Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La desmesura ¿heredada?

08-Julio-2006    Antonio Duato
    Artículo aparecido en EL Mundo de ayer, 7 de Julio, dentro del suplemento EXTRA “El valor de un gesto”. Fue solicitado y enviado a la redacción hace dos semanas

La próxima visita papal a Valencia para clausurar el V Encuentro Mundial de las Familias sigue, en progresión creciente, el formato que inauguró Juan Pablo II: una exaltación de la figura del papa que raya en el culto a la personalidad y una radicalización rigorista de la moral familiar a contracorriente de la evolución social. Se coloca al papa en el centro de un gran espectáculo masivo y mediático explotando la atracción del pueblo por lo extraordinario y grandioso. Pero este tipo de operaciones está lleno de contradicciones y de transacciones con el poder y el dinero. En Valencia ha sido necesario imponer muchos sacrificios a toda la ciudadanía y realizar un ingente gasto que aún no está cuantificado. Precio insignificante para una promoción de la Valencia moderna ante más de 300 millones de telespectadores, dicen las autoridades locales del PP. La imagen del papa comercializada y puesta como defensora de la familia tradicional y e intolerante con otras concepciones de la sexualidad y otros tipos de familia. Muchos cristianos protestan de que su Iglesia demonice las leyes del gobierno sobre igualdad social porque maltratan a sus familias.
¿Es este el último viaje heredado o una señal de hacia dónde se va a orientar el nuevo pontificado? Me temo que los que todavía esperaban un rebrotar del espíritu reformista de Juan XXIII y del Vaticano II, deben perder toda esperanza. El papa actual va a seguir la línea restauradora de su predecesor, siguiendo el modelo de Gregorio VII en el siglo XI: una iglesia con fuerte identidad y cohesión como suprema instancia moral frente a la dictadura del relativismo en las sociedades modernas. Esto supone volver a un sistema de cristiandad, con la forma de nueva civilización cristiana. Muchos políticos, incluso no cristianos (teocons), le animan a seguir por este camino. Así se haría frente a la inmanejable racionalidad crítica y al mundo islámico a la vez. Pero yo opino que lo único que se conseguirá es hacer de la Iglesia católica un gran lobby, con mentalidad proselitista de secta y dedicado al intercambio de favores. Una iglesia así estará arropada por movimientos neoconservadores (Opus, kikos…), capaces de congregar muchedumbres, pero la fe no arraigará en el pueblo que espera otros signos del Reino más franciscanos (pobreza, solidariedad, apertura al diferente y excluido..).
Cabe sin embargo la esperanza de que el temperamento equilibrado del papa, su manifiesta predilección por lo religioso más que por lo político, pueda poner freno a la desmesura de estos viajes y encuentros en el futuro. Yo le sugeriría que no se dejase impresionar por los millares que le aclamarán y mirase más a lo lejos, a los millones de jóvenes y de familias que en los ocho años del gobierno del PP han abandonado aceleradamente la práctica religiosa. ¿Salvará la Iglesia (la institución menos valorada en varias encuestas) a la familia (la más valorada)? Debería ser al revés. Pero, para ello, debería desarrollar a fondo el gran lema de su primera encíclica: Dios es amor y donde hay amor allí está Dios. Que sienta que su misión no es definir la supuesta ley natural sino a invitar a encontrar el sentido último de la libertad, el amor y la vida. Como Juan de la Cruz, que vea el rostro del Amado en todo lo bueno que hay en el mundo, incluso en las ínsulas extrañas donde otros buscan, tal vez sin saberlo, al Dios Amor. Y, sobre todo en España, que reafirme sin reservas la autonomía de la sociedad democrática, en cuyo seno los cristianos, como ciudadanos responsables, pueden exponer sus razones, pero no imponerlas, aceptando las leyes aprobadas según las normas que dicta la constitución.
Antonio Duato, teólogo, editor de Iglesia Viva y promotor de Atrio.org.

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