Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La guerra de las culturas

06-Diciembre-2009    Gabriel Sánchez
    Por un referéndum de iniciativa popular en veintidós de los veintiséis cantones de la Confederación Helvética, se prohibió la construcción de nuevos Minaretes en el País.
    Si el Islam no fuera una teología de la liberación, no se le declararían enemigos los opresores del mundo. Abdeljabir Molina

La fudamentación dada por la Unión Demócrata Federal-UDF es que “son el símbolo aparente de una reivindicación política religiosa del poder que cuestiona la reivindicación de los derechos fundamentales de la población Suiza. Si bien el Vaticano condeno la votación al igual que la mayoría de los partidos políticos europeos, con excepción de los ultraderechistas franceses, con Jean-Marie Le Pen a la cabeza que habló de una “decisión sabia del pueblo suizo en defensa de sus derechos y valores nacionales y europeos” y propuso que en Francia se lleve a cabo un referéndum similar.

La ascendente extrema derecha holandesa se pronuncio en el mismo sentido, en cambio el partido verde helvético va a llevar el caso a la corte europea de derechos humanos, porque dice que esto viola el principio de la libertad religiosa.

Noémi Michel, doctora de ciencias políticas de la Universidad de Ginebra dijo “…Más que los Minaretes como construcción arquitectónica, estos extremistas apuntan a la comunidad musulmana como tal…Si bien la inmigraciones desde países musulmanes es relativamente nueva en Suiza, en total no llegan a los 400.000, un 5% de la población.

Pero en el imaginario suizo el miedo a la islamización esta cada vez más presente en realidad la prensa se preocupo más de la afectación de la imagen del país por esta decisión que por el hecho profundo que simboliza: el ascenso del racismo”.

Michel dice que es de prever más medidas de cortes racistas y xenófobas que serán presentadas por este pequeño grupo evangelista, que ya ha anunciado que planteará una propuesta de referéndum para “inscribir la cultura Judeo-Cristianas como la cultura de referencia del país”… La misma cuestión se está planteando en Francia, donde el tema de la inmigración entró de lleno en la campaña electoral, lanzándose un debate sobre la identidad nacional “que es ser Francés”.

Mientras, está en marcha una propuesta para prohibir el uso de la burka (el velo integral prescripto para la mujer musulmana)

Hasta aquí he presentado la síntesis del artículo Racismo a la Suiza, artículo publicado en el semanario uruguayo Brecha en su edición de 4 de diciembre del 2009- Pág. 39)

Voy a continuar, a partir de este hecho, con mi reflexión personal.

La cultura dominante en occidente, se está volviendo racista, nacionalista, pratiarcal y explotadora; estos aspectos que la definen están apoyados en un verdadero resurgimiento de una cosmovisión del hombre y de la historia, muy vinculada a la Europa Carolingia, que se configura en la verdadera génesis de un fenómeno que se está extendiendo en determinadas regiones y en determinados grupos humanos, del que el referéndum Suizo es un síntoma… Pero en realidad éste, es un nuevo fenómeno emergente, más totalizador, devastador y que pretende una suerte de neorestauraciòn cultural, cuyo cuño se asienta en la tradición de las concepciones culturales de la vieja Europa, pero con un matiz moderno, la negación de las manifestaciones propias de las otras culturas… Esto no sólo abarca el campo religioso, abarca mucho más aspectos de la vida y de las relaciones de los hombres y los grupos humanos, incorpora aspectos de la vida cotidiana, desde la vestimenta, hasta el color de la piel, comida, los olores, los colores y también aspectos económicos o políticos esta nueva restauración se sitúa en el corazón de la vinculaciones humanas, inficionándolas con sus dinámicas…

Es obvio el enraizamiento en determinadas poblaciones de este fenómeno que intenta restaurar la “Cultura Judeo-Cristiana”, con una concepción ultraconservadora de la misma y en su reclamo de un espacio cultural puro, y que desata una verdadera guerra contra todo el resto de las culturas presentes en su esfera de realidad, reclamando mucho más que ser una cultura de referencia. La praxis que desarrolla nos indica que se busca la imposición de algo que ellos llaman Cultura Judeo-Cristiana, como una cultura de vigencia legal y la prohibición de todas las manifestaciones sociales, de cualquier otra cultura, en especial las de vertiente musulmana…

En realidad es el mismo planteo que, del otro lado del charco, ha desatado una devastador culturicidio de las naciones indomericanas, es el dominio absoluto del espacio geográfico, religioso, filosófico, ideológico, social, político y económico y esto sólo es posible extirpando a los otros, en una especie de cruzada santa, que toma aspectos diversos en África, en Asía, en Europa y en Suramérica, pero que tienen la misma alma y el mismo corazón, el mismo fundamentalismo de Jean Marie Le Pen; es el que practican las multinacionales, en complicidad con los gobiernos y oligarquías locales, cuando despojan, criminalizan, reprimen, arman causas judiciales falsas y asesinan a las comunidades indo y afroamericanas.

Un abuelo de mi barrio, antiguo combatiente de la segunda guerra mundial, dijo: esto se parece tanto a la preguerra. Estamos asistiendo a un fundamentalismo devastador, con una movilización sin precedentes, incluso desde el punto de vista militar, que se maneja con extrema ferocidad, en la extirpación y destrucción de las culturas antisistémicas, que son todas las “otras” que no sean aquello que los neoconservadores llaman cultura Judeo-Cristiana.

Pero parece poner especial hincapié en la extirpación de las culturas musulmanas. Lo curioso es que lo que estos fundamentalistas fanáticos llaman cultura Judeo-Cristiana, no tiene nada de Judía, ni de Cristiana; son creaciones de occidente, que bastardea el corazón del mensaje fundamental de esas religiones y que incluso tienen el rechazo de las Iglesias cristianas.

Es una adaptación que fue tamizada a través de la historia occidental y que nos enfrenta a una neo Cultura Judeo-Cristiana, que difiere en muchos aspectos de lo que tradicionalmente conocemos con ese nombre.

El que en Suiza sea mayoritaria la postura de cultura única es alarmante y va más allá del natural racismo de la sociedad suiza; se sitúa en el plano de negar a una cultura su existencia publica a través de sus manifestaciones en un determinado territorio, como forma de exorcizarla, paso previo a la extirpación, fenómeno éste tan emparentado a la resignación del comando norteamericana, ante la enorme matanza de civiles como daño colaterales en Afganistán; son parte de un mismo síndrome que parece preconizar, que sólo es posible la existencia de la cultura Judeo-Cristiana-Blanca, por ponerle un agregado que la diferencia de la tradicional acepción del concepto.

Parece que el mundo se esta armando y la polarización cultural no dará espacio a la paz, por eso urge el multiculturalismo, el ejercicio de la recepción del otro por todas las sociedades, especialmente en la vieja Europa, en donde el fenómeno está haciendo eclosión. Es el tiempo de que el europeo de a pie, es decir el pueblo de Europa, con sus gestos, con sus posturas, con sus palabras y con sus acciones, proponga desde su natural humanismo, la postura de la multiculturalidad. Es tiempo para desatar un espacio en donde todas las culturas puedan converger y convivir, Si el pueblo de Europa se compromete en un creativo esfuerzo por dar a luz este espacio, se podría cambiar el desenlace previsto en la historia cercana ; y esto con el Islam y todas las demás culturas.

Porque tal vez el quiebre de esta neorrestauración en Europa, como tantas veces, pueda proyectarse a la lucha de otras regiones y confrontar a la cultura dominante Judeo-Cristiana-Blanca, desde Afganistán, hasta el Sahara, desde Palestina, hasta el corazón de la selvas y la llanuras latinoamericanas.

El impulso de los pueblos de proclamar el mestizaje cultural, racial, religioso, es el grito nuevo, de una liberación que todos queremos impulsar, en la recepción empática y profunda de la enorme riqueza que nos aportan las “otras” culturas, que no significa despreciar la propia, sino integrarla, en el compartir esencial que es un signo de una humanidad de encuentro, que va desinflando ese proyecto fundamentalista, que busca la humanidad del desencuentro y que terminará con un guerra cultural de exterminio.

Tal vez el humanismo presente en el corazón del pueblo de Europa, nos salve de un terrible desenlace, como sería una guerra de las culturas. Todos los “otros”, nosotros, miembros de otras culturas, podremos aportar, aquella actitud de encuentro que nos hace sentir que pisamos tierra sagrada, cuando nos encontramos con el “otro”, con los “otros”, con “otras culturas”, que nos hace gozarnos, con sus manifestaciones, sus alegrías y sus deslumbrantes bellezas y profundidades. Tal vez mañana sea buen tiempo para que todos los hijos de la tolerancia de todas las culturas dirijamos nuestra mirada al Minarete de Jam y recordemos que en sus orlas está las inscripciones de la as-sūra de Miriam (La mamá de Jesús) y escuchar la convocación del Muecín a rezar juntos, por la sangre derramada en Afganistán y por el derecho inalienable de toda agrupación humana a compartir con otros su cultura, su religión, su filosofía y lo maravillosamente sagrado de su singularidad. Porque dice una leyenda antigua, que cada cultura posee una llave y, con la suma de todas las llaves, se puede abrir la puerta de la una tierra prometida, en donde todos seamos hermanos

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