A punto de estrenarse la películo “El Código da Vinci” ha empezado la gran contraofensiva a este “ataque al cristianismo”. Así lo han calificado ya los obispos peruanos. Otros, más inteligentes, plantean el impacto mediático de la novela y de la película como “la gran oportunidad” para dar a conocer a Cristo o a la Obra. Así lo plantea el arzobispo Amato según El País de hoy y algunos dirigentes del Opus Dei en el tema de portada que la revista TIME les ha dedicado el 24 de Abril. Sería muy útil reflexionar sobre todo lo que implica este “boom”. El comentario del peruano Franz Wieser es el primero que hemos recibido. Esperamos más aportaciones y comentarios que iluminen el tema en ATRIO.

Preferible que haya escándalo a que pierda la verdad
(Papa Gregorio el Grande)

La Conferencia Episcopal Peruana ha expresado su repudio por la inminente puesta en escena de la película El Código da Vinci y por la publicación sobre el hallazgo del manuscrito del Evangelio de Judas. En estos hechos los obispos ven “intenciones tendenciosas de atacar al cristianismo y lograr grandes ganancias económicas.”

No se puede negar que la Novela de Dan Brown, en la que se basa la película, sea tendenciosa, incluso contra el cristianismo como se ha desarrollado y transformado en el tiempo. Lo que no se puede decir, que la obra ponga en duda al Cristo histórico en su mensaje libertador.

Incluso la extraordinaria aceptación que experimenta la obra de Brown y que va tener la película, tienen el mismo fondo de desconfianza a la tradición oficial y de la búsqueda de la verdad. En esto coincide con muchos católicos que esperan y luchan por una auténtica reforma.

Una novela a menudo contiene un mensaje, aunque no pretende ser historia en el sentido estricto. Los mismos evangelios canónicos comparten esta forma literaria, esta “tendencia”. Lo que importa es saber descubrir el mensaje, difícil ciertamente para una sociedad tan débil en poder analizar textos y mensajes, como la nuestra. También esta deficiencia es parte de una tradición política y religiosa que más insistía en la subordinación que en la conciencia y la responsabilidad personal.

Si los líderes de la Iglesia fuesen más honestos, tomarían las cosas como un llamado para examinarse a si mismos en el espejo de estas signos de los tiempos y, ante todo, del Evangelio de Jesús de Nazaret. Si Jesús eestaba o no casado con María Magdalena, no le quita nada del respeto y de mucho más que le debemos, a menos que el amor humano no sea algo sucio, como por siglos se sostenía y, en el fondo se sigue insinuando.