Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Cada vez más Ratzinger

29-Abril-2007    Atrio
    Con este título publicaba ADISTA del 28 de Abril un artículo del vaticanista Robert Mickens sobre los dos primeros años del nuevo papa, cuyo original apareció en la revista de la Sociedad de San Pablo -paulinos- en USA“The Catholic Word”. ¿Firmará mañana, fiesta de San Pío V, el Motu Propio sobre la restauración de su misa, como pronostica?

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    BENEDICTO O RATZINGER: COMIENZA EL TERCER AÑO

    Robert Mickens

Después de dos años en el cargo, el Papa Benedicto XVI ha publicado sólo una encíclica y ha hecho unos pocos nombramientos importantes de obispos. Ha creado doce nuevos cardenales, ha cambiado sólo unos pocos altos cargos del Vaticano, y no ha viajado fuera de Europa, con la única excepción de su visita el año pasado a la vecina Turquía, una parte de la cual de hecho se adentra en el Viejo Continente. Al entrar el ya octogenario Papa Benedicto en su tercer año como Obispo de Roma, mucha gente se pregunta si tiene un plan estratégico para dirigir la Iglesia Católica universal o si solamente pretende proporcionar a la Iglesia un período de sosiego después del largo y activo pontificado de Juan Pablo II.

Los primeros veinticuatro meses han sido increíblemente tranquilos en comparación con los últimos años de su predecesor, que estaba impedido por una enfermedad de Parkinson y edad avanzada. El ritmo lento del nuevo pontificado ha consternado a aquellos que tenían muchas esperanzas de profundas reformas, mientras que ha producido un suspiro de alivio a aquellos que temían una involución conservadora. Sin embargo, ambos lados podrían pronto entonar una canción diferente ya que hay claras señales de que el “Año Tercero” de lo que hasta ahora ha sido un reinado sereno podría terminar causando divisiones profundas dentro de la Iglesia.

DE GRAN INQUISIDOR A UNIFICADOR DE LA IGLESIA

Hasta ahora, el papa Benedicto se ha movido cautelosamente y con una razón buena y calculadora. La víspera de su elección al papado, él, Josef Ratzinger, apareció como el líder conservador en el Colegio de Cardenales y, se puede argumentar, una de las figuras más divisorias de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II (1962-1965). Después de casi un cuarto de siglo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), ante muchos se había ganado la reputación de Gran Inquisidor que, sin piedad, despojó a teólogos de su derecho a enseñar en universidades católicas. Más aún, su Oficina había publicado una serie de advertencias doctrinales que muchos consideraron antimodernas y en contraste con el espíritu e impulso del Vaticano II. El nuevo papa era totalmente consciente de esto cuando asumió su cargo y desde el principio ha trabajado conscientemente para borrar esta imagen negativa, falsa -según sus seguidores-. Ha trabajado diligentemente para ser un verdadero unificador entre los creyentes. No siempre ha sido fácil, pero ha tenido un éxito considerable. El papa Benedicto se ha ganado a muchos escépticos con sus maneras amables y respetuosas. Ha impresionado a muchos con un estilo pedagógico que, generalmente, pretende presentar la doctrina católica como un conjunto de propuestas positivas para la vida, más bien que una larga lista de restricciones de la libertad personal. El uso de palabras como “alegría” y “amistad” se ha convertido en una de las marcas de su naciente pontificado.

UNA LENTA, PERO DELIBERADA REFORMA

El Papa Benedicto no se ha movido con rapidez para revisar la Curia Romana, como la mayor parte de la gente creía y sus primeros seguidores habían esperado. Las razones de esto son muchas, pero ninguna más que el hecho de que cualquier reforma que quiera hacer, ha de llevarse a la práctica necesariamente por los propios funcionarios de la Curia. Incluso con los pocos cambios que hasta ahora ha efectuado, el Papa se ha encontrado con problemas, de manera muy notable en la Secretaría de Estado. Muchos monseñores, la mayor parte graduados de la prestigiosa Academia Eclesiástica que forma diplomáticos papales, están todavía molestos porque el verano pasado el Papa nombró a un no diplomático, el cardenal Tarsicio Bertone,
SDB, salesiano de 72 años, como Secretario de Estado. El cardenal Bertone, que fue adjunto del entonces cardenal Ratzinger en la CDF, no ha tenido una tarea fácil para ganarse el respeto y la total colaboración de su personal. Pero el cardenal Bertone tiene la plena confianza de Benedicto XVI y está emergiendo como una especie de vicepapa que, según sus palabras, tiene la misión de transmitir perfectamente el pensamiento y la voluntad del Papa a la Curia, a los obispos y diplomáticos de todo el mundo acreditados ante la Santa Sede.

A todos los efectos prácticos, el Papa lleva la Secretaría de Estado por medio del cardenal que funciona como su regente. Esto es cierto también en la CDF, donde el antiguo Prefecto convertido en papa continúa al frente de su antiguo cargo. El cardenal Guillermo Levada desempeña el rol de regente en este puesto, pero Benedicto XVI, como los papas anteriores al Vaticano II, permanece si no en el título, sí al menos como prefecto de hecho.

REINTERPRETAR EL CONCILIO VATICANO II

En uno de sus primeros discursos públicos después de tomar posesión de su puesto en la CDF en el verano de 2005, el cardenal Levada expresó una “modesta esperanza” de que para el 2015 se dispondría de una nueva traducción de los principales documentos del Vaticano II. Esas palabras del discurso, pronunciadas en el Ateneo Pontificio de San Anselmo en octubre de 2005, apenas aparecieron en las noticias. El silencio de los medios fue imperdonable. En primer lugar, porque la observación del Cardenal fue una bofetada gratuita en el rostro de numerosos especialistas que habían producido las diferentes traducciones de los documentos del Vaticano II actualmente en uso, todos con el “imprimatur” de la autoridad jerárquica, por cierto. También indicaba que uno de los principales propósitos de Benedicto XVI es continuar lo que los críticos han llamado reinterpretación del Vaticano II, algo – dicen- a lo que el antiguo cardenal Ratzinger colaboró como punta de lanza durante el último pontificado. Desde 1968 al menos - posiblemente incluso antes-, el actual papa ha abrigado serias reservas sobre la manera en que varias reformas postconciliares se llevaban a cabo. Él nunca se ha retraído de criticarlas. Por ejemplo, su incomodidad con la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno –Gaudium et Spes- incluso cuando estaba siendo redactada y debatida en el Concilio, está bien documentada. El joven teólogo Ratzinger criticó la redacción final por su excesivamente optimista –por no llamarla utópica- visión de la naturaleza humana.

Era una opinión que no cambió al llegar a obispo y cardenal, y que, al parecer, mantiene como papa. También ha continuado criticando a los expertos bíblicos, por exagerar la importancia de la crítica textual (conocida como el método histórico-crítico) en exégesis bíblica y rebajar el significado espiritual de los textos bíblicos. El cardenal Levada argumentó que las traducciones defectuosas del documento del Vaticano II sobre la Revelación divina, Lumen Gentium, eran parte de la causa de este problema.

MOTU PROPRIO

A pesar de no ser un experto liturgista, el papa Benedicto ha criticado especialmente la manera en que las reformas del Vaticano II se llevaron a cabo en la liturgia. El cardenal Bertone confirmó esto en una reciente serie de entrevistas y discursos. “Los errores no están en los textos conciliares”, declaró a “Le Figaro Magazine” de París el mes pasado. Más bien, dijo, el papa estaba “pidiendo a los obispos, sacerdotes y fieles, una verdadera aplicación de los textos del Concilio, tales como el uso del latín y del canto gregoriano”. El papa destacó este punto en su reciente exhortación apostólica sinodal sobre la Eucaristía (Sacramentum Charitatis). Más aún, el nombramiento del arzobispo Malcom Ranjith como número dos de la Congregación del culto divino, es una medida concreta con la que espera “corregir” los giros que la reforma litúrgica tomó después del Concilio. Es sabido que el arzobispo de Sri Lanka, que tampoco tiene una formación litúrgica específica, tiene unas ideas sobre liturgia próximas a las del papa, que incluyen su apoyo a una utilización más general de la misa tridentina.

Pero estas son ideas que muy bien podrían terminar dividiendo a los católicos. En las próximas semanas el papa Benedicto pretende publicar un ‘ motu proprio’, es decir, de propia iniciativa, que animaría a utilizar más ampliamente el rito tridentino. El decreto podría publicarse el día 30 de abril, fiesta de San Pío V, el papa que codificó el rito en el siglo XVI. El papa está haciendo esto en contra de la opinión de los más altos cargos de la curia romana y, al parecer, de la mayor parte de los obispos del mundo. Sin embargo, con la excepción de los obispos franceses, no ha habido un intento serio de hacer llegar al papa su seria preocupación acerca de las consecuencias negativas que el motu proprio podría tener. Sorprendentemente, sólo unos pocos obispos y especialistas han señalado que la diferencia entre la así llamada ‘misa antigua’ y ‘la de rito romano reformado’ que se utiliza en la actualidad, es esencialmente la de dos eclesiologías diferentes, y no simplemente una cuestión de utilización de vestimenta anticuada, o que el sacerdote “diga” la misa de espaldas al pueblo.

Pero el interés del papa Benedicto en conservar la Misa Tridentina como una opción viable junto a la liturgia reformada del Vaticano II no debería ser una sorpresa. Mucho antes de llegar a Roma en 1981, como Prefecto de la CDF, ya había apoyado movimientos para conservar la misa antigua. Su hermano mayor, sacerdote de la archidiócesis de Munich, monseñor Georg Ratzinger, tenía gran dificultad para aceptar los cambios litúrgicos posteriores al Vaticano II. En 1964, el mayor de los Ratzinger cambió su residencia a la vecina diócesis de Regensburg (cinco años antes de que el futuro papa fuera allí a enseñar), donde, como director de coro y sin responsabilidades parroquiales, se le permitió celebrar la misa antigua en privado. Con frecuencia se pasa por alto la influencia del Monseñor sobre su más famoso hermano. Pero es interesante destacar que el primero de dos “indultos” que el papa Juan Pablo II concedió para la utilización limitada del rito tridentino no llegó hasta 1984, tres años después de que el entonces cardenal Ratzinger hubiera llegado para trabajar en Roma. La medida fue tomada como parte del fracasado intento de impedir que el arzobispo Marcel Lefebvre y sus seguidores tridentinos rompieran la comunión con Roma. El hombre al frente de todos estos esfuerzos fracasados fue el Prefecto de la CDF. Así, el nuevo ‘motu proprio’ no sólo pretende preservar “la gran herencia litúrgica legada por S. Pío X”, como el cardenal Bertone dijo recientemente al confirmar la intención del papa de extender el uso de la misa tridentina, sino que es también parte del esfuerzo continuado de atraer a los cismáticos lefebvristas a la plena comunión con Roma. Benedicto XVI tiene un profundo interés en sanar la herida no sólo porque es el obispo de Roma, sino también porque él es también uno de los personajes principales de lo que terminó siendo el único cisma formal de la Iglesia desde el Vaticano II.

SIN TRANSIGENCIA

Pero las preocupaciones del papa no se limitan en absoluto a lo que sucede en el santuario de las aulas. Está también profundamente preocupado por lo que ve como transformaciones sociales negativas que se extienden rápidamente en un mundo globalizado. Ve que esto sucede especialmente en Europa, cuyo futuro se ha convertido en una de sus mayores preocupaciones. El papa cree que una crisis inquietante
está devorando el viejo continente europeo, algo que él identifica como “relativismo cultural” y “secularismo”, algo cuyas huellas llevan hasta la Ilustración. Esto ha conducido al actual y extendido rechazo de la ley natural y de las normas morales universales y ha resultado en lo que el papa llamaría el absurdo intento de reconocer como derechos ciertas formas de conducta humana que no están de acuerdo con la naturaleza; los ejemplos más claros serían el aborto, la eutanasia y la homosexualidad. Este año ha hablado más y más frecuentemente contra la amenaza que estas prácticas representan, especialmente las uniones del mismo sexo, y se ha dirigido a la familia tradicional basada en el matrimonio entre hombre y mujer. El papa Benedicto ha dicho que la Iglesia católica no transigirá en estos temas. También en varias ocasiones ha llegado a denunciarlos como el inevitable resultado de la dictadura del relativismo.

“El relativismo se ha convertido en el problema fundamental de la fe de nuestro tiempo”, decía el cardenal Bertone explicando los objetivos del pontificado a un grupo de hombres de negocios en Milán. Resumiendo el pensamiento del papa, criticó cierto relativismo como una forma de resignación ante verdades inalcanzables, advirtiendo que estaba enmascarado como “tolerancia, conocimiento por medio del diálogo y libertad”. Dijo que “el objetivo central del ministerio y enseñanza del papa Benedicto consiste en recuperar la identidad cristiana en su autenticidad y en explicar y confirmar la inteligibilidad de la fe en el contexto de un secularismo muy extendido”. La llave de esto, dijo el cardenal Bertone, consiste en proclamar a todos que Cristo es el “único y universal Salvador” que “no puede ser relativizado simplemente como un genio entre muchos genios religiosos”. Ése era el mismo mensaje contenido en el documento de la CDF “Dominus Jesus” que el entonces cardenal Ratzinger y el arzobispo Bertone publicaron en el año 2000. El texto logró ofender a muchos no católicos al proclamar que la verdad absoluta sólo se podría encontrar en la Iglesia católica, y que las otras comunidades de fe e iglesias padecían “defectos”. No pocos intelectuales católicos la criticaron también diciendo que tenía un sabor rancio a triunfalismo anterior al Vaticano II y un cierto fundamentalismo católico.

Dominus Jesus” no facilitó el diálogo ecuménico ni las relaciones con otras religiones, especialmente el Islam. El hecho de que sus autores son ahora papa y vicepapa ha contribuído poco a relajar las suspicacias con las que muchos líderes no católicos ven a Roma y sus intenciones. No obstante, el trabajo ecuménico y el diálogo interreligioso continúan por todo el mundo a nivel local y nacional. La ya famosa crisis con los musulmanes causada por el discurso del papa Benedicto XVI en Regensburg en septiembre de 2006 parecía haberse suavizado después de la visita del papa a la predominantemente musulmana Turquía. No obstante, el papa ha sido lento para iniciar el diálogo que decía querer tener con los islamistas. Tardó varios meses en invitar al presidente de la Universidad de EL AZHAR en El Cairo, uno de los mayores expertos musulmanes y reunirse con él en el Vaticano. Entonces, en el último minuto, un número de clérigos musulmanes presionó a su representante para que se cancelara la reunión diciendo que el papa todavía no se había disculpado suficientemente por ofender a los seguidores del Islam en su discurso de Regensburg. Ese discurso, por cierto, fue mucho más significativo por la forma en que intentaba defender los elementos filosóficos griegos del cristianismo como esenciales y constitutivos de la fe verdadera y no simplemente uno de los primeros ejemplos de inculturación. El reciente documento de la CDF condenando los escritos del jesuíta Jon Sobrino fue publicado como crítica de la Cristología de este teólogo, pero también tenía como objetivo reforzar las afirmaciones del papa en Regensburg.

Hay importantes y creíbles especialistas que están en desacuerdo con las afirmaciones del papa en este campo. Otros objetan a su definición de ley natural, de verdad absoluta y cuáles son exactamente las normas universales obligatorias. Algunos argumentarían diciendo que el papa se guía tanto por la metafísica griega como por el evangelio de Jesús. Pero es sorprendente que muy pocos de sus críticos hayan dado un paso adelante para retar sus afirmaciones, afirmaciones que el papa Benedicto probablemente repetirá con fuerza aún mayor en el nuevo año.

    [Traducción del original inglés hecha por JM para ATRIO.org]

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