Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

El viaje a Valencia de Benedicto XVI

11-Julio-2006    Tomás Maza

Ayer regresó Benedicto XVI a Roma después de una intensa estancia en la ciudad de Valencia para presidir la Clausura del Encuentro Mundial de la Familia.

Esta presencia había despertado gran expectación en España y en el mundo entero después que en el pasado mes de junio el obispo de Roma renunciara al poder político como Jefe de Estado del Vaticano y estableciera su residencia en una parroquia popular del extrarradio de Roma. También renunció a sus títulos de Papa, Santo Padre y Sumo Pontífice porque, según explicó, están en contra del mandato de Jesús a sus discípulos de llamarse padre, maestro o señor y de comportarse como los poderes políticos de este mundo.

El viaje lo efectuó en un avión de línea, en clase turista, acompañado de media docena de colaboradores y sin presencia en el avión de periodistas. En el aeropuerto de Manises fue recibido por el arzobispo quien lo alojó en su residencia, mientras los otros colaboradores se repartieron por los domicilios de algunas familias valencianas. El obispo de Roma había declinado el recibimiento oficial que estaban preparando las autoridades civiles y eclesiásticas y prefirió efectuar un viaje pastoral de un obispo que acude a confirmar, como heredero de Pedro, a sus hermanos en la fe.

En la única entrevista que concedió, a un periódico local, Benedicto XVI explicó que, una vez publicada su primera encíclica, titulada “Dios es Amor”, era necesario que la Iglesia diera testimonio con hechos del amor de Dios, y él debía renunciar a cualquier forma de poder político o espiritual sobre el resto de sus hermanos cristianos, a los que él está llamado a representar y a confirmar en la fe, pero en modo alguno a dominar. También anunció que próximamente va a iniciar conversaciones con el gobierno italiano para reintegrar el estado Vaticano a la nación italiana. Uno de los puntos más importantes de estas negociaciones será la transferencia de los tesoros artísticos del Vaticano, incluida la Basílica de San Pedro, que formarán parte de una fundación artístico-cultural administrada por el estado italiano. Éste va a ofrecer a la Iglesia una importante compensación económica que el obispo y el clero de Roma destinará a paliar el hambre, la miseria, las enfermedades y las secuelas de las guerras en tantos países del llamado Tercer Mundo.

La clausura del Encuentro Mundial de la Familia se desarrolló en la catedral, completamente abarrotada de público, mientras que miles de personas que no pudieron entrar en el templo seguían el acto en una pantalla de televisión en el exterior de la catedral o a través de los televisores en sus domicilios. También transmitieron el acto numerosas televisiones que hicieron llegar las palabras de Benedicto XVI a cientos de miles de personas de todo el mundo.

En su discurso el obispo de Roma se dirigió a las familias de todo el mundo, católicas o no, especialmente a las que se encuentran en graves dificultades a causa de la pobreza o la guerra. Aludió especialmente a las víctimas de guerras como las de Irak, Afganistán y Oriente Medio, con miles de víctimas civiles y destrozos de casas e instituciones públicas como escuelas y hospitales. Denunció la arrogancia de naciones como Estados Unidos e Israel que están manteniendo ocupaciones de territorios injustamente por intereses económicos o geopolíticos. También denunció a los países de la Unión Europea, entre ellos España, por su silencio cómplice en estos atropellos. Se refirió también a la situación de pobreza y violencia que está sufriendo muchos países africanos, mientras sus riquezas son expoliadas por empresas del mundo desarrollado. Esto obliga a muchos de sus habitantes a emigrar a Europa donde encuentran barreras policiales, explotación laboral, discriminación social y muchas veces la muerte en su viaje desesperado para alcanzar una vida más digna. De la misma manera este drama se desarrolla en América donde los emigrantes ‘hispanos’ tratan de forzar la entrada en los Estados Unidos. Estos éxodos de población en estas, y en otras partes del mundo, explicó Benedicto XVI causan desgarros familiares y empobrecimiento en los países de origen de la emigración por el abandono de las personas más activas y con mayor iniciativa. Exhortó a los gobiernos de estos países a aplicar sus recursos económicos para mejorar las condiciones de los trabajadores y de sus familias en lugar de darlos en explotación a las empresas multinacionales.

Refiriéndose a España exhortó a los gobernantes a mejorar la gestión de las instituciones estatales y autonómicas para ofrecer trabajo estable y bien retribuido tanto a los españoles como a los inmigrantes que colaboran en el desarrollo del país, luchar contra la especulación inmobiliaria y ofrecer viviendas asequibles y dignas a todos, y especialmente a los jóvenes para que puedan formar una familia, continuar la mejora de la educación iniciada por este gobierno y, dirigiéndose a los colegios gestionados por la Iglesia, les pidió que colaboren con el resto de las instituciones educativas y no hagan bandera de lucha la asignatura de la religión, puesto que el lugar de la educación religiosa no es el colegio, sino las comunidades y las familias cristianas.

La familia, dijo el obispo de Roma, está basada en el amor. Todas las uniones que tengan como origen y fin el amor, son sagradas y queridas por Dios. El obispo de Roma, dijo, asesorado por los obispos de todo el mundo, tomará las medidas oportunas para acoger en la comunión eclesial a los cristianos divorciados y vueltos a casar y reintegrará a su oficio pastoral a los sacerdotes casados que lo deseen. También estudiará el tema del celibato opcional de los sacerdotes y el acceso de las mujeres al orden sacerdotal. Se condenará toda discriminación en la Iglesia a causa de raza, sexo, orientación sexual u opiniones políticas.

Este discurso ha causado una enorme sensación en todo el mundo, y especialmente en España donde los obispos alineados mayoritariamente con las posiciones políticas de los partidos conservadores, esperaban una confirmación de sus posturas. No ha sido así. Ahora la Iglesia española deberá replantearse su posición ante la sociedad española y ante la Iglesia de Roma.

Tomás Maza Ruiz. Madrid
tomasmaza@auna.com
10 de junio de 2006.

Haz hoy mismo tu APORTACIÓN (Pinchar aquí)

Escriba su comentario

Identificarse preferentemente con nombre y apellido(s). Se acepta un nick pero con dirección de e-mail válida.

Emplear un lenguaje correcto, respetar a los demás, centrarse en el tema y, en todo caso, aceptar las decisiones del moderador