Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La religión en la escuela y en la sociedad

24-Febrero-2007    José Ignacio Calleja
    José Ignacio Calleja nos envía esta reflexión sobre el tema de la religión en la escuela pública. Es un buen ejercicio de distinguir planos para entender el problema. Por lo menos servirá para seguir debatiendo sin aludir tanto al TC. Hemos intentado dejar más claro en su texto los términos que, según Calleja, confunden tanto la Iglesia como el Estado. Esperamos que en el debate se vayan explicando estos términos con ejemplos. También está invitado el autor a intervenir y aclarar.

A propósito de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre las condiciones morales de vida que pueden ser exigidas a los profesores de religión católica por parte de la autoridad competente, los Srs. Obispos, sólo puedo decir que es la consecuencia lógica de una regulación del “asunto” que puede calificarse, a todas luces, de “anacronismo jurídico”. Cuando el derecho democrático y laico juega a compartir soberanía con instancias no políticas, pasan estas cosas. Por eso, defiendo que puede, y hasta debe, haber un Acuerdo o Concordato del Estado con la Iglesia y las Religiones, pero claramente democrático en su origen, respetuoso de los derechos iguales de todos los ciudadanos, y sin privilegios para nadie. Se trata de valorar la religión y sus “Iglesias” como realidades culturales y sociales dignas de respeto y apoyo, pero, eso sí, en el juego de la sociedad civil de los ciudadanos y de los grupos iguales. No parece tan difícil entenderlo.

Profundizando en los problemas que a menudo se plantean, para mí el error está una la mala intelección, por parte de la Iglesia Católica, de la laicidad, de la sociedad civil y de la religiosidad misma; y lo mismo le sucede al Estado, por otras razones.
A la Iglesia Católica, confundiendo:

    - razón religiosa con razón humana,
    - moral religiosa con moral natural,
    - peso sociológico del catolicismo con derechos justos,
    - derecho internacional con legitimidad moral.

Y al Estado, confundiendo:

    - neutralidad religiosa con indiferencia hacia las religiones,
    - Gobierno de un país con Estado de todos los ciudadanos,
    - sociedad civil con asociaciones laicas,
    - moral civil con leyes democráticas,
    - razón laica con verdad humana y
    - razón religiosa con desecho cultural.

Si a estos equívocos de fondo, les sumamos el conservadurismo religioso y político que predomina en el catolicismo español, el problema se las trae. Por ello, urge que la Iglesia Católica Española, y ¡también el Gobierno del Estado!, depure su intelección de la religión en cuanto tal, su asunción de la laicidad y su pertenencia efectiva a la sociedad civil, y no, fuera de ella, como otra sociedad que la vigila. A partir de aquí, podemos crecer como cristianismo encarnado y como fuerza moral democrática. En caso contrario, “Numancia” a la vista.

José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

Vitoria-Gasteiz

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