Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Islam y Occidente: cambio de paradigma

29-Julio-2009    Juan José Tamayo

El discurso pronunciado por Barack Hussein Obama en El Cairo el pasado 4 de junio constituye un cambio de paradigma en las relaciones entre Islam y Occidente: del choque al diálogo de civilizaciones, del enfrentamiento entre culturas al diálogo intercultural, de las guerras de religiones al encuentro interreligioso, de la exclusión por razones étnicas a la inclusión, de la coexistencia a la convivencia, de la competitividad entre los pueblos y los continentes a la colaboración en base a los principios comunes de justicia, progreso, tolerancia y respeto por la dignidad de todos los seres humanos.

La propia experiencia interreligiosa e intercultural de Obama constituye la mejor ilustración de dicho cambio: Obama es cristiano, tiene orígenes familiares musulmanes, durante su niñez vivió en Indonesia, país de mayoría musulmana, en un clima de respeto a la diversidad religiosa y trabajó en su juventud con comunidades de religión musulmana; ha conocido el islam en tres continentes y ahora lo conoce en el lugar donde, según su propio testimonio, “fue originariamente revelado”.

El discurso ha contribuido a quebrar cráneos ideológicos, desmentir fáciles e infundadas identificaciones y e invalidar no pocos de los estereotipos instalados desde siglos en el imaginario social de Occidente, como, por ejemplo, asociar miméticamente el islam con el terrorismo y la violencia, con el machismo y la discriminación de la mujer, con el integrismo, el fanatismo y el fundamentalismo, con la hostilidad hacia Occidente, con la oposición a la democracia y la negación de los derechos humanos, con el retraso cultural y el tradicionalismo religioso, con el totalitarismo religioso y con la negación de la libertad religiosa. Ciertamente fenómenos de ese tipo se dan en el islam como en otras religiones y culturas, pero y no pertenecen a la naturaleza del islam, sino que son graves patologías.. ¿Alguien osaría afirmar que el terrorismo, el machismo, el integrismo y la falta de libertad religiosa constituyen la esencia del cristianismo? Si lo hiciera, sería acusado inmediatamente de demagogo y falseador de la religión cristiana. Y, sin embargo, sí se hace con el islam constantemente, de manera impune y sin rubor.

Frente a la tendencia generalizada en nuestro entorno cultural a contraponer Islam y Occidente como dos civilizaciones en permanente enfrentamiento, Obama defendió que “Estados Unidos y el Islam no se excluyen ni están en competición”, subrayó en varios momentos del discurso que el Islam es parte de la historia de su país y de Occidente, y reconoció las aportaciones irrenunciables que hizo a la cultura occidental, hasta afirmar que “preparó el camino para el Renacimiento y el Siglo de las Luces en Europa”. Especial importancia tiene la referencia elogiosa a la tolerancia en Andalucia (al-Ándalus) y Córdoba, en plena sintonía con el filósofo iraní Ramin Jahanbegloo, que habla elogiosamente del “paradigma Córdoba” como modelo de convivencia, tolerancia, diversidad religiosa, cultural y lingüística, no exento, no hubo ningún error cuando, en su discurso de El Cairo, Obama habló del clima de tolerancia “en Andalucía y Córdoba durante la Inquisición”, como han jaleado erróneamente algunos medios de comunicación. Según ha demostrado brillantemente el filólogo Antonio Ruiz Castellanos, Obama se refería al clima inquisitorial que dominaba en en Bagdag en aquella época, al que contrapuso el clima de tolerancia reinante en al-Ándalus durante el califato de Córdoba.

Los presidentes de Estados Unidos son propensos a confesar en público sus creencias religiosas, a citar textos sagrados, la mayoría de las veces de las Escrituras Cristianas, y a referirse a Jesús de Nazaret como ejemplo a imitar. Obama fue más plural en las referencias religiosas: recordó al patriarca Abraham, -en el origen de las tres religiones monoteístas-, hizo mención de sus tres profetas más importantes, Moisés, Jesús de Nazaret y Muhammad, y citó textos –bellísimos, por cierto- del Corán, de la Biblia hebrea y de la Biblia cristiana en favor de la paz.

El discurso de Obama en El Cairo constituye una lección magistral de interculturalidad y un ejemplo de dialogo interreligioso, y marca el camino a seguir en la búsqueda de la utopía de otro mundo posible en clave intercultural, interreligiosa, interétnica e interlingüística. Pero, ¿resulta creíble? Para que lo sea, tienen que darse algunas condiciones. Una, renunciar de una vez por todas a la doctrina excluyente del “Destino Manifiesto”, tan próxima a la teología fundamentalista judía del “pueblo elegido”, al tiempo que tan arraigada en la ciudadanía estadounidense y tan cara a los presidentes norteamericanos. Otra, respetar la libertad religiosa, la igualdad de todas las religiones y la diversidad cultural en su propio país, lo que implica no demonizar, criminalizar o culpabilizar a las minorías religiosas, culturales, lingüísticas y étnica, especialmente al islam. Y la más importante, pasar del discurso programático a la acción política para hacer realidad el programa propuesto.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, de la universidad Carlos III de Madrid y autor de Islam. Cultura, religión y política (Trotta, Madrid, 2009)

(EL PERIODICO DE CATALUNYA. 27 de julio)

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