Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Religión sin magia

08-Noviembre-2006    Antonio Duato
    Parece ser que el próximo día 15 se va distribuir a las librerías el libro de nuestro colaborador Juan Luis Herrero del Pozo “Religión sin magia”, editado por El Almendro de Córdoba (España) -ediciones@elalmendro.org-. Hace unas semanas le dirigía al autor esta carta que creo puede ser interesante para los visitantes de nuestro portal.

Querido Juan Luis,

Te agradezco que me hayas permitido leer tu libro “RELIGIÓN SIN MAGIA. Testimonio y reflexión de un cristiano libre” antes de que esté en las librería.

Me ha impresionado por su sinceridad y su lucidez, las dos cualidades que hacen valiosos un testimonio y una reflexión. Es precisamente esa extraña mezcla de autenticidad y penetración intelectual lo que hacen único y especialmente oportuno este libro. Muchos de nuestra generación –los que vivimos el Vaticano II y la transición como una eclosión de algo que eclosionaba desde lo más profundo– nos veremos interpelados en nuestras zonas de pasivo acomodo o interpretados en nuestras insatisfacciones y rebeldías de la madurez. Y yo espero que a muchos de los que nos siguen ayude a madurar en su fe, pasando de las creencias juveniles que se marchitan y caen a la fe madura en el Dios de Jesús, una fe que no sólo puede sino que debe ser rebelde y rupturista.

Lo primero que destaca es que tu libro es esencialmente un libro de autor. Vida y escritura van a la par y no se puede entender lo escrito si no es encarnado en una vida. Una vida que tú resumes sumariamente en el primer capítulo. Creo que has hecho bien en superar el rubor que te daba empezar hablando de ti, pues conocer tu peripecia vital es necesario para entender el libro. Seminarista, padre blanco, estudiante de teología en Roma, profesor de teología en África, secularización, múltiples oficios para sacar adelante la familia, compromiso militante con los pobres del mundo hasta exponer tu vida en una huelga de hambre, retorno a la reflexión teológica en la madurez de la jubilación… Sólo ahora podías escribir este libro rebelde y libre pero preñado de vida y luz que se entrega en seguimiento de Jesús.

Te habrá costado decidirte a dar tan fuerte con el hacha en ramas tan bajas, casi en la raíz de esta nuestra vieja Iglesia. Muchos dicen que hay que hacer una poda menos agresiva, como hizo el Concilio Vaticano II. Pero van pasando los años y no es suficiente aplicar paños calientes. Denunciar en serio y desde dentro la pervivencia de una mentalidad mágica que emponzoña la fe en el Dios de Jesús es un deber de personas de fe probada y de libertad institucional. Aunque toque tantos artículos del dogma y de la práctica más común de la Iglesia. Pone en cuestión la doctrina sobre la gracia “ex opere operato” de los sacramentos, las pruebas de milagros exigidas para las canonizaciones y, desde luego, la oración de petición tan difundida entre el pueblo. Aquí nuestra Iglesia tendrá que decidir. Si se quiere quedar en folklore adormecedor del pueblo propenso a la credulidad. O formadora de personas con vigor de fe suficiente para seguir hasta las últimas consecuencias el evangelio liberador de Jesús. Esa parte construens que también tú consideras sólo pergeñada, como le pasó a nuestro amigo Lombadi Vallauri. Tu libro es semejante a su “Negra Luz” pero escrito desde la saga de los seguidores de Jesús más auténticos que lo saben revivir hoy.
[Nota de atrio: sobre este libro puede verse un comentario mío y otros de Pikaza y el mismo Herrero]
Incluso te has distanciado en tu libro de teologías radicales de los años setenta, que tendían a echar el niño con el agua, como cuando se hablaba de “cristianismo sin religión” (prefiero tu fórmula “Religión sin magia”) o Teología de la muerte de Dios. Admiro, como en mi maestro Légaut, el que seas tan severo en la crítica a creencias trasnochadas, por dogmáticas que sean, como fiel en la fe y en el seguimiento lúcido de Jesús.

También veo cómo pides excusa por permitirte en algún capítulo una mayor disquisición filosófica y teológica que a algunos resultará pesada. Pero has hecho bien en exponer con claridad tu discurso interior necesariamente complejo y matizado. Aún renunciando a una mayor erudición como apoyo de tu razonamiento, yo creo que es necesario. Ojalá los teólogos profesionales te tomen en serio y discutan tus argumentos si es que no están de acuerdo. Pero que no desprecien tu libro creyendo que es una simplificación panfletaria, ocultando así su miedo a plantearse en serio el reto más radical de la modernidad a la fe. Personalmente, y poniéndome en el lugar de una persona menos acostumbrada a estos temas, me hubiera gustado encontrar definido desde el principio lo que entiendes por magia, por religión y por fe. Aquellas nociones previas y el planteamiento de la cuestión facilitaban afrontar las tesis en nuestra época de la Gregoriana.

Me imagino que si nuestros actuales obispos quieren encontrar un ejemplo de su teoría sobre cómo ha entrado el virus de la secularización en el interior de la Iglesia, podrán en adelante acudir a tu libro. Yo creo que te sentirás orgulloso de estar al lado de Castillo, Estrada, Marciano Vidal, Tamayo y otros que han sido mucho más prudentes y comedidos que tú en sus argumentaciones teológicas. Pero también sé que esto no te arredra y afortunadamente tampoco ha arredrado a tu editor. Uno que apostó su vida muy conscientemente en la defensa de los hambrientos de la tierra y a favor del 0’7, sintiéndose entonces más cercano que nunca de Jesús, también ahora sabe que aunque los jerarcas se rasguen las vestiduras no ha blasfemado sino ensalzado el nombre del Padre. Sólo con obras como tu testimonio y reflexión se empieza a construir la fe y el futuro del cristianismo. Por eso, gracias, Juan Luis.

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