Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La Mezquita-Catedral de Córdoba

27-Diciembre-2006    Atrio

La Junta Islámica de España ha remitido al Papa Benedicto XVI una carta, firmada por su secretario Audalla Alberto Conget, en la que solicita que los musulmanes puedan compartir con los cristianos el rezo en la Mezquita-Catedral de Córdoba para hacer de ella un centro de oración interreligiosa, siguiendo el ejemplo del Papa en la Mezquita azul. Vale la pena leer todo el texto antes de comentar la noticia.

Su Santidad Benedicto XVI

Santidad,

Nos dirigimos a vos después de conocer la desautorización, de la que sin duda tenéis conocimiento, por parte de la Conferencia Episcopal Española a las palabras de Monseñor Ricardo Blázquez, Presidente de dicha Conferencia, en las que manifestó que no veía inconveniente alguno para que los musulmanes que visitan la Catedral de Córdoba, llamada hasta hace no muchos meses Mezquita-Catedral, pudiesen realizar la postración de respeto y saludo cuando se visita un lugar de oración que contiene un Mihrab; y un Mihrab como el de Córdoba no es muy frecuente encontrarlo. De todos es sabido que el magnetismo de la Catedral de Córdoba sería irrelevante sin el poder de la imagen mística de la que fue una de las más grandes y más bellas Mezquitas del mundo y que sigue siéndolo aunque sólo sea en su arquitectura; algo de lo que todos los españoles debemos estar muy orgullosos.

La pregunta que Mansur Escudero, Presidente de Junta Islámica de España, hizo a Monseñor Ricardo Blázquez no albergaba la intención de causar ningún tipo de alarma, y el propósito que nos animaba no es el de apropiarnos de ese bendito lugar, sino el haber llegado a propiciar en él, junto a vosotros y a otras confesiones, un espacio ecuménico singular y único en el mundo, que hubiese estado cargado de significado para ayudar a la humanidad en el camino de la Paz.

Nuestro pensamiento es sincero y, aunque sabemos de vuestro recelo, nuestra relación con la Iglesia Católica y con todos los cristianos está basada en el mandato que nos señala nuestro Profeta Muhammad (la Paz sea con él) cuando nos dice:

    “He escrito este edicto bajo la forma de una orden para mi Comunidad, y para todos aquellos musulmanes que viven dentro de la cristiandad, en el Este y en el Oeste, cerca o lejos, jóvenes y viejos, conocidos y desconocidos.

    Quien no respete el edicto y no siga mis órdenes obra contra la voluntad de Al-lâh y merece ser maldito. Sea quien sea, sultán o simple musulmán.

    Cuando un sacerdote o un ermitaño se retira a una montaña o a una gruta, o se establece en la llanura, el desierto, la ciudad, la aldea, la iglesia, estoy con él en persona, junto con mi ejército y mis súbditos, y lo defiendo contra todo enemigo. Me abstendré de hacerle ningún daño.

    Está prohibido arrojar a un obispo de su obispado, a un sacerdote de su iglesia, a un ermitaño de su ermita. No se ha de quitar ningún objeto de una iglesia para utilizarlo en la construcción de una mezquita o de casas de los musulmanes. Cuando una cristiana tiene relaciones con un musulmán, éste debe tratarla bien y permitirle orar en su iglesia, sin poner obstáculos entre ella y su religión.

    Si alguien hace lo contrario será considerado como enemigo de Al-lâh y su Profeta. Los musulmanes deben de acatar estas órdenes hasta el fin del mundo”.

Sabemos que hay hermanos en el Islam que pervierten el mensaje expresado en la Revelación Coránica y muestran las trazas patológicas a las que están expuestas todas las religiones, y que desgraciadamente desconocen el equilibrio y la moderación que contenía el corazón del Profeta (la Paz sea con él), pero nosotros creemos que lo que transmite este texto es el auténtico deseo del Mensajero de Dios y esa es la enseñanza que nosotros recogemos.

Esta es la base de nuestra actitud hacia la Iglesia. Podemos diferir, sin duda, en algunas cosas, y aunque para vosotros Dios se puede conceptuar y puede llegar a ser una categoría visible e imaginable, y para nosotros es una Realidad Única trascendente, no concretable en un concepto, y que llena en plenitud la vida del Universo, ante todo somos creyentes. Creyentes en un mismo Dios y en una misma tradición, tal y como nos dice el Corán:

    “Creemos en Dios y en lo que se ha hecho descender sobre nosotros y en lo que descendió sobre Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y todos sus descendientes, y lo que fue entregado a Moisés y a Jesús, y en lo que fue entregado a todos los demás Profetas por Su Sustentador: no hacemos distinción entre ninguno de ellos y es a Él a quien nos sometemos” (Corán: Sura 2 al Baqara, 136).

Nuestra propuesta no está encuadrada dentro del marco de un falso diálogo interreligioso, como ha aseguró la Conferencia Episcopal Española en su comunicado, sino que está animada por el optimismo que ha causado el ejemplo de la imagen de Su Santidad en la Mezquita Azul realizando una oración hombro con hombro, al modo islámico, “alineado en filas apretadas” (Corán: Sura as Saffat, 1) como lo hacen los Ángeles.

Los musulmanes españoles no tenemos que recuperar ningún Al-Ándalus nostálgico. España es Al-Ándalus y Al-Ándalus es España, y sólo los españoles tienen derecho a su rehabilitación y a su responsable administración.

Con respecto a la Mezquita-Catedral de Córdoba, nos gustaría poder compartir con vosotros una oración que, al igual que la realizada en la mezquita Azul de Estambul, sirviera para despertar las conciencias de cristianos y musulmanes y demostrara que es posible enterrar enfrentamientos pasados y construir de cara al futuro un verdadero encuentro ecuménico. Estamos seguros de que comprenderéis la importancia que tiene esto para la apertura y la construcción de un diálogo interreligioso que no es que sea falso, sino que no existe.

Y nos permitimos decir que no existe porque creemos firmemente, y vosotros también lo creeréis si escucháis con atención a vuestro corazón liberándolo de prejuicios y recelos, que el único diálogo interreligioso es la oración. La oración común y el compartir la donación de uno mismo a los demás, ese es el único diálogo interreligioso posible y que hasta ahora no hemos hecho realmente ni unos ni otros.

Os invitamos, pues, a construir un nuevo ejemplo. A lanzar un nuevo mensaje de esperanza al mundo. Vamos a demostrar, juntos, a los escépticos que es posible. No temáis, juntos podemos enseñar a los violentos, a los cerriles, a los intolerantes, a los que temen al otro, en una u otra creencia, en una u otra cultura, a los antisemitas, a los islamófobos, también a los que creen que sólo el Islam tiene derecho a permanecer en el mundo, que la oración es el arma más fuerte que el ser humano pueda haber imaginado. Que la oración convocada sobre un mismo punto central y desde un mismo corazón es la del gusto de Dios, Glorificado sea, y es invencible. “No seáis pues de los que dudan, pues cada comunidad se vuelve en una dirección que le es propia de la cual Él es el punto focal, así pues rivalizad en buenas obras. Donde quiera que estéis Dios os reunirá a todos ante Él pues ciertamente Dios tiene el poder para disponer cualquier cosa” (Corán: Sura 2 al Baqara, 148)

Os anunciamos, pues, que Junta Islámica va a impulsar una nueva serie de iniciativas encaminadas a inspirar la conciliación entre musulmanes y católicos, y a fomentar espacios y momentos de oración y de encuentro para lo que desearíamos vuestro apoyo, y que vuestra respuesta fuese positiva. Esperamos que esta iniciativa la hagáis también vuestra y podamos concretarla en un futuro de esperanza real, en el que borremos el miedo de nuestras miradas mientras peregrinamos por el camino de la adoración hasta el encuentro con el Amado.

¡Hoy es el tiempo de Dios! Hoy es el tiempo en el que los creyentes debemos actuar y mostrar a todos qué es lo que Dios hace con los corazones de los seres humanos que le buscan sinceramente.“¡Nuestra vida toma su tinte de Dios! ¿Y quién puede teñir mejor la vida que Dios si realmente le adoramos a Él?” (Corán: Sura 2 al Baqara, 138)

¡Dios nos ama hermanos, seamos dignos de Su Amor!

Por último, os deseamos Feliz Navidad de todo corazón. Sentidnos cerca de vosotros en vuestra oración, pues lo estamos.

Que Dios os bendiga a vosotros y a la Iglesia con abundancia.

Y de nuestra parte ¡Paz!

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