Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

¿Cómo sería la religión sin magia?

09-Septiembre-2009    Héctor Rodríguez Fariña
    Empezó este texto como un comentario a los de Juan Luis Herrero recientemente publicados aquí. Resultaba demasiado extenso y el autor lo consultó a ATRIO. Decidimos de mutuo acuerdo presentarlo como una nueva entrada. Nos felicitamos de esta colaboración de un amigo tinerfeño y esperamos que no sea la última. Somos todos buscadores de la realidad última y los tanteos de los demás nos interesan para concienciarnos de ella.

Cuando Nietzsche presentó al loco que salió gritando a la calle “Dios no existe porque yo lo he matado, porque nosotros lo hemos matado”, el gran filósofo del siglo XIX buscaba una imagen que le ayudara a explicar su convicción fundamental: el hombre de la Modernidad ya no necesita la religión. Él entendía que en épocas anteriores de la historia y aún en la Edad Media la religión había sido sentida como una necesidad para sobrevivir en un medio adverso. El nuevo hombre de la revolución industrial y el progreso se ha encontrado a sí mismo y no precisa el apoyo de lo sobrenatural. Nietzsche sabía muy bien que su idea no iba a ser fácilmente aceptada. Por eso el loco al final de la historia repetía “He llegado demasiado pronto. No es aún mi hora. Este gran acontecimiento está en camino, todavía no ha llegado a oídos de los hombres”.

Juan Luis Herrero del Pozo trata de explicar en su obra qué es esa envoltura, que lleva a las distintas “religiones” a convertir lo religioso en un producto indeseado y totalmente inaceptable. El autor se pregunta qué habrá pasado al mensaje eterno de Jesús de Nazaret para que en los últimos trescientos años haya sido tan mal entendido y hasta rechazado por los grandes pensadores de la Modernidad y hasta por los pobres y los oprimidos. Juan Luis llama magia a esa envoltura en la que la religión viene como empaquetada. Si Nietzsche hubiera conocido una religión sin magia, y hubiera llegado así al mensaje auténtico de Jesús de Nazaret, es muy posible que lo hubiera aceptado. En su contenido habría descubierto el sentido más completo de la vida que él tanto amó.

A Jesús le costó pagar con su propia vida su intento de despojar la religión de sus antepasados del ropaje con que ya había sido encubierta para así seguir exponiendo su nuevo proyecto de vida caracterizado por una entrega total al Padre y un amor inquebrantable a los hermanos. Se trataba de llevar a las últimas consecuencias la convicción de que la creación supone ya la salvación total de cada uno y su compromiso personal en la salvación de los demás. Esta salvación implica por lo tanto la opción por los pobres y la justicia.

Los publicanos y los fariseos se dieron cuenta de lo que Jesús se traía entre manos. Quería privar a su propia religión de algo corrupto que ellos no sabían detectar ya que iba mezclado con los preceptos y miles de normas que les servían como instrumento para mantener su autoridad y para la sumisión injusta del pueblo. Jesús se mantuvo firme aunque sabía que todo aquello le iba a costar la vida. Jesús en la Cruz es el aval del nuevo proyecto.

¿Qué es la Magia?

¿Cuál es elemento extraño que haría falta eliminar para que el mensaje de Jesús volviera a brillar en todo su esplendor? Nada lo explica mejor que el relato del libro de Josué cuando Dios paró el sol para permitir que siguiese la batalla en que los israelitas, al mando de Josué, vencieron a los filisteos. Defender la tesis de que el sol estaba inmóvil y la Tierra giraba alrededor de él era ir en contra de lo revelado por Dios.

Aquello hubiera sido liberar a la religión de su poder mágico. Galileo fue el hombre que se enfrentó abiertamente contra la magia de la religión. Esto iba a suponer para él un trauma ya que estaba atacando todo un sistema religioso. El elemento mágico que contenía servia para mantener en pie la estructura medieval de la Jerarquía. Se estaba atacando su autoridad y poniendo en peligro el sistema.

Galileo va a tratar de demostrar que además del Libro Sagrado está también el Libro de la Naturaleza, y ambos han sido creados por Dios; y que el lenguaje en que éste está escrito es el de las Matemáticas y sus letras son triángulos y círculos, lo que los científicos llaman las leyes de la Física. La cuestión estaba en saber interpretar lo que dice la Biblia, que, siendo una obra literaria, usa de metáforas. Galileo afirma que el libro de la Naturaleza (la Ciencia) es el adecuado para tratar de comprender el Universo. Como a Jesús, esto le costó muy caro a Galileo que fue relegado y obligado a renegar de sus principios científicos.

¿En qué consiste esa carcoma insidiosa que llamamos magia?

No se trata por supuesto del entretenimiento inofensivo en la plaza del pueblo haciendo desparecer de un sombreo el conejito que antes estaba dentro, ni de sacar de un paquete de cartas por arte de magia el rey de bastos que tú habías pedido. Tampoco es la magia del antropólogo, una magia que es fuerza de la naturaleza que exige y pide para hacer desaparecer el miedo. Esta queda perfectamente diferenciada de la religión que es relación con el ser supremo al que sólo pide.

Magia y Religión

La magia de Juan Luis se da simultáneamente con el sentimiento religioso al que se halla íntimamente unida. ‘Magia’ sería, pues, la exigencia que pone el hombre en su relación con ‘dios’ para obligarle a que intervenga en la las leyes de la naturaleza. Josué quería destruir al filisteo y le exigió a Dios que respondiera a su deseo. Ese ‘dios’ pequeño y antropomórfico ya no existe y, como dice Nietzsche, ya ha muerto.

El Dios de Jesús de Nazaret nos mantiene, no interviene. Él es el Padre que con Jesús y todos nosotros es una misma cosa. Ese Dios, el Todo, el Transcendente es la fuente de todo lo que existe y lo que existe es como el agua que corre y salta caprichosa sobre las rocas, alegre y cantarina como queriendo con sus reflejos y sus voces agradecer continuamente a la Fuente de su existencia el sentirse mantenida. De vez en cuando mira hacia atrás en la dirección de la Fuente para sentirse dependiente y libre a la vez y así elegir su curso.

Cuando nos preguntan “¿qué es la religión?” respondemos alegremente que es nuestra relación con lo sobrenatural. Bonita definición si alguien nos explicara antes qué es eso de “lo sobrenatural”. La creación supone la existencia de la materia sagrada que sale como el chorro de la fuente. De la materia y su cara más esplendorosa, la energía, va surgiendo todo lo demás por la fuerza impresa en ella. Como dice Teilhard de Chardin, ese principio primordial, la pre-vida, lleva ya en sí misma su interioridad que luego llegará a ser vida, razón, amor, todo. No hay lugar para la duplicidad de lo natural y lo sobrenatural. El dualismo supondría ya la presencia del elemento mágico.

¿Cómo se inserta la magia en la sociedad?

Los sociólogos que intentaron dar respuestas a las nuevas preguntas que surgieron después de la II Guerra Mundial descubrieron un concepto que explica muy bien la aparición del elemento mágico en la religión. Cualquier grupo humano, dicen ellos, necesita para sobrevivir la construcción de un mundo de significados. A esto lo denominan la construcción social de la sociedad. Ante las situaciones limite, ante la muerte, en tiempos de hambre, frente a las grandes catástrofes naturales, surge el miedo y hacen falta defensas espontáneas exigiendo explicaciones, relacionando la existencia humana con el más allá. Para sobrevivir vamos acumulando en esa construcción mental de la sociedad valores como el sentimiento de familia, el honor, la defensa de la propiedad privada, la cohesión dentro del grupo humano y tantos otros. Por encima de todo esto está la experiencia universal del sentido de la vida y la permanencia del yo. Se impone buscar una respuesta, buscar sentido, surge la necesidad del ser supremo de un poder infinito que nos puede salvar y que nunca falla.

Hasta aquí todo bien. Es entonces cuando aparece un nuevo elemento, el miedo, ¿y si me fallara el ser supremo? Si en este momento se llegara al concepto limpio de la salvación, estaríamos salvados. Pero el miedo lo invade todo. Hay que asegurar la salvación buscando medios seguros a los que el ser supremo responda invariablemente. Esto es la magia ya incrustada en la religión. La religión ha sucumbido bajo el poder insidioso de la magia.

Religión sin Magia y la construcción del Reino.

La salvación que aparece radiante en Jesús es la Fe. Pero… los dogmas, los sacramentos, los preceptos, las estructuras eclesiásticas, todo ello va impregnado precisamente por una falta de Fe: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18, 33-37). Este mundo esta infectado por la magia, hay que superar la magia para llegar al concepto de salvación. Pensando en el la carga de la magia un lectura del mensaje de Jesús nos haría descubrir cómo ese es el elemento que grava todo el montaje religioso de su tiempo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28-30).

El capítulo de Pagola en “Jesús“sobre las parábolas del Reino es luminoso. El Reino esta en medio de nosotros cuando la Fe alimenta nuestra vida totalmente y nos comprometemos seriamente en la tarea de la construcción del reino

Es difícil que en ese momento no aparezca ya el elemento mágico en la religión. “Sálvanos, Señor, que perecemos”, pedían y exigían los discípulos a Jesús. Les extrañaba que siguiera dormido, “¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?” (Mat 8:27-29). Preciosa descripción de la exigencia buscando la solución externa a los problemas humanos. La religión es como una droga que nos deja sólo con “a Dios rogando”… De ahí que Marx considerara la religión como el opio de los pueblos.

Despojar a la religión de su elemento mágico supone volver a vivir la Fe con autenticidad, como unión intima con el Padre, recreándonos en la Creación eterna, repitiendo con San Juan de la Cruz:

    “Mil gracias derramando
    pasó por estos sotos con presura
    y, yéndolos mirando,
    con sola su figura
    vestidos los dejó de su hermosura”.

El misticismo de Fray Juan provocó las sospechas de la jerarquía y fue encerrado en la mazmorra conventual. Fue allí donde escribió este famoso poema.

Esta fe la única verdadera fe no es la que les damos a nuestros fieles en nuestros sermones y catequesis. Nos cuesta menos presentar en el mercado común la mercancía envuelta y enlatada en la envoltura mágica que lo hace todo mucho más atractivo, procesiones, romerías, festejos populares, fuegos artificiales en honor del santo del pueblo. Esto es la religión que llena las iglesias.

Si nos dedicamos a presentar la verdadera fe de la unión con Dios, de la entrega a la liberación del oprimido y de la justicia esto sólo valdría para un puñado. Los curas que se conformaran con eso serian rápidamente amonestados. Por otra parte la religión sin magia supondría una entrega total a la construcción del Reino y esto exige sacrificio, ser capaz de venderlo todo para seguir a Jesús. San Pedro se dio cuenta y casi se echa atrás.

Estimo que Juan Luis Herrero del Pozo no quiso presentarnos en su libro una exposición detallada del nuevo paradigma con un cuerpo de doctrina sólido que justificara sus afirmaciones. Esa nueva construcción teológica no hubiera necesitado de un estudio de la magia porque esta es sólo el elemento negativo que hay que erradicar. El nuevo paradigma sigue expuesto a discusión y en él caben todas las teologías que acepten los elementos esenciales del cambio. La Teología de la Liberación por ejemplo representa una experiencia de vida conmovedora y aleccionadora que hay que saber aprovechar siempre que como señaló Juan Luis Segundo certeramente siga apuntando hacia una verdadera Liberación de La Teología.

Conclusión

El objetivo del libro es principalmente hacer ver que la magia, mientras siga presente en un contenido religioso, impide cualquier otro esfuerzo de estructuración estudio. Desde Atrio nuestra tarea actual supone asimilar los conceptos básicos de esta asignatura, “Religión sin Magia”, para así poder seguir adelante con la inmensa tarea del curso siguiente que nos espera. Que no tengamos que repetir después de casi 150 años con el loco de Nietzsche: “He llegado demasiado pronto. No es aún mi hora. Este gran acontecimiento está en camino, todavía no ha llegado a oídos de los hombres”.

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