Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Contra la vuelta del terror de ETA

30-Diciembre-2006    José Ignacio Calleja
    Los detalles del atentado de Barajas están en otros medios. Los interrogantes se irán aclarando. El predidente del Gobirno hablará esta tarde. Pero ya ofrecemos esta reflexión ética y cristiana de uno de nuestros colaboradores.

Llegó lo que más temíamos. Volvió el coche bomba a nuestras vidas y, con él, el miedo, el terror y las víctimas. Parece que ha sido ETA. Previsiblemente, ha sido ETA. Perfectamente, podría ser ETA. Hoy o mañana, va a ser ETA. La gente lo piensa y te lo dice por todos lados.

Hay muchas teorías detrás de esta intuición de la gente. Hay muchas responsabilidades en el temido y esperado fracaso de este proceso de paz. A mí me enseñaron que, en ética, decir que “todos somos responsables de todo”, es no decir nada; más aún, es manipular la realidad para encubrir a los más irresponsables.

Los más irresponsables en este proceso de paz son ETA y la gente que los representa políticamente; y les apoya, disculpa, explica o comprende. Hace mucho tiempo que lo tengo más claro que el agua. Si alguien no puede entender que cada ciudadano vasco tiene, ¡es!, una opinión y un voto igual de valiosos, viva donde viva, piense como piense, y se identifique nacionalmente con lo que se identifique, ese ciudadano no sabe vivir en democracia. Aunque lleve una vida con apariencia de tal, no sabe vivir en democracia. Otros, más racistas que él, tomarán las armas en su nombre y se cargarán a sus adversarios políticos. Éste es nuestro problema principal; por él, la normalización, “el vivir conforme a norma compartida entre quienes somos legítimamente distintos”, está costando tanto.

Luego vienen las disculpas. Algunas, legítimas, que tienen que ver con una justicia más punitiva que recuperadora. Pero, todas ellas, todas, absolutamente injustas cuando se utilizan para desarrollar posiciones políticas totalitarias, con la forma de comando y coche bomba, o con la forma de silencio ante la violencia, mientras mi causa, mi posición social, mi territorio, mi cultura y mi aspiración nacional, vayan salvándose o hasta se fortalezcan.

Seguramente, no deberíamos escribir textos cuando estamos indignados, pero éticamente, o somos capaces de competir por lo que creemos nuestro, desde la no violencia política, o nos convertimos en lobos más o menos disfrazados de corderos. Pero, así, no somos ciudadanos vascos dignos de confianza, ni en ETA, ni en sus alrededores.

José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

Profesor de Moral Social Cristiana

Vitoria-Gasteiz

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