Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

AÑO VIEJO, VIDA NUEVA

28-Diciembre-2005    CRISTIANISME I JUSTÍCIA

Un nuevo año empieza. Otro año viejo que dejamos atrás. Éstas fueron algunas de sus preocupantes sombras, acompañadas de algunas esperanzadoras luces. Doce flashes de 2005:

1) Crispación creciente

    A pesar de los esfuerzos de muchos, se ha seguido deteriorando el clima de convivencia política en nuestro país. Hay políticos que parecen interesados en restaurar un ambiente de hostilidad política y división social similar al que hace casi setenta años nos llevó a un conflicto civil que todos creemos haber superado. Igualmente, dirigentes muy relevantes de la Iglesia parecen haber optado por abanderar alguna de las facciones y profundizar en la división en vez de ser signo de diálogo y conciliación. No sabemos si de este modo unos y otros obtendrán el respaldo electoral o la influencia social que pretenden, pero ¿a qué tipo de sociedad conducen estos planteamientos agresivos?

2) Tensión territorial

    Este año hemos visto cómo se incitaba al enfrentamiento entre territorios de un modo que no veíamos desde hacía mucho tiempo. El proyecto de estatuto catalán parece haber desatado en muchos una hostilidad que va más allá del contenido concreto de un texto jurídico. Resulta preocupante contemplar cómo nuevos recelos e incomprensiones se suman a los ya existentes y tienden a avivarlos aún más. En cambio, resulta esperanzador el proceso existente en Euskadi, donde se multiplican los rumores de una posible tregua de ETA, la organización terrorista que tanto daño ha causado en las últimas décadas.

3) Desconcierto europeo

    Éste ha sido el año en que parece haber embarrancado la Constitución Europea. Los ciudadanos europeos hemos tenido por fin la posibilidad de tomar parte en el debate sobre la identidad y el futuro de Europa. Pero en varios países los descontentos han sido más numerosos y hoy parece improbable que la Constitución llegue a aprobarse. El estancamiento económico de Alemania y Francia y la ausencia de verdaderos líderes europeos han favorecido un cierto desánimo sobre la construcción europea que se ha reflejado en las urnas. El propio debate ha evidenciado la falta de acuerdo sobre aspectos tan esenciales como los límites territoriales de Europa, su alcance social o si el modelo debe ser federal o simplemente cooperativo. Sin embargo, el ámbito internacional (negociaciones con China, la OMC, Kyoto, etc.) ha vuelto a poner de manifiesto la urgencia de que Europa sea un verdadero agente global, un interlocutor capaz de hacerse oír en un mundo globalizado. Un contrapeso al poder de los Estados Unidos que sólo tiene sentido si se mantiene fiel a sus valores fundacionales de paz, justicia y derechos humanos. Europa es luz y aliciente por los valores que simboliza, pero no siempre por las conductas concretas en que se encarnan esos valores.

4) Una valla entre Ceuta y París

    Dos caras de la misma moneda: la vergüenza humana de las vallas en Ceuta y Melilla y los sorprendentes episodios de violencia en la banlieu de París. Son los efectos directos de la incesante concentración de los recursos mundiales en manos de unos pocos. Algunos prefieren mirar a otro lado o hacer la facilona y dañina vinculación de inmigración igual a violencia, cuando la única violencia existente es la de la pobreza y la falta de oportunidades que muchos y muchas están destinados a sufrir cotidianamente. Ceuta y Melilla es el rostro de quien está dispuesto a perder la vida en un alambre de espinos, a ser disparado o a ahogarse en una patera por aspirar a una vida digna. París es el estremecedor grito de aquellos a los que les fue negado la oportunidad de ser alguien y quemando coches gritan socorro.

5) Esperanza en Palestina y terror en Iraq

    El sangrante conflicto en Palestina nos deja una buena noticia “a medias”: el desalojo de Gaza por parte del Gobierno israelí y la esperanza de que la convivencia entre unos y otros será posible algún día. Pero es “a medias” porque están por ver las auténticas intenciones de Israel, recordando que las ocupaciones emprendidas por colonos en Cisjordania han aumentado desde entonces, porque queda el enigma de Jerusalén, y porque más de cuatro millones de refugiados palestinos siguen padeciendo desde hace décadas el sufrimiento del desarraigo. Pero Palestina no está sola en este laberinto llamado Oriente Medio. Iraq siguió derramando sangre de inocentes a manos de unas tropas de ocupación internacionales que no tuvieron el menor reparo en arrasar ciudades enteras como Faluya o incluso reconocieron utilizar la humillación y la tortura como arma de guerra en pleno siglo XXI. Nada que envidiar de Al Qaeda, que también siguió sembrando el terror en Bagdad, Bali o Londres, cobrándose la vida de miles de personas ajenas a este irracional y preocupante teatro de la guerra global.

6) Violencia y paz invisible

    Lejos de Iraq y Palestina, otras 21 guerras continuaron generando hambre y sufrimiento en el resto del planeta. Guerras todas ellas invisibles, no mediáticas, inexistentes a ojos de la humanidad: Argelia, Burundi, Costa de Marfil, Nigeria, República Democrática del Congo, Somalia, la región sudanesa de Darfur, Uganda, Colombia, Afganistán, Filipinas, India, Indonesia, Nepal, Sri Lanka, Tailandia, Chechenia, etc. Millones de personas se vieron obligadas a huir de la violencia o fueron víctimas de constantes violaciones de los derechos humanos ante la parsimonia internacional. No obstante, en muchos de estos escenarios surgieron esperanzadoras iniciativas de paz, que aún sin ser publicitadas, supusieron un halo de luz para miles de personas. Especialmente significativo fue el acuerdo de paz en el sur de Sudán que en el mes de enero puso fin a 22 años de guerra, dejando un reguero de más de dos millones de muertos y cuatro millones de desplazados.

7) La guerra del sida y el crimen farmacéutico

    El genocidio silencioso del sida volvió a cobrarse la vida de más de seis mil personas cada día, en su mayoría en el continente africano. Tres millones al finalizar el año. Doce paulatinos tsunamis a los que casi nadie prestó la atención ni el esfuerzo debido. Existieron nuevamente pomposas declaraciones, iniciativas sin respaldo financiero y, sobre todo, la alarmante actitud de una industria farmacéutica reticente a abandonar sus privilegios y deseosa de hacer negocio con la desdicha y el descalabro humano. La retención de las patentes que abaratarían los medicamentos antirretrovirales, hoy efectivos y plausibles en Occidente, son más que una quimera para pueblos como el de Zimbabwe, Malawi o Swazilandia, donde el 40% de la población se muere de sida ante la codicia y la maldad de unos pocos.

8) Desastres no tan naturales

    A la sombra de los tsunamis en el sur de Asia, que dejaron un desolador balance de 250.000 vidas humanas, otras tragedias como la del Huracán Stan en Guatemala, la del terremoto en Pakistán o las inundaciones en Nueva Orleáns, también segaron la vida de decenas de miles de personas a lo largo del año. De nuevo, los más empobrecidos fueron las principales víctimas de unos fenómenos que, lejos de ser fruto únicamente de la fatalidad, tienen sus raíces en las alteraciones que los seres humanos estamos provocando en el planeta o en la extrema vulnerabilidad de unos países que no gozan de la capacidad necesaria para hacer frente a la adversidad. No obstante, la opinión pública quedó conmocionada ante unas tragedias ya casi convertidas en cotidianas y que merecen la concienciación y la militancia activa de la ciudadanía internacional. En el mismo sentido, la sequía que cada año arrasa con cosechas en el continente africano, dio un toque de atención a España, donde la cuestión del agua fue, con frecuencia, una mera batalla política, en vez de constituir un serio motivo de sensibilización.

9) El escándalo de la pobreza

    En este año que termina hemos constatado que desgraciadamente los llamados “Objetivos de Desarrollo del Milenio”, fijados para el año 2015, están todavía muy lejos de poderse cumplir. Ésta es, sin duda, la peor noticia del año: ni la reducción de la pobreza, ni la atención primaria de la salud, ni el acceso al agua potable han avanzado del modo que se esperaba, a pesar de la modestia de los objetivos. Resulta inaceptable que los países ricos sigan tratando de imponer sus intereses egoístas en las negociaciones de la OMC, a través de unas ventajas comerciales inaceptables que perjudican gravemente a los miles de millones de personas que viven en la pobreza.

10) El Sur se organiza

    Por el contrario, la consolidación del G-20, iniciativa que agrupa a los países en desarrollo más importantes, constituye una de las mejores noticias de 2005. La estrecha colaboración entre ellos hace cada vez más difícil a los países ricos el seguir imponiendo sus intereses económicos en los diferentes ámbitos internacionales. Países tan poblados como China e India (que agrupan al 38% de la población mundial) mantuvieron un elevado crecimiento económico que, aunque por el momento no beneficia a la mayor parte de su población, está destinado a cambiar la faz del mundo.

11) “Paz de Bush” frente a paz ciudadana

    Tres planes para gestionar el mundo siguieron estando sobre la mesa. El primero, el proyecto imperial de Bush, que apostó de nuevo por el discurso de la polarización y el miedo, así como por la estrategia del rearme, con niveles ya similares a los de la Guerra Fría. El segundo, el planteado por Naciones Unidas, incapaz de arraigar por la falta de recursos que sufre la organización, por la inexistente voluntad de las potencias que lo rigen y, en definitiva, por la deformación genética que la convierte en inoperante hasta que sea objeto de una profunda y desinteresada reforma. Un tercer plan es el propuesto por los movimientos sociales mundiales reunidos en diferentes partes del mundo desde hace algunos años. Un plan que suscita grandes esperanzas, pero que precisa de una mayor participación y articulación que lo erijan en una fuerte y sólida alternativa a los modelos de construcción del mundo hoy dominantes.

12) ¿Nuevos tiempos para la Iglesia?

    La elección del cardenal Ratzinger como nuevo papa Benedicto XVI ha suscitado al tiempo decepción y esperanza. Su perfil conservador no invita a ver en él al reformador que hoy la Iglesia y sus fieles necesitan en beneficio de toda la humanidad. Sin embargo, la sencillez y discreción que ha mostrado hasta hoy permite albergar cierta esperanza de que su pontificado contribuya a que la Iglesia se oriente en una dirección más evangélica, más acogedora y más próxima a los pobres y al seguimiento de Jesús.

Conclusión: Corresponsabilidad y esperanza

    Aunque hemos procurado hablar desde la serenidad, el panorama descrito no puede dejar de afectarnos: no podemos leerlo como si fueran noticias deportivas o de meteorología y sería trágico que éstas nos interesaran más que lo que aquí hemos recordado. Sabemos que las causas de muchos de estos males son estructurales y que, por tanto, la responsabilidad de ellos recae mucho más sobre quienes tienen en sus manos la gestión de la convivencia en el planeta y que, con excesiva frecuencia, sólo piensan en su propio poder y en sus intereses grupales. Pero esa insolidaridad de los poderosos se ve acolchada por la insensibilidad de todos nosotros. Y ello es una pena porque hay infinidad de gente buena en nuestro mundo que sacrifica y entrega buena parte de su vida ayudando y aliviando el dolor de muchas de las víctimas con que vamos sembrando la tierra. Si todos nos sumáramos a ellos, aunque fuera parcialmente, su trabajo resultaría mucho más eficaz y se alejaría la tentación de creer que trabajan en vano.

En cualquier caso, quisiéramos concluir con dos verdades elementales. La primera vale para todos: “el que juega con fuego acaba por quemarse”. La segunda vale para los creyentes y es una cita del teólogo sudafricano Albert Nolan, escrita en la época del apartheid: “Dios está airado. Dios está literalmente furioso por lo que se está haciendo hoy. Lo digo sin ninguna vacilación”.

Barcelona, 15 diciembre 2005

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