Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La fe madura de un científico

02-Septiembre-2006    Atrio
    Francis Collins, director del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, explica cómo reconcilia la ciencia con su profunda fe cristiana. La evolución es la única teoría científica admisible. Pero la fe ilumina en el corazón creyente la vidriera de la ciencia

‘Dios no se ve amenazado por nuestras aventuras científicas’. Entrevista con Francis Collins
    Francis Collins, doctor en medicina, es el director del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (Bethesda, Maryland, EEUU). Se autodefine como un cristiano que cree en la Biblia y es un apasionado tanto de la ciencia como de su fe, a la que llegó a través de la obra de C.S. Lewis y de ver cómo la religión sostenía a sus pacientes gravemente enfermos. Collins recientemente habló con Beliefnet sobre su libro "The language of God" ("El lenguaje de Dios"), un reciente éxito de ventas.

P. En su libro, Ud. dice que la religión y la ciencia pueden coexistir en la mente de una persona. Esto ha representado una lucha para algunas personas, especialmente en lo que se refiere a la evolución. ¿Cómo compagina Ud. la evolución con la Biblia?

R. Como alguien que ha tenido el privilegio de dirigir el proyecto sobre el genoma humano, he tenido la oportunidad de estudiar nuestro propio libro de instrucciones que es el ADN con un detalle que no había sido posible antes. Recientemente también ha sido posible comparar nuestro ADN con el de otras muchas especies. La idea de que todos los seres vivos descendemos de un precursor común se apoya en una evidencia contundente. Como cristiano que cree en la Biblia, no quisiera que fuera así necesariamente. Pero es así. Y negarlo sólo hace un flaco favor a la fe. Sin embargo, no tengo ninguna dificultad en compaginar esto con mis creencias como cristiano porque creo que Dios tuvo un plan para crear unas criaturas con las que pudiera relacionarse, en las que pudiera inspirar una ley moral, en las que pudiera infundir un alma, y a las que pudiera dar una voluntad libre como regalo para poder tomar decisiones sobre nuestro propio comportamiento; un don que nosotros a menudo utilizamos para hacer lo que no debemos. Yo creo que Dios utilizó el mecanismo de la evolución para conseguir su objetivo. Y aunque a nosotros, que estamos limitados por el tiempo, nos puede parecer que es un proceso muy largo, no fue así para Dios. Y para Dios tampoco fue un proceso al azar. Dios había planificado cómo resultaría todo al final. No había ambigüedades.

P. Hay un tema que preocupa a muchos cristianos, por otra parte muy abiertos a la ciencia. ¿Qué les diría Ud. a los cristianos que piensan que el azar o el caos que la evolución implica a menudo es contrario a sus creencias más íntimas?

R. Les diría que comprendo muy bien lo irritante y desconcertante que esto puede ser. Les diría que la postura de algunos creyentes de rechazar la evolución equivale a rechazar la información que Dios nos ha dado, la capacidad de entender. Yo creo que, al darnos la inteligencia, Dios quiso darnos la oportunidad de investigar y de apreciar las maravillas de su creación. Dios no se ve amenazado por nuestras aventuras científicas. La respuesta a esa preocupación sobre el azar y el caos es tratar de pensar más allá de nuestras limitaciones humanas del espacio y el tiempo. Si Dios es real, y yo creo que sí, entonces Dios está fuera de la naturaleza. No está, por tanto, limitado por las leyes de la naturaleza como lo estamos nosotros. En ese mismo momento en el que el universo fue creado, en esa inimaginable explosión de energía, Dios tenía el plan de cómo todo aquello se fusionaría en estrellas y galaxias, planetas, y cómo la vida llegaría en un pequeño planeta cerca del borde externo de una galaxia espiral. Y en última instancia, después de cientos de millones de años, daría lugar a criaturas inteligentes en las que podría infundir el deseo de buscarle y el conocimiento del bien y del mal. Y todo esto ocurrió en su mente en un abrir y cerrar de ojos. Puede parecer que todo este proceso es al azar y por tanto su resultado es impredecible, pero, sin embargo, para Dios no fue así.

P. ¿Qué otras cosas ha aprendido Ud. de su trabajo con el ADN que en su opinión revelan algo sobre Dios o sobre la espiritualidad?

R. Bien. Como científico y creyente, la oportunidad de descubrir los increíbles entresijos de la creación de Dios es una ocasión de adorarle. El poder estudiar, por primera vez en la historia de la humanidad, los 3 mil millones de letras del ADN humano –que considero el lenguaje de Dios– nos permite vislumbrar el inmenso poder creador de su mente. Cada descubrimiento que hacemos es para mí una oportunidad de adorar a Dios en un sentido amplio, de apreciar un poco la impresionante grandeza de su creación. También me ayuda a apreciar que los tipos de preguntas que la ciencia puede contestar tienen límites. Y es entonces cuando me vuelvo a Dios para encontrar sus respuestas. La ciencia me dirá cómo funcionan las cosas. No me dirá porqué estamos aquí, cuál es la finalidad de la vida, o qué sucede después de la muerte. Para esto necesito la fe. Y estoy muy agradecido de poder beneficiarme de ambas formas de conocimiento para poder apreciar en su totalidad el maravilloso don de la vida que nos ha sido dado.

P. En su libro también menciona algunos de sus recelos relacionados con el ADN. Ud. habla del escenario de "Gattaca" y los niños de diseño –la posibilidad de que los padres puedan elegir qué genes quieren para sus hijos. ¿Cuáles son sus preocupaciones morales?

R. Creo que hemos recibido el don de la capacidad de entender muchos aspectos de nuestras estructuras mecánicas, incluido nuestro libro de instrucciones. Y también discuto que, por supuesto, esto no es todo. El conocimiento que tenemos sobre la biología y la genética humana no es ni bueno ni malo. Es sólo conocimiento. La aplicación que decidamos hacer de este conocimiento tiene un carácter moral. En este sentido, las personas aceptan, en general, las aplicaciones que desarrollemos para curar o prevenir enfermedades terribles. Ciertamente aliviar el sufrimiento y ayudar a aquellos que están enfermos dándoles la oportunidad de curarse es el mandato de todas las grandes religiones del mundo. Y pienso que el estudio del ADN del genoma humano es una oportunidad maravillosa y sin precedentes de poder hacerlo. Pero, ¿cuáles son los límites? ¿Aceptamos la idea de ir más allá del tratamiento de las enfermedades y de mejorar ciertas características humanas? Parte de esas discusiones se agarran a ese tipo de ciencia que no sabemos hacer. No creo que llegaremos a poder especificar las características de las generaciones futuras porque muchos aspectos no están determinados por los genes sino por la educación, el libre albedrío y todas esas cosas que nos hacen humanos y que no dependen de nuestro ADN. Pero creo que hay cuestiones serias en todo esto sobre hasta dónde queremos llegar. Ninguna de ellas es inminente, pero sería muy útil para nosotros, como sociedad, y particularmente para los creyentes, discutir de manera racional, prudente, no emocional, y decidir dónde están los límites de esta tecnología que no debemos sobrepasar.

P. Parece que en algunos casos ya está sucediendo; por ejemplo, cuando a algunos padres se les notifica que su futuro bebé tiene el síndrome de Down, deciden terminar el embarazo. ¿Cuál es su opinión sobre esto?

R. A mí me preocupa el hecho de que las aplicaciones de la genética que en este momento son posibles se concretan en las áreas prenatales. Esta no es la razón por la que yo entré en esta disciplina. La razón era buscar la manera de tratar las enfermedades más que impedir que esos individuos nacieran. Pero, por supuesto, en nuestra sociedad actual las personas tienen la oportunidad de beneficiarse de estas tecnologías. Y como sociedad hemos decidido que esta capacidad de decisión se debe defender. En última instancia la genética nos va a llevar más lejos. De las situaciones a las que nos enfrentamos aprenderemos cómo tratar a los que tienen cáncer, cómo curarles de formas que ahora no podemos llevar a cabo, cómo prevenir la diabetes en alguien que está predispuesto a ella para que no termine contrayendo esta terrible enfermedad, cómo tratar enfermedades mentales mucho más efectivamente que como lo podemos hacer ahora. Estas son las verdaderas promesas de esta disciplina que se materializarán en la próxima década.

 P. ¿Qué opina sobre el reciente estudio sobre la eficacia de oración a favor de pacientes enfermos?

R. Se refiere a unos estudios en los que unas personas rezan por otras personas enfermas a los que no conocen y que no saben que otros están rezando por ellos. Me parece que es un campo de investigación interesante, que puede descubrir cosas, pero un tanto desconcertante. Pero me parece que contradicen lo que yo pienso que es la oración. Para mí, en mi creencia cristiana, la oración no es una oportunidad de manipular a Dios para que haga lo que nosotros queremos. La oración es una oportunidad de conversar con Dios para sintonizar con su voluntad. En el Padre Nuestro no decimos ‘hágase mi voluntad’ sino ‘hágase tu voluntad’. Y me parece que estos estudios se basan en la suposición de que si decimos las palabras adecuadas en unas ciertas circunstancias podemos conseguir que Dios haga lo que nosotros queremos. En mi opinión, esto no es coherente con lo que leo en la Biblia sobre el papel que la oración ha tenido en las vidas de los creyentes más grandes. Por tanto, el hecho de que estos estudios parecen dar respuestas ambiguas no me dan mucha seguridad sobre el valor de la oración. Están diseñados de manera que suponen un cierto valor a la oración que es un tanto diferente del que para mí tiene en mi propia vida.

P. ¿Tiene Ud. una oración favorita?

R. No estoy apegado a ninguna oración en particular. Hay varios pasajes de la escritura que me gustan, especialmente cuando estoy luchando y buscando respuestas. Uno de ellos es Santiago 1:5 "si uno de vosotros no tiene sabiduría, que le pida a Dios que da a todos con generosidad y sin reproches, y se le dará." Siempre me da la impresión de que no tengo sabiduría. Esta seguridad de que uno le puede pedir a Dios que se la de y que sucederá ciertamente me da confianza. En mi experiencia esto sucede cuando estoy en actitud orante hacia Dios. Nunca le he oído a Dios hablar en voz alta. Pero a menudo, cuando estoy luchando y buscando una respuesta, buscando una forma sabia de plantear un problema difícil, una oración me ayuda de una forma que me resulta difícil de describir. No es algo que un no creyente pueda entender con facilidad. Pero para aquellos que somos creyentes, pienso que esto es en realidad en lo que consiste la oración.

P. La portada de su libro tiene un trozo de ADN como si fuera una vidriera. ¿Es esto lo que se supone que debe ser?

R. Absolutamente. Está inspirada en un par de imágenes que utilizo a menudo cuando estoy hablando a un grupo sobre ciencia y fe. Las imágenes comparan lo que uno puede ver cuando mira el rosetón de la Catedral de Westminster y cuando mira el ADN. Imagínese que está mirando el ADN a lo largo del eje de la doble hélice: se ve esta preciosa imagen circular que se parece muchísimo a una vidriera redonda de una iglesia.

P. ¿Qué es lo que Ud. desearía que las personas religiosas supieran sobre los científicos y los científicos sobre los creyentes?

R. Los científicos con frecuencia ven una caricatura de lo que es la fe. Llegan a la conclusión de que la fe es algo a lo que se llega exclusivamente por el sentimiento. No perciben la noción de que la fe puede ser una elección completamente racional, como lo fue para mí. De la misma forma que los científicos a veces están expuestos a caricaturas de las personas religiosas, pienso que las personas religiosas a menudo tienen una visión de los científicos que está basada en extremismos. El 40% de los científicos creen en un Dios personal a quien se pueden dirigir en oración y esperar una respuesta. Esto se ha comprobado en varias encuestas. Necesitamos todas las formas de conocer posibles, todas las formas de decir la verdad. La Ciencia es una. La Fe es otra. No son opuestas para nada. Son formas diferentes de contestar a la preguntas más importantes.

    [Tradujo para ATRIO Mertxe Renobales]

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