Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

El contestado doctorado del cardenal

20-Abril-2007    Antonio Duato

Una parte de la comunidad universitaria de Burgos, alumnos y parece que también profesores, han mostrado hoy su desacuerdo con la concesión del doctorado honoris causaal cardenal Rouco Valera.

Me temo que esta protesta, que no ha impedido que el acto se celebrase con toda la parafernalia aunque a puertas cerradas, sea un nuevo argumento para quien considera que la Iglesia está de nuevo perseguida y amordazada. La verdad es que es alarmante el poder que tiene ahora la jerarquía y que pretende extender cada vez a más campos, con la excusa de defenderse de la dictadura… del relativismo.

Para mí lo más preocupante es el mismo discurso que el cardenal ha pronunciado en el acto de esta mañana. Para el que quiera, damos la posibilidad de leerlo en su texto completo: EL DERECHO A LA LIBERTAD RELIGIOSA. Su nueva actualidad. Pero creo que puede ser útil para dialogar aquí este breve resumen y una cita textual.

Resumen del discurso:

Parte en su discurso de que el concepto de “libertad religiosa” se debe a Jesús, cuando sentenció “Dad al cesar lo que es del César y a Dios lo que es Dios”. Esta actitud alimentó la libertad de los cristianos en los tres primeros siglos que defendieron su libertad frente a los emperadores romanos. Después hace una rápida galopada por la historia de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, insistiendo en la lucha de la Iglesia, durante la edad media, por mantener su libertad frente a las pretensiones de los emperadores cristianos. Con una rápida referencia a Sto. Tomás y a la Escuela de Salamanca se justifica que en la Iglesia también se estaleció teóricamente el principio de libertad de conciencia, con lo ya no se ve obligado a citar siquiera la Inquisición. No puede menos de hablar de las guerras religiosas en Europa que concluyen con el “insatisfactorio” principio de “cuius regio eius et religio” y, sin detenerse casi nada en la constitución del estado liberal que no aceptó durante siglo y medio la Iglesia, llega a los grandes enemigos de la libertad religiosa, los estados totalitarios comunistas y nacistas (¿persiguieron estos últimos a las iglesias?) hasta llegar finalmente a la declaración de Derechos Humanos en la ONU y al Concilio Vaticano II. ¡Qué historia tan apologética y tan poco universitaria!

Pero lo más grave llega a partir de aquí. Pues se hace el análisis del momento actual: un nuevo tipo de estados laicistas, “no exceptuada España”, ponen en gran peligro la libertad religiosa . Incluso se dice que el “carácter intrínsecamente laico del Estado” y su autonomía respecto de otras instancias es el verdadero peligro de nuestra sociedad, que puede llevar al desastre, con la pérdida de los derechos humanos empeando por el mismo derecho de libertad religiosa. Pero aquí es mejor seguir a la letra el discurso del cardenal:


    De hecho se observa en la actualidad un retorno del laicismo ideológico radical en lo que fueron los países libres europeos de la segunda mitad del siglo XX, no exceptuada España. Su tesis central del carácter intrínsecamente laico del Estado y de su soberanía éticamente ilimitada sobre la vida pública trae como secuela inevitable una absorción política de los aspectos socialmente relevantes de la vida de las personas y corre el peligro de inducir una injerencia progresiva en el campo de las convicciones y vivencias religiosas y morales. Esta reducción teórica de lo religioso y moral al ámbito estrictamente privado conduce, no raras veces, en la actuación administrativa y en la jurisprudencia, quiérase o no, a una discriminación fáctica de la expresión de la fe, de los signos religiosos y de la práctica religiosa en los más diversos lugares y tiempos donde se fragua y articula lo social, lo cultural y lo humano; y, no digamos, de la confesión y profesión de la visión cristiana de la vida. Se tiende a reclamar silencio y anonimato público a los creyentes. Se privilegian y favorecen a la vez las opiniones, actitudes e iniciativas de los no creyentes. La protección administrativa, procesal y penal del ejercicio del derecho positivo a la libertad religiosa se autolimita cuantitativa y cualitativamente, creándose la inevitable sensación de un cierto desamparo jurídico.

Ni qué decir tiene que al final, tras mostrar el coco del fundamentalismo e integrismo islamista (lo cual es verdadero pero que no supera con un paralelo movimiento en la cristiandad) se refiere al iluminado magisterio de Benedicto XVI que supo hablar del diálogo entre fe y razón en su debate de Munich con Habermas (2004) y en el discurso de Ratisbona (2006).

La doctrina de siempre en el nuevo doctor por Burgos. Libertad religiosa sí, pero siempre que sea “sana” y que reconozca que el Alto Protectorado de la razón práctica y la moral lo sigue detectando la Jerarquía de la Iglesia que es la única que posee la sabiduría del Logos encarnado. ¿Acaso los estudiantes, antes que lo pronunciara, presentían el alto contenido de fondo antilibertad que traía en el discurso que iba a pronunciar en su universidad el cardenal de Madrid, aunque hablase teóricamente del derecho a la libertad?

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