Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Encuentro entre lo sagrado y lo profano

03-Abril-2007    Sergio Zalba
    El autor es un agente pastoral argentino, estudiante de teología, que reflexiona desde latinoamérica sobre el lema mismo de nuestro portal ATRIO en vísperas de la importante Asamblea de Aparecida

    Encuentro entre lo sagrado y lo profano
    desde la perspectiva latinoamericana.

El diálogo actual entre lo sagrado y lo profano, al menos en el mundo cristiano, parece darse en dos escenarios simultáneos, que a su vez se entrecruzan.

Por un lado, el escenario “oficial”, el representado por la estructura eclesiástica que homogeniza el poder institucional. En este caso, el diálogo es un monólogo que apunta más o menos en esta dirección: a lo profano, representado por el modernismo y post-modernismo, sólo se lo supera con restauración. En este esquema, paradójicamente, el retorno al pasado representaría el mejor modo posible de avanzar hacia el futuro.

El otro escenario, el no oficial (el “heterodoxo”, el “laicista”, el “relativista”, el “liberacionista”, el “evolucionista”, el “ecologista”, el “interreligioso”…) parece afirmarse, en buena medida, no sólo desde de una valoración de la ilustración y la razón moderna, sino desde ella misma como estructura racional. Se busca, por este camino, no sólo aggiornar las cuestiones sagradas para la mentalidad actual, sino reexplicarlas o reformularlas desde su misma lógica. Aunque se vislumbran algunos logros, los resultados de este intento, aún están por conocerse.

Que el primero de los escenarios carece de futuro, surge de su intrínseca voluntad por volver al pasado, y eso es imposible. Y que el segundo escenario conseguirá un verdadero diálogo entre lo sagrado y lo profano sin reducir lo uno a lo otro, es algo que me temo.

Por más que se esfuerce a la razón pura por comprender lo sagrado, ésta no lo consigue. Y así lo mistérico, propio de lo sagrado, seguirá pareciendo mágico en su totalidad. La teología, entonces, en su sana búsqueda de diálogo con lo profano, se convierte en teodicea.

¿Se puede superar a la razón moderna (post-metafísica) con más de ella misma? El intento vale la pena y es bien probable se que alcancen algunas metas. Pero el riesgo, y nada menor, es el de la dilución del cristianismo en una comprensión exclusivistamente racional.

¿Cómo es posible, por tanto, salir de esta encrucijada?

En América Latina conocemos una alternativa que ha sabido de valiosísimas exploraciones y que ha servido –y sirve- de punto de partida para numerosas reflexiones filosóficas y teológicas que entran en verdadero diálogo-encuentro con lo profano: la “sabiduría popular”. La savia que alimenta la sabiduría del pueblo se constituye de una unidad indivisa pero plural: lo humano y lo divino (cuanto más humano más divino y cuanto más divino más humano); la tierra (la justicia) y el cielo (la salvación) se yerguen como símbolos (atención: sólo como “símbolos”) de lo que existencialmente se anhela para la vida personal y colectiva: la felicidad.

Sería muy extenso ahora, ofrecer una descripción acabada de qué es lo que se entiende por “sabiduría popular”. Puede decirse, a modo de ejemplo, que una buena parte (no toda, tal vez) de la teología de la liberación echó raíces en ese terreno y desde allí se desarrolló.

Hoy, en este cambio de época al que asistimos y protagonizamos, tiempo axial que nos ofrece más incertidumbres que certezas y en el que cualquier conclusión parece provisoria, contamos, en América Latina, con esta “reserva sapiencial” que nos sirve de apoyo para la palanca. Si tal camino resulta universalizable, no lo sé aún con exactitud. Pero que puede ofrecer valiosas aportaciones al mundo –tal como ya lo hizo- de eso no tengo dudas.

Sólo unos botones de muestra: las categorías de “justicia”, “cultura”, “pueblo”, “liberación”, “opresión”, “hermano mayor –referido a Jesús-“, “fraternidad” y muchas otras, antes que ser el resultado de especulaciones filosófico-teológicas, son el emergente de un modo de ser que se patentiza en los pueblos de la américa profunda. Esos mismos que fueron avasallados por la conquista y que sin embargo, sintetizaron en sus vidas lo más hondo del mensaje evangélico.

Sergio Zalba
Abril de 2007

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