Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

¿”Por todos” o “por muchos”?

10-Febrero-2007    Atrio
    Con este comentario de su director, Casimir Martí, comienza el último número de la revista FRONTERA que está a punto de aparecer en papel y cuyo índice, centrado en el tema de RELIGIONES E INMIGRACÓN, puede consultarse ya en su web, junto a algún artículo. ¿Qué os parece lo que dice, con su conocido seny, Casimir Martí, historiador y miembro del equipo parroquial de Hospitalet?

A primeros del mes de diciembre ha llegado noticia de una carta que la Congregación vaticana para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, por indicación del papa, dirigió el 17 de octubre de 2006 a los presidentes de las Conferencias episcopales, sobre un cambio que deberá ser introducido en la traducción a las diversas lenguas de una expresión incluida en la fórmula de la consagración del vino en la celebración de la misa. Otra vez en juego, aunque en circunstancias diferentes, el tema de los textos litúrgicos en latín y de sus traducciones a las diversas lenguas vulgares, un adjetivo que, en este caso, no tiene ninguna significación despectiva.

La expresión latina sujeta a una nueva traducción es pro multis (“por muchos”, literalmente). Como sabemos todos los que solemos participar en la Eucaristia, en castellano hasta ahora se dice, en referencia a la sangre de Jesús, “derramada por vosotros y por todos los hombres”. En la nueva traducción, dice la carta, “es necesario esforzarse para ser más fieles al texto latino de las ediciones típicas”. Y dice también que, “sobre este punto, en los próximos uno o dos años, habrá que promover la necesaria catequesis de los fieles para prepararlos” a la introducción de estos cambios.

No puedo imaginar las reacciones de los fieles de la parroquia en que presto mis servicios ministeriales si se les propusiese una catequesis para explicarles que de Roma había llegado la orden de cambiar la fórmula de la consagración del vino en la Eucaristía. No lo puedo imaginar, probablemente porque, si dependiera de mí, no convocaría aquella catequesis.

La citada Congregación vaticana reconoce que la expresión por todos es “una interpretación correcta de la intención del Señor”. Pero subraya que los evangelios de Mateo y de Marcos, y también textos litúrgicos del rito romano y de diversos ritos orientales, hacen uso de la expresión “por muchos”. Por otra parte, continua el documento romano, “por todos” es más bien una explicación de carácter catequético y, en cambio, la fórmula “por muchos” no excluye del don de Jesús ninguna persona humana y precisa a la vez que aquel don “no llega de manera mecánica, sin la voluntad o la participación de cada cual, y así el creyente es invitado a aceptar en la fe el don que le es ofrecido, (…) viviéndolo en la propia vida de manera tan perfecta, que se encuentra incluido entre los ‘muchos’ a los que se refiere el texto”. Conclusión: “En la línea indicada por la Instrucción Liturgiam authenticam, es necesario esforzarse por ser más fieles al texto latino de les ediciones típicas”.

Se han producido reacciones críticas, con pocas probabilidades de que sean atendidas. Adista ( números 87 y número 89, del 9 y 23.12.2006, ps. 3-4 en ambos casos) recoge las siguientes. Ya en el mes de julio de 2006, la comisión litúrgica de la Conferencia episcopal de los EE.UU., ocupada en una nueva traducción inglesa de los textos de la misa, rechazó una enmienda favorable a introducir la fórmula “por muchos”, porque la inmensa mayoría de los miembros de la conferencia episcopal era favorable a la actual “por todos”. No obstante, los obispos norteamericanos decidieron no abordar la cuestión, porque el Vaticano tenía previsto pronunciarse al respecto, como consta en la carta de la Congregación vaticana, a la que me estoy refiriendo.
Otra respuesta crítica la ha enviado un profesor de teología moral, en la Facultad teológica de Italia central, Enrico Chiavacci, párroco a la vez en la ciudad de Florencia. Su oposición la motiva desde dos puntos de vista: el filológico y el pastoral. Observa, en primer lugar, que la versión latina de los evangelios se basa en el original griego y, en esta última lengua, la expresión oi polloi, de la cual es traducción la latina “pro multis”, tiene un significado mucho más amplio: la multitud, el gentío. El pro multis latino “tiene un valor semántico reductivo con relación al oi polloi griego”.

Desde el punto de vista pastoral, estas indicaciones filológicas tienen unas repercusiones dignas de ser atendidas. Dice Chiavacci: “No sé si el cardenal Arinze –que preside la citada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos– y sus colaboradores habrán tenido alguna vez una experiencia pastoral continuada en una misma parroquia. En tal caso, debería serles fácil comprender que los fieles de edad inferior a los 50 años no han conocido ninguna fórmula consagratorio fuera de la actual y que la mayor parte de los que sobrepasan aquella edad nunca han captado la fórmula anterior, ya fuese porque muy pocos conocían el latín, o bien porque la fórmula era pronunciada en voz baja. Lo más seguro es que estos fieles, al escuchar sin previo aviso el paso de “por todos” a “por muchos”, comentarían: ‘¡Hay que ver, la Iglesia ha hecho marcha atrás! Jesús no ha muerto por todos, sino únicamente por algunos’, aunque sean muchos. Son fáciles de imaginar los problemas que recaerían sobre los pobres párrocos”. Chiavacci, para concluir, cita la autoridad de la Constitución Gaudium et Spes, del concilio Vaticano II: “Cristo murió por todos y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (núm. 22).

Por lo que a mí hace, me permito repetir: si dependiese de mí, a los fieles de la parroquia en la que presto mis servicios y comparto la fe, yo no los convocaría a la catequesis indicada en el documento vaticano. En mi caso, ante todo este baile de palabras, de muchos y de todos, no he podido dejar de recordar un dicho, que recoge Laurence J. Peter, en un libro titulado Las fórmulas de Peter (Barcelona 1973): “En una organización jerárquica, cuanto más alto es el nivel, mayor es la confusión”. Por aquellas fechas de la década de los años 1970, se había publicado del mismo autor El principio de Peter que muchos leímos con regocijo. Por si alguien no guarda memoria suficientemente precisa, el principio de Peter era: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”.

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