El pasado domingo, D. José Javier Esparza escribía en “El Correo” su habitual crítica de televisión bajo el título “Santa ETA”. Se refería a un programa de Antena 3 en el que con “cámara oculta” eran entrevistados, entre otros, determinados eclesiásticos del País Vasco. No vi el programa, así que no puedo pronunciarme sobre el fondo. Después de tantos años y por los comentarios oídos, me imagino el reportaje y los detalles más criticados o criticables.

Más bien quería comentar las dudas del Sr. Esparza, que son las del “periodismo” en general, sobre la cámara oculta y su moralidad. En mi opinión, “para obtener declaraciones de alguien que no sabe que las está haciendo”, la cámara oculta no se debe utilizar “nunca”. Éticamente, “nunca”. Si sirve para revelar un delito, es un trabajo policial y requiere autorización judicial. No creo que los periodistas se tengan por tales o aspiren a sustituirlos. Y si revela “un elemento fundamental para la vida pública”, se pueden “mostrar imágenes y palabras en público” y “comentarlas”, pero nunca, nunca, ocultar a las personas “que están siendo entrevistadas y grabadas con cámara oculta”.

Los medios malos y falsos hacen malo el resultado o fin pretendidamente bueno. Medios y fines constituyen un todo cuya bondad mínima ha de preservarse en el conjunto y en las partes. Y no hay excusa sobre el derecho a la información que valga. Decir que se han logrado declaraciones “que no podrían haberse conseguido por ninguna otra vía, de modo que el recurso a la cámara oculta está justificado”, es elevar el fin de conseguir ciertas declaraciones a un absoluto para el que vale cualquier medio. ¡Cuidado con esta regla! Piensen en ella, así formulada, en las comisarías, en las gestorías, en los confesionarios o en la vida de las empresas.

En estos tiempos, en que la libertad de conciencia y pensamiento es el bien superior de la dignidad personal, no se puede andar jugando informativamente con fuego, porque te quemas. ¡Hasta los jueces rechazan las pruebas ilegales que sirven para probar delitos flagrantes y gravísimos!

José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete
Profesor de Moral Social Cristiana
Vitoria-Gasteiz

[Véase también un comentario de Santiago Riesco en su blog de Religión Digital, titulado País Vasco: ¿En el nombre de quién? en el que califica el programa de epectáculo bochornoso]