la que apenas cita Benedicto XVI) en la lectura de la “doctrina social de la iglesia” (expresión que se había sustituído por “mensaje social del Evangelio”, de acuerdo con la sugerencia de Chenu, pero al que se vuelve, sobre todo, a partir de Sollicitudo rei socialis (1987), como intento de justificar la preocupación social, pero al mismo tiempo que se rechaza o ignora la línea de las teologías de la liberación.

Si solamente subrayásemos unas cuantas palabras clave (por ejemplo, dignidad humana, bien común, justicia social, compasión y reconciliación, etc.) recibiríamos la impresión de una misma “doctrina social” repetida a lo largo de más de cien años. Pero si leemos esos documentos en el marco de la clasificación epocal citada, notaremos que la misma melodía se orquesta con instrumentos distintos y se armoniza de diverso modo: el paradigma no es el mismo.

Hasta aquí el resumen de la citada ponencia del 4 de Julio. Cuando el día 7 apareció la encíclica Caritas in veritate, ya las dos palabras del título (¿quizás por el prejuicio de mis propias lentes?) me hicieron pensar en la bifocalidad, que ya me había chocado en el “Catecismo del 92″ (al que evito llamar “Nuevo catecismo”, ya que no es nueva más que una parte de sus lentes). En mi primera lectura de la encíclcia Caritas in veritate, me llamó la atención la insistencia en la presunta continuidad y coherencia de la doctrina social. El número 12 sería el párrafo con el semáforo en rojo más prolongado. Dice así:

“La relación entre la Populorum progressio y el Concilio Vaticano II no representa una fisura entre el Magisterio social de Pablo VI y el de los Pontífices que lo precedieron, puesto que el Concilio profundiza dicho magisterio en la continuidad de la vida de la Iglesia (nota n. 19). En este sentido, algunas subdivisiones abstractas de la doctrina social de la Iglesia, que aplican a las enseñanzas sociales pontificias categorías extrañas a ella, no contribuyen a clarificarla. No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, diferentes entre sí, sino una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva (nota n. 20)”.

Si esta cita es la parte de las lentes bifocales en que usa el paradigma preconciliar, la otra mitad de las lentes está en las líneas que siguen a esa cita, en las que se apropia la frase predilecta de la moral de Häring “fidelidad dinámica”, para decir con tono postconciliar: “Coherencia no significa un sistema cerrado, sino más bien la fidelidad dinámica a una luz recibida”. Pero, a continuación, con formulación opuesta a la del .n. 33 de Gaudium et spes, dice: “La doctrina social de la Iglesia ilumina con una luz que no cambia los problemas siempre nuevos que van surgiendo. Eso salvaguarda tanto el carácter permanente como histórico de este «patrimonio» doctrinal que, con sus características específicas, forma parte de la Tradición siempre viva de la Iglesia…Por estas razones, la Populorum progressio, insertada en la gran corriente de la Tradición, puede hablarnos todavía hoy a nosotros”. El n. 33 de Gaudium et spes (que en su primera redacción iba a decir que “la iglesia tiene las soluciones”, acabó por decir que la iglesia no tiene las soluciones, sino saca de la Biblia luz y fuerza para buscar las soluciones todavía no encontradas).

Lo que dice Caritas in veritate en el citado n. 12 ( a mi parecer, en el que más “se le ve el plumero” a los redactores curiales), conecta con otros párrafos. Por ejemplo: el Concilio visto como profundización de “lo que había sido siempre la verdad de la fe ” (n.11), las alusiones indirectas silenciadores de la teología de la liberación (n.14), el modo de “fagocitar” un buen documento de Pablo VI, como la Evangelii nuntiandi, al identificarlo con otro tan lamentable como Humane vitae (.n.15), diciendo que ambos son importantes para “el sentido completo del desarrollo que la iglesia propone” (¡citado con cursiva, para mayor énfasis”!), el rechazo de humanismos no creyentes (nn. 18, 78, etc.), el típico pánico ratzingeriano ante el relativismo (n.26), el recurso facilitón al “pecado original” (n.34), y un largo etcétera..

Tras una segunda y tercera lectura de la encíclica, se confirmaba mi primera impresión. Si me sintiera obligado a una “fidelidad literal”, en vez de a una “fidelidad dinámica o creativa”, tendría que haberme retractado el día siete de lo dicho en la ponencia del día cuatro. Preferí optar por el buen humor y, comparando la encíclica con una paella mixta cometí la travesura de mirar con lupa sus citas de pie de página con el resultado que relato a continuación:

La paella mixta y la ensalada variada son un menú ambiguo, según el sitio. En Valencia y Alicante puede ser maravilloso. En un restautante barato madrileño para turistas, no sabe igual ese plato, ni aun regado con vino del país. Aplíquese el cuento a esta encíclica… “de la casa” y “recalentada”.

Invito a lectores y lectoras con tiempo libre a recorrer las citas de pie de página de la encíclica, jugueteando con las estadísticas. Los ingredientes de esta “encíclica-paella” son tantos que casi no se ve el arroz. Destacaría, entre otros:

Almejas: Más de 35: citas de Populorum progressio.

Gambas: media docena escasa: citas de Gaudium et spes

Pimientos morrones: a mansalva, casi excesivos: más de 65 citas Juan Pablo II

Calamares: Más de 20 citas del propio Benedicto.

Guisantes: citas postconciliares con metralla preconciliar disimulada, ej. la cita n. 13: invita a que leamos a Pablo VI, pero… evaluándolo a la luz del “correcto punto de vista” de la tradición, “patrimonio de lo antiguo y lo nuevo.(Suele ser la manera vaticana de decir lo contrario del predecesor, precediendo la frase “como dijo admirablemente mi venerado predecesor”).

Arroz: de Valencia y Calasparra, pero mezclado con el de China, bueno para tres delicias”, pero menos bueno para paella. La dosis de solidaridad, derechos humanos, ataques a las raíces de la crisis económico-financiera, el salvaguardar de la dignidad de toda persona sin discriminaciones y un largo etcétera es de clase y abundantísima, todo arroz del bueno, aunque los excesivos tropezones no dejen verlo. Pero se mezcla sutilmente con cucharadas de arroces preconciliares,. Como en el Catecismo y en la Veritatis splendor (y hasta en el mismo Concilio), el problema es la mezcla de los dos arroces (el “sí, pero no”; y el “no, pero sí” de la retórica estilo Osservatore romano)
Algún mejillón de los buenos: Unas poquitas citas escasísimas, por compromiso y de pasada, de la Pacem in terris, de Juan XXIII

La encíclica Caritas un veritate repite y confirma la Doctrina Social de la Iglesia, Ha sido valorada por algunos comentaristas como un “giro a la izquierda”; pero, en el fondo, su interpretación del Vaticano II es siempre en términos de continuidad y no de ruptura. He puesto antes el semáforo en rojo en el n. 12, donde dice que “el vínculo entre el Vaticano II y Populorum progressio no significa que el magisterio social de Pablo VI marque una ruptura con el de papas anteriores, porque el Concilio constituye una exploración más profunda de este magisterio dentro de la continuidad de la vida de la Iglesia”. Nótese que lo confirma poniendo una cita de pie de página (la número 19): está tomada del discurso de Benedicto XVI a la curia romana en Navidad, el 22 de dic de 2005, en el que insiste en que el Concilio no es ruptura sino continuidad. Su lectura del Concilio tranquiliza a la minoría de oposición al Concilio.Muy distinta de la lectura que hace H. Küng en sus Memorias, o de la que hace John O, Malley en su libro What happened at Vatican II. Véase también, más breve y muy iluminador (¡merecería traducirse al español!) del mismo John O, Malley Vatican II. Did anything happened, N.York, Continuum, 2007)

En conclusión:

    Aunque la Curia se vista
    Sutilmente de seda…
    ¡Parabién a lefebvristas!:
    Escolástica se queda

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