Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

De la Teología a la Mística de Liberación

04-Abril-2007    Luis Troyano
    Un antiguo jocista, jubilado ahora de su trabajo pero no de su continua búsqueda revolucionaria y espiritual, nos envió una carta dirigida a Jon Sobrino que creemos merecía presentar en un post a parte. Es un plantemiento que nos cuestiona muy a fondo. Bien haríamos en meditarlo -y tal vez comentarlao- en este Triduo Pacual. Seguro que, por distintos caminos, hacia ahí confluimos muchos de nosostros.

    Carta a Jon Sobrino, y para quien me lea, por uno de "los pobres de la tierra".

Tengo 59 años, soy un obrero industrial español, en mi juventud formé parte de “La Iglesia de los Pobres”, era militante de la Juventud Obrera Católica, por lo tanto creyente.

Como Alfonso Carlos Comín, era fiel a la revolución proletaria tipo marxista-leninista y a la espiritualidad, según la entendía entonces. Una incongruencia, se mire como se mire, aunque entonces lo tratábamos de soslayar. No pasé de ser un “rojillo” “filocomunista”. O era “filocomunista” o era “filocristiano”. Sí, no obstante a mi “tibieza” revolucionaria, yo también lo digo. También corrí delante de los “grises”, cuando estos disolvían las manifestaciones antifranquistas en las que participé, en la Barcelona donde naciste, Jon. No pude “lucir” ningún “verdugón” de las porras policiales, porque corría más que ellos…
Con la misma fuerza con que creía entonces que la solución para el pobre, era “la toma del poder político por la clase obrera”, creo hoy junto a Noam Chomsky, por ejemplo, en algo que podríamos definir como Socialismo Libertario o Anarquismo de Mercado o Anarquismo Mutualista.
Quizá otro día explique más mi actual orientación revolucionaria en lo político, pues odría servir a algunos como “guía de ruta para navegantes”.

Respecto a mi evolución en lo espiritual, hace muchos años que también efectué “un giro copernicano”. Dejó de interesarme la parte exotérica del cristianismo y si acaso me interesa su parte esotérica, esa parte “semillero de herejes”. Es decir, pasó a interesarme gente como el Maestro Eckhart, las beguinas y begardos de la Hermandad del Libre Espíritu, Miguel de Molinos con su “Quietismo”, los “Dexados” etcétera. Y –¿por qué no?– también Teresa de Ávila o Juan de la Cruz, que aunque cayeron del lado de los ortodoxos también merecieron la atención de la inquisición.
Sobre todo me interesé por el Zen, me interesa aún y creo que me interesará hasta que muera.

“Me creerás si te digo que más que Roma, o la historia, me preocupa y me anima lo que piense la cocinera: si ha visto en nosotros gente de bien”. dijiste en una ocasión.
Creo que te interesa saber opiniones sobre “otra Iglesia posible”. Esto me ha animado a escribirte, deseo comunicarte cómo lo veo, desde la óptica del “librepensamiento”.
Pero antes permíteme que este “cocinero”, este osado ignorante, este “pobrecito hablador” te comunique su parecer en torno a la Teología de la Liberación. “En torno”, pues desconozco completamente tu teología redentora del pobre. Aunque lo que resulta evidente y es de dominio publico, es que mezcláis el Jesús de la religión con la pugna del pobre por conquistar su dignidad y su pan cotidiano. Respeto, aprecio y agradezco, tu labor en pro de los pobres de la tierra, entre los que me cuento, aunque quiero hacer una crítica –constructiva– que te resultará dura. Quiero transmitirte mi verdad desnuda, no sé de diplomacias.

En una ocasión Malcolm X le dijo a Martín Luther King que era un “tonto glorioso”. Si nos atenemos a resultados, resulta que la “tontería” de Luther King no era tal tontería, y por lo tanto Malcolm X se equivocaba.
Pero hay muchos “tontos gloriosos”. Tontos que muchas veces han hecho más mal que bien, porque muchos tontos los hemos creído “listos”.
Si nos atenemos a resultados, Lenin o Fidel Castro o Mao Tse Tung son unos gloriosos tontos. Creo que sobran explicaciones, pero por ejemplo. ¿Acaso ahora China no está diciendo “Diego” donde antes decía “digo”?.

Ernesto Cardenal, como sabemos, uno de los más destacados religiosos de la Teología de la Liberación fue amonestado e increpado severamente por el Pontífice Juan Pablo II, frente a las cámaras de televisión que trasmitían al mundo entero, cuando este Papa visitó oficialmente Nicaragua en 1983.
Se pudo ver la imagen del revolucionario sandinista arrodillado ante el Papa en la misma pista del aeropuerto escuchando humillado la reprimenda de este Papa.
Una imagen vale más que mil palabras. Y esta imagen descrita, más que mil disertaciones filosóficas y teológicas.
Creo que Ernesto Cardenal se mostró como “tonto glorioso”, como alguien bien intencionado que hace mal.

Visceralmente, pero con la víscera del corazón: ¿No os percatáis de que argumentando sobre la fe, al final lo que hacéis es suministrarle fieles al Vaticano? ¿Y qué es el papado desde el Concilio de Nicea? ¿Qué seguirá siendo?, so pena le “rompamos el espinazo”.
El Vaticano ha sido y es una patología de dominio, una forma abusiva y deleznable de ejercer una autoridad con el pretexto de que “procede de Dios”.
Juan XXIII, el Papa bueno, convoca un Concilio con ánimo de renovar la Iglesia, que queda en “agua de borrajas”. Juan Pablo I quería reformar y sanear la Iglesia y quizá eso le costó la vida, creo que quería averiguar sobre las finanzas…, “no se puede echar vino nuevo en odres viejos”.
No obstante, no hay nada imposible, lo que ocurre es que lo posible a veces parece utopía.

Con todos mis respetos, Jon Sobrino, pero creo que estáis extraviando al pueblo.
Por la puerta de “la fé” se cuelan planteamientos filosóficos, teológicos, morales, etcétera, sencillamente inadmisibles. Pretendéis liberar al pueblo y lo lanzáis a los lobos.

La “Santa Sede” te prohíbe enseñar y escribir como parte de la Iglesia por tu visión de Jesús.
Te han retirado el “nihil obstat” (visto bueno eclesial).
Creo que tú has dicho: “Siento que no es ético aprobar o apoyar con mi firma un modo de proceder poco evangélico, que tiene dimensiones estructurales y está bastante extendido. Avalar esos procedimientos para nada ayuda a la Iglesia de Jesús, ni a la lucha crucial de nuestro tiempo, la fe y la justicia”.
Eso está muy bien, eso no es ponerse de rodillas.

Ahora faltaría que la Teología de la Liberación “rompiera amarras” con el Vaticano y navegase por aguas libres y progresistas.
A Dios no hay teología que lo atrape. No creo en una teología básica inmutable, la lógica debe predominar sobre la teología. Si el Vaticano es un freno para el progreso, prescindamos del Vaticano y no prescindamos de Dios. “A buen entendedor pocas palabras le bastan…”

Tienes derecho a entender la espiritualidad según la religión, ¿cómo no? Yo procuro ser espiritual “por libre”. Como digo, pretendo hacer una crítica constructiva. Te daré mi versión de un “plan de saneamiento de la Iglesia”. Los millones de creyentes fieles al Vaticano, merecen una preocupación “redentora” por parte de quien se halla librado de la “música celestial” que hace que el creyente, mirando para arriba, caiga y quede atrapado en un hoyo.

Permíteme Jon Sobrino, una introducción lo más concisa posible a algo que quizá tú ya sepas, pero también escribo para quien me lea.

La “Espiral Dinamica”
“Dinámica Espiral” es una elaboración del “sistema de valores” propuesto por Clare W. Graves (1914-1986) y presentado en 1996 por Don Beck y Christopher Cowan en el libro “Spiral Dynamics: Mastering, Values, Leadership & Change” (1996). En 2002 el acercamiento entre Beck y Ken Wilber propició una rápida expansión del modelo y su reconversión teórica como SDI (Dinamica Espiral Integral), pasando a considerarse una herramienta del Instituto Integral de Wilber.
A modo ilustrativo pongo estas frases de Graves:

    “El psiquismo del ser humano atraviesa un proceso de desarrollo emergente y espiralado que se ve jalonado por la progresiva subordinación de las conductas más rudimentarias e infraordenadas a nuevas conductas supraordenadas, al tiempo que van transformándose los problemas existenciales que le aquejan. Cada uno de los estadios olas o niveles de la existencia sucesivos constituye así un estado que la persona atraviesa en su camino hacia otros estados del ser. Cuando el ser humano se halla centrado en un determinado estado de la existencia, es decir, cuando el centro de gravedad del yo gira en torno a un determinado nivel de conciencia, todo su mundo psicológico, o sea, sus sentimientos, motivaciones, ética, valores, sistema de creencias, (la negrita es mía) visión acerca de la salud y de la enfermedad mental, así como el modo más adecuado de tratarla, sus concepciones y preferencias en torno a la gestión empresarial, la educación, la economía y la política, asume también el aspecto de ese estado.” (C. Graves: “Sumary Statement: The Emergent, Cyclical,Double-helix Model of the Adult Human Biopsychosocial Systems”, Boston, 1981)

La “Dinámica Espiral” se presenta, como una descripción topográfica e ocho niveles de la evolución de las mentalidades (beige, púrpura, rojo, azul, naranja, verde, amarillo, turquesa). No es tanto una tipografía, que clasifica por cualidades, sino una topografía, que ordena profundidades. No es algo mecánico sino un diagrama de flujos de pensamiento y sistemas de valores que avanzan por oleadas que chocan y se confunden en el proceso de ser y vivir en el mundo.

     

  Espiral Dinámica Estos son los estadios de conciencia que se representan en ese diagrama:

    Conciencia de primer grado:

    1. Beige: instintiva;
    2. púrpura: mágica-animista, tribal;
    3. rojo: egocéntrica, poder, feudalista;
    4. azul: pertenencia-mítica, conformista, fundamentalista; etnocéntrica, tradicional;
    5. naranja: excelencia, logro, progreso, moderna;
    6. verde: postmoderna, multicultural, sensible, pluralista.

    Conciencia de segundo grado:

    7. amarillo: sistémica, flexible, fluida;
    8. Turquesa: unidad cósmica, integradar, jerarquías anidadas de interrelación, holismo “uno-en-todos”.

La “Espiral Dinámica” se usó para tratar de solucionar el problema del Apartheid, en Sudáfrica. Parece ser que con éxito.

¿Qué tiene que ver la Espiral Dinámica y la Iglesia?

Si en una escala de evolución de conciencia humana le damos el –0- al hombre de Cromagnon y el –8- al Buda o a Jesús, suponiendo que el –8- (que corresponde al color –turquesa- en el diagrama de la E. D.) es el grado máximo de realización humana posible, situaremos, según los escritos de Ken Wilber (no puedo especificar en que libro he leído esto, los he leído todos) en el color “azul” la mentalidad propia del hombre religioso, que es prerracional (en términos generales…) y en el color “naranja” la del hombre racional.
Tenemos que cuanto más “naranja” es el individuo, menos es proclive a admitir dogmas no racionales, mitos y supersticiones, menos delega su capacidad de pensar en autoridad alguna.

Las religiones pertenecen a la era del patriarcado agrícola de la humanidad, cuando se pasó de la Diosa Madre al Dios Padre, en que se adoraba y aún se adora al Dios-objeto desde el individuo-sujeto. Esto es la disociación mítica, en lo referente a la manera de entender la divinidad.

Clare W. Graves denominó “el salto decisivo de significado” al segundo grado de conciencia, que tiene hoy en día dos niveles u olas de conciencia principales: amarillo: sistémico, flexible, fluido; turquesa: unidad cósmica, integrador, jerarquías anidadas de interrelación; holismo “uno-en- todos”. E
l segundo grado de nivel de conciencia es integrativo, no impositivo. Nadie se imagina un Jesús autoritario. Procura la salud de todos los niveles de mentalidad y la armonía entre estos.

Desde la religión mítica prerracional como es el cristianismo se ha dado, se da y se dará el misticismo. El individuo parte desde el mito religioso pero su énfasis lo centra en una práctica transformativa, que acelera la lenta evolución natural de la conciencia, esa escala evolutiva que hemos de recorrer todos y que como ya he expuesto va desde el hombre de Cromagnon al hombre Buda.
El místico religioso deja atrás la disociación mítica en la que el hombre se limita a adorar a un Dios antropomórfico y pasa a hacerse uno experiencialmente con el objeto que inicialmente adoraba. En otros términos, simplemente amplia su nivel de conciencia, hasta unos limites que están más allá de la razón. Transciendo, al mismo tiempo que integrando, esta razón.
Luego un individuo puede comenzar en el nivel “Azul” de conciencia y a través de la práctica místico-transformativa a evolucionar hasta el mismísimo nivel del Buda o de Jesús.
La parte de la religión que se limita a adorar al Dios antropomórfico es la parte “exotérica”, la parte que busca experimentar la divinidad es la parte “esotérica”. Con la parte “exotérica” quedamos anclados en la disociación mítica Dios-objeto y el ego-sujeto. Con la parte “esotérica” es de la única manera que nos acercamos a la divinidad que encarnan Jesús o el Buda (o muchísimos maestros más) a lo largo del tiempo.

Conclusión: Lo único que nos hace crecer, realizarnos, ampliar nuestra sabia lucidez y por ende nuestra compasión con el hermano es la práctica transformativa mística que se da “también” en el esoterismo de las religiones. Pero no necesariamente el misticismo ha de ser de base religiosa.
El exoterismo religioso proporciona al sujeto un consuelo para la vida y ante su miedo a la muerte. Nada más… No nos transforma, ni nos hace crecer en nivel de conciencia, que como dice este “pobrecito hablador” es lo que nos acerca a la divinidad representada por el Buda o por Jesús.
Podemos realizar una práctica mística pura, no religiosa, como el Zen. Y prescindir de la Biblia. Y nos estaremos acercando a Jesús.

En lo referente a la Iglesia Católica y dedicado a ti, Jon Sobrino:
Los monjes sanos, católicos, son los más indicados para erigirse en directores de la Iglesia. Siguen un misticismo impregnado de mito religioso, pero misticismo al fin, transformativo. Habrían de ser los “iniciadores” de los creyentes. Para que gradualmente el creyente soltase “la muleta” de la adoración religiosa y pusiese todo su énfasis y esperanza, en “crecer en lucidez” “experimentando a Dios”. Un Dios que habría que entenderlo de otra manera a la “convencional”.
De lo que se trata es que desde la razón progresemos a la transracionalidad que representa Jesús, no que volvamos al mito, como si no se hubiese dado el Renacimiento, la Ilustración y el modernismo.
El creyente atrapado en un delirio, el ateo atrapado en el materialismo “científico”, necesitan de un camino despejado que llena el corazón, al final del cual esta el Buda y Jesús esperando, fumándose una pipa de tabaco con el abuelo Wakan Tanka, el Gran Misterio, el dios de los Sioux.
Al fin y al cabo, los profesionales del mundo del espíritu que tenemos en Occidente, al menos hasta ahora, son los sacerdotes o pastores de la religión cristiana. Pugnando, con desesperantes resultados, para que la razón admita el mito religioso.
Al margen de corrupción y autoritarismo fascista. Podrían ser aceptados y respetados si fuesen buenos profesionales.
Si, como digo, aprendieran a poner el énfasis en la espiritualidad que nos transforma, se ganarían de una “tacada” el respeto de la razón filosófica y de la ciencia.
De la razón porque entre la espiritualidad transformativa y esta razón, no existe conflicto alguno. Basta no caer en el materialismo. Y Wilber, muchísimo mejor que yo lo pueda explicar, nos dice con argumentos que el materialismo es un reduccionismo “no científico” y por lo tanto un dogmatismo, y por lo tanto, no racional.

La espiritualidad transformativa es científica. La metafísica, si se puede probar y verificar, ya no es metafísica. Es ciencia. Esta espiritualidad transformativa tiene sus métodos que se pueden experimentar y se pueden analizar las evidencias que arroja el experimento por apreciación intersubjetiva.
Haría falta leerse los libros de Wilber para comprender con toda su amplitud que significa “ciencia amplia”, Kosmos con K y, como digo, “Apreciación intersubjetiva”.
Pero pondré un precario ejemplo: las matemáticas son del mundo subjetivo. Nadie ha visto una ecuación matemática nunca. Los que determinan lo que es verdadero de lo falso, son los entendidos en ese campo, los maestros matemáticos, “por apreciación consensuada intersubjetiva”. Para saber si un iniciado ha realizado avances significativos en el campo espiritual, son los maestros de la tradición espiritual que sea quienes certifican si los ha realizado, de la misma manera que los maestros en matemáticas.

Habría mucho más que escribir, pero entonces escribiría un libro, no una carta.

    Frente a la autoridad patológicamente enfermiza. Denuncia.
    Denuncia hasta “Echar a los mercaderes del templo”.
    No hay mejor argumento, ni arma más eficaz, que la Verdad.

Que Wakan Tanka, el Gran Misterio, te lleve por el camino desde el que se contempla la Belleza, Jon Sobrino. “Arrieros somos, que en ese camino nos encontremos…”

Luis Troyano Cobo

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