Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La moral cambia de manos

07-Febrero-2007    José Ignacio Calleja

El Secretario Ejecutivo de Comunicación del Partido Popular, Gabriel Elorriaga, ha acusado al Presidente de la Conferencia Episcopal y Obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez, de haber cometido un error “profundo, política y moralmente” al asistir a la concentración del sábado convocada en la capital vizcaína a favor de la paz. Se refiere a la concentración que llevó por lema “muévete por la paz”.

Por supuesto puede pensarse así, pero hay que aceptar los hechos como son. El Obispo Blázquez no ha acudido a una manifestación de otros, sino que ha convocado una concentración por la paz, desde la Iglesia Diocesana de Bilbao, a la que han acudido, a título privado, líderes políticos destacados del País Vasco. Gustará más o menos esta iniciativa, pero las cosas son como son. Si no damos a las palabras y a los hechos su valor más propio, todo queda manipulado.

Para Elorriaga, la asistencia de Blázquez a esta concentración supone un error, por cuanto el presidente de la Conferencia Episcopal “se ha sumado de una manera muy política, al defender unos posicionamientos de parte”. Insisto en que no puede hablarse, sin faltar a la verdad, de asistencia, sino de la convocatoria pública de Blázquez. Convocatoria que se había planificado y era conocida desde hacía mucho tiempo, y que no cabe ver planificada en alternativa con la de Madrid a la misma hora y día.

¿Debió suspender el Obispo Blázquez su convocatoria en las nuevas condiciones políticas de España? Esto sí puede ser planteado y estoy seguro de que así se hizo. (Hablo desde el sentido común). Y si con todo, se siguió adelante, es porque la Iglesia de Bilbao creyó aportar un elemento específico, justo y oportuno a la paz en nuestra sociedad. Si la acción de los partidos ha buscado apropiarse del valor simbólico y moral de la concentración para sus posiciones enfrentadas, no es cosa de ignorarlo, pero tampoco de someterlo todo a su dictado. Desde luego que la Iglesia no tiene el monopolio moral de su sociedad, pero tampoco va a reconocérselo ahora a los partidos y asociaciones cívicas de uno u otro signo.

A mi juicio, la Iglesia hace bien en buscar la impronta específica, justa y oportuna de su lucha por la paz, reconociendo sus pecados, sabiendo corregir sus fallos, escuchando ante todo a las víctimas, pero manteniendo si preciso lo juzga su denuncia y anuncio peculiares sobre la paz. Si lo entienden muchos, fenomenal; si lo entienden menos, también hay que aceptarlo; si lo entienden pocos, será doloroso; si no lo entienden la mayoría de las víctimas, será mucho más doloroso y mucho más digno de revisión, pero, al final, hay que decidir en conciencia eclesial.

No se puede vivir prisionero de unas opciones políticas partidistas y no creo que el Obispo Blázquez haya pecado de esta esclavitud. Si ha acertado sustancialmente, es discutible; yo creo que sí; pero acusarlo de una opción política partidista, yo creo que es una falsedad. El problema es que algunos, muchos según parece, se han acostumbrado a decir, y lo que es más grave, a pensar en casi todo, que “el que no está conmigo, está contra mí”, y así, las nuevas ortodoxias morales en política ya no están en manos de las Iglesias, gracias a Dios, sino, por desgracia, en manos de grupos políticos y mediáticos en batalla campal por un poder a su medida. Pero no es eso, no es eso. ¡Qué barbaridad!

José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

Profesor de Moral Social Cristiana

Vitoria-Gasteiz

www.miradasamaritana.bitacoras.com

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