Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Pida Maciel perdón a las víctimas

23-Mayo-2006    Atrio
    Entre los muchos comentarios que está suscitando el comunicado vaticano sobre el tenue pero significativo castigo impuesto al fundador de los Legionarios de Cristo publicamos esta columna de un periodista mexicano, porque pone el dedo en la llaga: ya no se trata de que haya o no proceso o de que la pena sea mayor o menor. Se ha juzgado y se ha dado la razón a los acusadores. Ahora queda que él pida perdón. Y es blasfemo lo que hace la Legión: poner su silencio como imitación de Jesús soportando su pasión.

MARCIAL MACIEL
Por Catón.
Periódico La Reforma, México, 22 Mayo, 2006

“Nuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam”. Os anuncio una gran alegría: tenemos Papa. Esas palabras, la fórmula con que se da a conocer al pueblo la elección de un nuevo pontífice, vinieron a mi mente cuando supe de la pena impuesta por la Iglesia al padre Marcial Maciel.

Se conocían ya las culpas de este sacerdote, pero las voces que lo denunciaban no eran escuchadas, quizá por la influencia personal que el fundador de los Legionarios tenía en el Vaticano, quizá por la fuerza económica de su orden.

Ahora, cuando se inicia apenas el reinado de Benedicto XVI, el padre Maciel recibe un castigo que a sus víctimas parecerá ligero, pero que en realidad es grave, no sólo por las severas restricciones que se imponen al penado, sino porque su aplicación entraña el reconocimiento de que la verdad y la justicia asisten a quienes hicieron las denuncias en su contra.

A la pena que impone, sin embargo, la Iglesia –“la Santa Madre Iglesia”– añade la misericordia, pues considera la edad extrema del penado, y añade también la prudencia, pues al parecer no desea que el rigor de un castigo vergonzoso cause daño a la obra que Maciel fundó y a quienes a ella dedican su vida en el bien. Y es que en ningún caso la culpa de los padres ha de caer sobre los hijos. Las faltas del Padre Maciel son en verdad muy grandes. A él le cuadran perfectamente las palabras evangélicas: “…Y cualquiera que cause escándalo a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino y se le hundiese en lo profundo del mar…”

Todos los indicios muestran que eso hizo Marcial Maciel: movido por la más baja concupiscencia, con la soberbia del poderoso que piensa que jamás sus excesos serán sabidos y penados, dañó a los pequeños que estaban a su cuidado, y ejerció en ellos la peor violencia que en una criatura se puede ejercitar. Marcó a sus víctimas por el resto de sus vidas, sembró en esos niños las semillas de la amargura, en ansia de vindicta, quizás el odio y –peor aún– la pérdida de la fe, la esperanza y el amor. Por eso es temerario que sus voceros hayan dicho que en el proceso el padre Maciel calló “siguiendo el ejemplo de Cristo”. Esa comparación es aberrante, y ofende a los creyentes. Jesús era una víctima inocente; Maciel es victimario de inocentes. Todos somos pecadores, es cierto, y muchos llevamos culpas escondidas que nos avergonzarían si salieran a la luz.

Pero los abusos en que según todas las evidencias incurrió el padre Maciel pueden ser calificados con todas las circunstancias agravantes que se aplican a los crímenes peores, aquellos que se comenten premeditadamente, en modo alevoso y con ventaja de superioridad sobre la víctima. Por ellos el padre Maciel debe pedir perdón a aquellos a quienes lastimó. Y ese perdón debe impetrarlo en forma personal. Cara a cara, con humildad y contrición, debe rogar a sus víctimas que lo perdonen, pues el perdón de Dios sólo se puede conseguir a través del perdón de aquellos a quienes ofendimos.

También las víctimas deben perdonar, si no quieren llevar hasta la muerte el peso de su resquemor igual que llaga de una herida. Alguien de buena voluntad debería juntar al victimario y a las víctimas para que se pruduzca en ellos el milagro del perdón y la reconciliación, que es milagro de amor. Al final, por encima de todo, el buen fruto debe quedar a salvo. Para eso las víctimas no deben dar idea de ser empecinados vengadores, y los hijos del padre pecador han de vivir y actuar de tal manera que sus acciones y su ejemplo sirvan para redimir al fundador.

La desgracia es también fuente de gracia –ya lo dijo Bernanos: todo es gracia, y de este doloroso mal puede surgir para todos un nuevo y limpio raudal de generoso bien… FIN.
Catón.

Haz hoy mismo tu APORTACIÓN (Pinchar aquí)

Escriba su comentario

Identificarse preferentemente con nombre y apellido(s). Se acepta un nick pero con dirección de e-mail válida.

Emplear un lenguaje correcto, respetar a los demás, centrarse en el tema y, en todo caso, aceptar las decisiones del moderador