Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Cuando se cumple un mes…

09-Agosto-2006    Antonio Duato

Casi todos están de vacaciones. ATRIO es menos visitado. No es tiempo de levantar polémicas. Pero ahora hace justo un mes que el papa abandonó Valencia tras clausurar el V Encuentro Mundial de Familias.

Ya se ha comentado cómo su actitud estuvo a la altura de su supremo cargo y defraudó a muchos que esperaban más crispación. Pero es preciso adelantar unos puntos de evaluación sobre otros aspectos del evento. Y no quiero hacerlo yo sólo, sino invitar a todos a aportar datos y opiniones. Los comentarios a esta entrada quisiera, de una manera especial, que no contuvieran insultos o descalificaciones sino datos y testimonios personales.

1. ¿Cuántos asistieron a los actos principales actos?

Se había previsto de millón y medio a dos millones. Las autoridades tomaron muy en serio estos datos e hicieron unos preparativos acordes con esas cifras: cortes de tráfico, vallas para separar zonas numeradas para la muchedumbre que debería ocupar las avenidas próximas, llegando por la Alameda hasta Viveros, grandes pantallas, siete mil wáteres, aparcamientos especiales, etcétera. El despliegue asustaba. La realidad fue mucho menor. Seguramente no llegaron a 300.000 en los momentos de mayor concentración. Y la enorme cantidad de zonas y servicios sin utilizar es la mejor prueba.

El País escribió en este sentido el día siguiente un artículo que yo no he visto reproducido ni discutido en sus datos. Pero los mismos que estaban en el ajo podrías decir, dejando a parte ideologías: ¿es verdad que hubo zonas de asistentes, con sus grandes pantallas, totalmente vacías? (doy fe personalmente) ¿cuántas formas se consagraron y cuántas sobraron? ¿cuántos se inscribieron? ¿cómo podían esperar cinco o diez veces más de los inscritos si se cansaron de decir que era necesaria la inscripción para asistir? ¿Por qué la televisión y la galería de fotos que hay en la página oficial de la CEE ofrecía grandes huecos en las tribunas que rodeaban el altar y nunca tomas aéreas de las grandes zonas abarrotadas como se hace en otras ocasiones? ¿Se ha medido a posteriori el número de teleespectadores en directo de los momentos culminantes de la visita?

Es importante determinar un hecho fácilmente cuantificable, pues es un elemento importante para justificar la importancia pastoral que se ha dado al evento dentro del plan 2005-2010 de la Conferencia Episcopal Española y para justificar el tremendo gasto que las administraciones locales tuvieron que hacer para preparar y retrasmitir la visita, gastos por cierto todavía no conocidos con exactitud.

2. ¿Cómo fue vivido el acto por los que acudieron con la mejor voluntad y qué fruto permanente produjo?

No quisiera hablar en absoluto yo desde fuera. Pero de gente que defendió a machamartillo la convocatoria y sus modalidades he leído algunas tímidas críticas: “El lugar de la concentración me pareció mal elegido. Sin duda los valencianos quisieron dar a conocer su capital en todo el mundo. Y eligieron para ello la ciudad de las ciencias y las artes y su entorno que es espectacular. Pero no es lugar idóneo para grandes concentraciones de masas… El del sábado por la noche, pesado. Todo el mundo quería intervenir y no pocas intervenciones carecían de interés o lo tenían escaso. El Papa, en cambio, parecía muy satisfecho”.

Y me llegó un correo de una persona que, aún criticando nuestra posición en contra de ese tipo de eventos y elogiando al papa, decía: “La organización y voluntarios en la organización del evento, fue un desastre: los jovencitos en saco de dormir durante la Misa, sin lavar ni peinar, viendo la Misa tumbaos desde la esterilla y sin dejar paso a ancianos sin silla y con 2 horas de sueño en el cuerpo, para asistir dignamente a la Misa. La noche del sábado, cuando terminó el evento echaron las esterillas, tomaron posiciones y para salir hubo que sortear y presenciar incluso sus amoríos-libres, que para eso son jóvenes y ardientes… A los jóvenes, voluntarios y organizadores de mi Zona en la explanada de Valencia no les habían enseñado en sus casas que para asistir al evento Papal hay que salir de los sacos de dormir a las 8,00h de la mañana, lavarse y peinarse, ponerse vertical, etc., ceder el sitio a la sombrita a los mayores e intentar hacerles agradable todo.
Pero el Santo Padre, como gran Teólogo que es, nos enseño/recordó con sencillez el Evangelio a las familias Cristianas”.

Bueno, agradeceríamos otros testimonios parecidos de quienes fueron con la mejor voluntad porque se suponía que valía la pena, para este gran encuentro, dejar la misa habitual de las parroquias…

3. ¿En la medida en que el acto no cumplió las expectativas, a qué se debió?

Alguien ha señalado que el accidente del metro unos días antes “enfrío” el evento. ¿Es verdad que pudo influir? Dejemos la desdicha frase “¿Dónde estabas, Dios?”. O se examinan a fondo las causas del desastre, mucho más a fondo de lo que ha hecho la precipitada comisión que ha manejado el PP, y se encuentra una relación entre la cultura de la imagen de los grandes eventos con la que se han gestionado los presupuestos, descuidando medidas de seguridad que tienen todos los otros metros de España y del mundo, o se mantiene un fideísmo acrítico de que todo es querido o permitido por Dios y entonces habría que preguntarse si quería decir algo Dios al Papa y a los obispos sobre su preferencias…

¿Acaso habrá que atribuirlo al laicismo del gobierno y a las campañas en contra que otros insignificantes grupúsculos –según los otros– pudimos montar?
¿O fue el planteamiento desde el principio -cuando cinco meses antes Atrio sacó el primer documento sobre los preparativos, creíamos que algo se iba a rectificar, pero no– el que hizo que la población de Valencia, la que habría aportado de verdad ambiente y número, se quedara en casa entre asustada y cabreada? A todos valencianos nos extrañó esa sensación de ciudad vacía en un fin de semana que temíamos “superfallero”…

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