Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Nos gusta la crisssisss

22-Octubre-2009    Honorio Cadarso

Digámoslo así, con esa ese “silbada, sibilina, juguetona, prolongada” que suele utilizar un alto personaje de nuestro mundillo político al pronunciar tan malhadado palabro… Y acto seguido añadiré unos comentarios de barra de bar, de sobremesa de domingo, de momento de relax y de encuentro entre amigos.

  • Lo primero que llama la atención en los debates que genera la crissis es la radical diferencia de enfoques de la derecha y de la izquierda “parlamentarias“, que para algunos son las dos derecha, una más y otra menos, pero derechas las dos…
  • La derecha-derecha alega que las ayudas en dinero no hay que dárselas a los parados, porque no invertirán el dinero que se les dé; se lo gastarán en comer o en beber; que es más eficaz dárselo a los capitalistas, que invertirán, y así crearán puestos de trabajo y riqueza. Sería lógica exigir a esos capitalistas garantías de que el dinero que se les diese lo van a invertir efectivamente; pero la derecha no dice nada de garantías. La derecha-derecha confía ciegamente en la buena voluntad del capitalista. O pretende meternos el dedo por el ojo…

    La derecha-izquierda, por su parte, sin olvidar la ayuda a los bancos y a los capitalistas, subraya la necesidad de ayudar a los parados para que no se mueran de hambre y puedan subsistir. Este enfoque, uno diría que tiene su lógica; las ayudas que se dan a los parados ayudan no solo a que estos subsistan, sino también a mantener y elevar el nivel de consumo, y es evidente que el consumo tira de la producción y de toda la maquinaria de la economía.

  • Lo segundo que llama la atención, mucho más que lo primero, es que tanto los unos como los otros parecen empeñarse en mantener la misma receta económica que nos ha llevado a la crisis actual y al riesgo de cambio climático y agotamiento de los recursos del planeta.
  • Por ejemplo: se habla de Magna y de Opel, de Seat, de que hay que sostener la industrial del automóvil. Se ayuda a la venta de coches con planes Renove…Es decir, hay que mantener a toda costa y aumentar el parque automovilístico que envenena la atmósfera de CO2, que produce el calentamiento global; hay que mantener y aumentar el nivel de consumo de petróleo que conducirá en pocos años al agotamiento de las reservas de petróleo, hay que construir más autopistas y más líneas de TAV…Las inversiones en coches movidos con energías limpias, en la búsqueda de energías no contaminantes, son mínimas…
    ¿Cómo se puede salir de la crisis con esta fórmula? Hasta cuándo vamos a vivir por, para, con, de, en, una economía basada en la fabricación de automóviles?

    Pero hay más. También se intenta mantener indefinidamente un nivel de industria del ladrillo que nos lleva a construir y poner en el mercado muchas más viviendas de las que necesitamos, a mantener vacíos y sin utilizar cientos de miles de viviendas, a invadir territorio que deberíamos dedicar a arbolado, parques, agricultura…y consagrarlo al ladrillo…
    Indudablemente, para salir de la crisis es preciso como una de las primeras medidas “racionalizar” el uso de las viviendas ya construidas y construir en la medida de lo necesario, respetando al máximo el medio natural.

    Esta propuesta de volver al encuentro con la naturaleza conlleva un nuevo beneficio y corrección que considero de importancia.
    En contraste con la cultura de nuestros abuelos, que se basaba en el consumo casi exclusivo de los bienes que ellos mismos producían, la cultura que nos ha condenado a pasar sin remedio por los supermercados, dejar allí casi todo nuestro dinero, y coger de allí casi todo lo que vamos a consumir. En plan rebaño total; hemos descendido del nivel de productores-consumidores dueños de nuestras decisiones al de ovejas que comen la hierba que se les pone delante… Porque un supermercado es eso: una campa, un pastizal, un pesebre, y el pastor, el gañán que administra campas y pesebres, el gran capital. Comemos donde nos mandan y lo que nos mandan, descomemos a la hora y en el lugar y con la calidad de eyecciones que nos mandan, tomamos los potinges y venenos que nos mandan, sea colza, sea legionella…sea…
    Y uno piensa que ni tanto ni tan calvo. Ni la autarquía de nuestros abuelos y nuestros caseríos, ni el aborregamiento de hoy. Hay un término medio, una cierta independencia y un cierto derecho a decidir, a elegir, a cultivar por nosotros mismos. A reconquistar una mínima parcela de nuestra libertad…

    Indudablemente un cambio así perjudicaría los intereses de las grandes superficies y los capitalistas gritarían que estamos provocando el paro y el desempleo de cajeras y abastecedores de supermercado. Como también provocaríamos desempleo si limitamos la producción de automóviles, la construcción de carreteras, la fabricación de pócimas para la legionella y para el aceite de colza. A veces razonamientos así producen unas ganas enormes de reír, o de llorar. Depende…

  • Tercero: Nuestra filosofía del ocio está centrada en el consumo desmesurado de bienes y servicios dedicados a dicho ocio: como son viajar, viajar a toda costa, cuanto más lejos mejor, con el objeto de mantener en movimiento una flota de vehículos aéreos, terrestres y marítimos, y un nivel máximo de consumo de recursos energéticos.
  • Asimismo, en el devenir diario o de fines de semana, nos centramos en actividades deportivas que no conllevan casi ningún encuentro, interacción o diálogo con el medio natural que nos rodea. Consumimos energías y calorías de nuestro cuerpo por consumirlas, sin ninguna proyección concreta. O bien nos desahogamos en espectáculos deportivos estúpidos…
    Tal vez podríamos pensar en cultivar la tierra, en plantar árboles y limpiar los bosques, en mil actividades que nos pondrían en contacto y en diálogo con la naturaleza, permitiéndonos así recuperar todos los elementos saludables que este encuentro con la tierra nos reportarían. Que de paso nos liberarían de muchas enfermedades físicas y de muchas más enfermedades mentales; reconozcamos que andamos mal de la cabeza porque no tomamos el aire…Contemos entre ese placer del reencuentro con la naturaleza, por ejemplo, el incalculable placer de consumir, comer, utilizar cosechas que nosotros mismos hemos cultivado, herramientas que nosotros mismos hemos fabricado, el incalculable placer de ver crecer ante nuestros ojos plantas, árboles, bosques que nosotros mismos hemos plantado.
    Tal vez podríamos poner nuestra mirada y nuestra atención, cuando vamos en búsqueda del ocio, más que en Tailandia o Mongolia, en los secretos de las montañas que tenemos a la vista de nuestras ventanas, de nuestro propio país, de nuestro propio continente…

  • Cuarto: puesto que el petróleo se agota, urge buscar energías alternativas, y que estas sean limpias. Buscarlas y ponerlas en explotación. Por aquí tiene que avanzar la “I más D”.
  • Puesto que una gran parte de nuestros recursos se consumen en desplazamientos para ir al trabajo, para ir a la compra, para llevar mercancías de una factoría a otra…(recuerdo en este momento que el País Vasco fabrica componentes del automóvil para todo el planeta…), importaría mucho simplificar los procesos productivos y la distribución de viviendas y comercios en orden a acortar las distancias a recorrer cada día. Importaría mucho primar el transporte público frente al abuso del automóvil particular… El caso es que el personal político y gobernante no se cansa de decir todo lo que están haciendo en estas direcciones. Pero a la hora de la verdad, el vehículo privado sigue mandando, y la industrial del automóvil se lleva casi todos los dineros. ¿En qué quedamos?

  • Y quinto y principal. En el sistema en el que vivimos, señores míos, las últimas decisiones no las tona la mayoría, no las toman los gobernantes, las toman los dueños del capital, que por supuesto no piensan en solucionar los problemas, sino en seguir ganando más y más y más. Es ése el factor que hay que revertir, el poder de decisión debe volver al estado, y el estado debe ser el gestor de la voluntad y de los intereses de la mayoría.
  • Todo esto, señores teólogos de Atrio, puede que no sea el evangelio…o puede que sí! Puede que sea parte de lo que Jesús le diría, hoy y aquí, al joven rico.

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