Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Muchedumbre solitaria

11-Enero-2007    Imanol Zubero

El anuncio de que Batasuna acudiría a la manifestación “Por la paz y el diálogo” convocada por el lehendakari Ibarretxe para el sábado en Bilbao, ha actuado a la manera de una de esas réplicas que suceden a un terremoto, en este caso el provocado por el atentado de Barajas. No sería la primera vez que la izquierda abertzale se hace presente en convocatorias de instituciones, partidos o movimientos sociales en contra de ETA. Sí sería la segunda vez que lo hace no para reventarlas (literalmente) sino para, según sus palabras, participar en una iniciativa cuyo objetivo comparten. La vez anterior fue el 3 de diciembre de 1999, cuando Ibarretxe convocó concentraciones bajo el lema “Necesitamos la paz” en vísperas del final de la anterior tregua; lo cual, dicho sea de paso, debería llevarle a revisar, si no sus ideas, sí el lenguaje con que las expresa.

El lehendakari gobierna, pero no lidera. Ha vuelto a demostrarlo en estas horas dramáticas. Es verdad que una manifestación como esta no se convoca para que el PSE o Gesto por la Paz se sientan cómodos, como agriamente afirmó el consejero de Justicia, al que, por cierto, veo comodísimo. Pero estaremos de acuerdo en que una manifestación como esta, en estos momentos, al menos debería convocarse de manera que no genere incomodidades a quien no debe, y sí a quien se lo merece.

¿De verdad compartía Batasuna el objetivo inicial de la manifestación? Después de armarla con un lema absolutamente insuficiente, decidido trilateralmente por un Consejo Político que consejos vende pero para si no quiere, el lehendakari tuvo que salir al paso de la posible participación de la izquierda abertzale anunciando que su presencia sólo será bienvenida si es para “exigir a ETA el final definitivo de la violencia”. Una clarificación imprescindible que hubiera debido resultar innecesaria si el lema hubiese sido otro desde el principio. Como el que finalmente será, incluyendo expresamente esa exigencia. Más vale tarde que nunca.

El caso es que el sábado vamos a encontrarnos (o a desencontrarnos, ya no sé) para decirle a ETA que se acabó, que su única victoria posible es aceptar su derrota hoy mejor que mañana. Lo haremos, no sé cuántos, tras una pancarta de lema sencillo, como tantos de los que nos han movilizado a lo largo de todos estos años. Un lema que incluso tras la rectificación del lehendakari podría ser objeto de discusión: pensemos en lo que está ocurriendo con la manifestación de Madrid. Así y todo, no estar en Bilbao (o no estar en Madrid) calla y oculta aún más que un lema ciertamente interpretable, como todo, pero que para quienes allí estemos no deja espacio a ninguna ambigüedad, ni constructiva ni destructiva. Por eso hay que estar.

¿Y si, a pesar del cambio de última hora, también se dejan ver por allí, “como ciudadanos de este país”, los dirigentes de Batasuna? Pues habrá que establecer entre ellos y nosotros un cordón sanitario que sólo su rechazo de la violencia podrá disolver; o habrá que hacerles sentir, con cívica convicción y pacíficos modos, que allí estamos a lo que estamos y no a otra cosa. Lo que no concibo es que nadie se plantee abandonar por ello la manifestación. Aunque sólo seamos una muchedumbre solitaria, dividida por tantas cosas, el sábado deberá unirnos el no incondicional a ETA y el sí afectuoso a Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, enterrados, entre unas cosas y otras, no sólo en la T-4, sino también en el fárrago de nuestros cálculos.

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