Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Confirmación vaticana sobre Maciel

19-Mayo-2006    Atrio

Este escrito es continuación de la anterior entrada, que ha suscitado ya un animado debate mientras escribíamos hoy esto. Puede considerarse como un apéndice de lo publicado. Sólo que no entraba en el formato de un simple comentario más. El debate y los comentarios pueden hacerse tanto aquí como, preferentemente, en la entrada de ayer, donde ya se han publicado unos cuantos muy buenos.

Hoy se ha hecho público un Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede sobre la decisión tomada por la Congregación para la Doctrina de la Fe que confirma la noticia dada a conocer ayer por la revista Nacional Catholic Reporter que nosotros reprodujimos en ATRIO. Este es el texto completo del Comunicado, que seguramente va a ser lo único que manifieste la Santa Sede sobre el caso:

    COMUNICADO SOBRE FUNDADOR DE LOS LEGIONARIOS DE CRISTO
    CIUDAD DEL VATICANO, 19 MAY 2006 (VIS).-Con referencia a las noticias difundidas sobre la persona del Fundador de los Legionarios de Cristo, el padre Marcial Maciel Degollado, la Oficina de Prensa de la Santa Sede comunica lo siguiente:

    “A partir de 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió acusaciones, que ya en parte se hicieron públicas, contra el padre Marcial Maciel Degollado, fundador de la Congregación de los Legionarios de Cristo, por delitos reservados a la competencia exclusiva del dicasterio. En 2002, el padre Maciel publicó una declaración para negar las acusaciones y para expresar su descontento por la ofensa recibida por algunos ex Legionarios de Cristo. En 2005, por motivos de edad avanzada, el padre Maciel abandonó el cargo de Superior General de la Congregación de los Legionarios de Cristo”.

    “Todos estos elementos han sido objeto de un examen maduro por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y según el Motu Proprio “Sacramentorum sanctitatis tutela”, promulgado el 30 de abril de 2001 por el Siervo de Dios Juan Pablo II, el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, autorizó la investigación de las acusaciones. En ese tiempo tuvo lugar el fallecimiento del Papa Juan Pablo II y la elección del cardenal Ratzinger como nuevo pontífice.

    “Tras haber sometido los resultados de la investigación a un estudio atento, la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo la guía del nuevo prefecto, el cardenal William Joseph Levada, decidió -teniendo en cuenta tanto la edad avanzada del padre Maciel, como su delicada salud- renunciar a un proceso canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y de penitencia, renunciando a todo ministerio público. El Santo Padre aprobó estas decisiones.

    “Independientemente de la persona del fundador, se reconoce con gratitud el benemérito apostolado de los Legionarios de Cristo y de la Asociación “Regnum Christi“.

Muchas son los interrogantes que deja sin responder este documento vaticano, característico, como preveíamos ayer, de esa hábil diplomacia que se expresa entre líneas y huye de la simplicidad evangélica del “sí o no”. Por eso habrá dejado muy insatisfechos a muchas víctimas de Maciel que fueron además apaleadas moralmente por haber testimoniado la dolorosa verdad por amor a la Iglesia.

Pero antes de comentar el asunto, queremos expresar en Atrio nuestro pesar y solidaridad con los muchos legionarios de buenísima voluntad que seguramente estarán pasando hoy un día muy triste al tener por primera vez una confirmación oficial de lo que siempre se le había presentado como una burda calumnia.
NCR, en su editorial firmada hoy, ha formulado así estos sentimientos que nosotros hacemos nuestros hoy:

    Empezamos expresando nuestro sincero pesar a los miembros de la Legión. Sabemos de sobra cómo nosotros hemos hecho presión en estas páginas para que se abriera un proceso contra Maciel, convencidos de que no se serviría a la verdad hasta que no se escuchara a las víctimas en audiencia justa en los niveles más altos de la iglesia. Somos conscientes de que hemos sido sumamente críticos respecto a la defensa que la Legión hacía de su fundador y de algunas de las tácticas que ha empleado en establecerlse con nuevas actividades en los Estados Unidos.

    Eso dicho, sabemos que a pesar de estas diferencias, sin embargo, todos nosotros profesamos la misma fe y amamos y pertenemos a la misma comunidad católica. Ninguna división puede ser tan profunda ni amplia que impida una expresión sincera de nuestra solidaridad con quienes han dedicado su vida a la misión de la iglesia y de que ahora tiene que enfrentarse a las noticias de lo dado a conocer por el Vaticano.

    En la larga trayectoria de este escándalo y en todas sus manifestaciones parece que a menudo llegamos a la amarga verdad lentamente y a regañadientes. La Legión ahora tiene que afrontar la pregunta de lo que últimamente la definirá, la fragilidad humana de su fundador o la manera con que la orden se enfrenta a esa realidad. Podría en definitiva proporcionar un ejemplo para el resto de nosotros, especialmente para nuestros obispos, de transparencia, responsabilidad, compasión y humildad. Este tiempo de prueba podría inspirar el momento más brillante de la orden.

No estamos seguros de que la Lagión vaya evangélicamente a enfrentarse con la verdad y a renunciar a seguir defendiendo por encima de todo la inocencia de su fundador. ¿Por qué no reconocer la culpa, empezando por el mismo Maciel? Es como si la Iglesia católica se empeñase en decir que en realidad Pedro no traicionó a Jesús en la pasión, sino que esta fue una malvada calumnia introducida en los evangelios por los enemigos del apóstol. La reacción de la Légión, en su comunicado oficial va por se camino del victimismo y mantenimiento de la figura del padre como un moelo de seguimiento de Cristo, sin el menor signo de aceptación de la verdad:

    En relación con la noticia de la conclusión de la investigación de las acusaciones hechas al padre Marcial Maciel, nuestro venerado padre fundador, la Congregación de los Legionarios de Cristo informa cuanto sigue:

    1. El P. Marcial Maciel ha recibido a lo largo de su vida un sinnúmero de acusaciones. En los últimos años, algunas de ellas fueron presentadas a la Santa Sede para que abriera un proceso canónico.

    2. Ante las acusaciones hechas en su contra, él afirmó su inocencia y siguiendo el ejemplo de Jesucristo optó siempre por no defenderse de ninguna manera.

    3. Considerando su avanzada edad y su precario estado de salud, la Santa Sede decidió no realizar el proceso canónico e «invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público».

    4. Él, con el espíritu de obediencia a la Iglesia que siempre lo ha caracterizado, ha aceptado este comunicado con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo y para el Movimiento Regnum Christi.

    5. Los legionarios y miembros del Movimiento Regnum Christi, a ejemplo del padre Maciel y unidos a él, acogemos y acogeremos siempre todas las disposiciones de la Santa Sede con profundo espíritu de obediencia y fe y renovamos nuestro compromiso de trabajar con toda intensidad para realizar nuestro carisma de la caridad y extender el Reino de Cristo sirviendo a la Iglesia.

Y la verdad es que el comunicado vaticano deja muchos, demasiados, cabos sueltos.
En primer lugar sobre la naturaleza de las acusaciones que daban pie a un proceso canónico que sólo por razones de la edad del reo se ha suspendido. Se dice que las acusaciones “ya en parte se hicieron publicas”. Es una referencia a la acusación firmada por el grupo de los nueve (en parte) y a otras recogidas por monseñor Schiuma que viajó por América en 2005 recibiendo testimonios nuevos (más de 20 y menos de 100, según él mismo declaró). En estas acusaciones y, seguramente, en los nuevos testimonios se recogen pormenorizados vergonzosos abusos sexuales con menores de edad y otros delitos conexionados que, seguramente por su especial gravedad, han hecho insoslayable la toma en consideración por la Congregación para la doctrina de la Fe: la violación del secreto de confesión, la absolución del cómplice y la sollicitatio (incitación a pecar) en la misma confesión. No sabemos pues, por tanto, el alcance de las acusaciones que justificaban el proceso del que ha sido dispensado.

La justificación de hacer más averiguaciones y tal vez de la “dispensa” final parece que se funda en un Motu Propio “Sacramentorum sanctitatis tutela“, promulgado el 30 de abril de 2001 por el Siervo de Dios Juan Pablo II. Este documento está en vatican.va sólo en latín. Pero además, incompleto. Sólo la parte en que se aprueban nuevas normas, substanciales y procesales, para ese tipo de delitos que antes hemos referido. Pero el texto de estas normas no aparecen ni siquiera en latín. No sabemos dóne más buscar para conocer esta referencia a la que el comunicado da mucha importancia, como clave explicativa de todo el asunto. ¿Es esto transparencia? ¿Alguien dispone de esas normas a las que se refiere el Motu Propio?

Otros interrogantes pendientes: Si se le dispensa del proceso, ¿por qué se le comunica una serie de “restricciones”? ¿Significa que ya ha sido juzgada la causa por los cardenales de la Congregación que por lo tanto no piensan que las acusaciones y testimonios recogidos son puras patrañas malintencionadas? Parece deducirse. Pero todo queda muy confuso. Como queda muy confusa la naturaleza de la pena impuesta. ¿Es una “suspensión a divinis” o un reducción al estado laical como alguno ha sugerido? ¿Cuáles eran las penas previstas si se hubiera celebrado el proceso? ¿Y las penas a los acusadores si se hubiera juzgado que eran falsas? Todo está previsto en el código. Pero todo queda confuso en la decisión final. ¿Dónde está la justicia y la transparencia procesal?
A la vista del texto vaticano la única posible pena es sólo una benévola invitación al padre (¿por qué la oficina vaticana emplea aquí esta expresión, nada evangélica, que parece un respaldo en clave a quien se hacía llamar “mon père” y padre por antonomasia?) a “a una vida reservada de oración y de penitencia, renunciando a todo ministerio público”. ¿Cómo los legionarios van a plantearse así la verdad de los hechos y el reconocimiento del sufrimiento provocado a las víctimas con resarcimiento moral al menos?
Porque si en este caso hay que exigir claridad, justicia y no mero tirón simbólico de orejas es por la importancia del personaje, que va mucho más allá de lo que podría ser un anciano jubilado.
Maciel ha conseguido hacer de su obra la organización católica de más rápido crecimiento en personas, medios económicos y poder en los últimos veinte años. El papa anterior lo propuso hace menos de cuatro años como ejemplo para todo el mundo y se hizo acompañar de él en muchos de sus viajes. Seguramente Juan Pablo II es el más tocado por este escándalo. Él supo de las acusaciones hace tiempo. Expresamente las rechazó y no quiso que se investigase más. Y tal vez, por respeto a él, la resolución ahora tomada ha sido tan velada y edulcorada.
El papa Benedicto XVI ha permitido que se llevara adelante una investigación a la que se oponían muchos peces gordos de la curia. Al final se ha hecho pública la decisión de una manera confusa y vergonzante. Con una declaración de segundo o tercer nivel de responsabilidad, sólo porque una revista se había adelantado. ¿Habría quedado secreta esta decisión sin esa indiscreción? ¿fue una indiscreción programada para finalizar así todo sin un comunicado d la misma congregación?
Realmente hay motivo para estar preocupado porque en absoluto aparece en todo un verdadero amor a la verdad que según proclamaba Benedicto XVI debe ser componente necesario de la caridad y de la misión de la Iglesia.

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