Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

LA ORACIÓN A UN DIOS LEJANO…

15-Enero-2006    Ángel Rivas Vargas

Hace algunos días, me topé por casualidad con un “recorte” en uno de los programas de “zapping” donde hacían alusión (en plan de sorna claro) a los contenidos de la página web www.rezaelrosario.com. Lo cierto es que me fastidió enormemente la imagen que de Dios estaban dando por la página y su posterior difusión en el programa de “zapping”.

Para los que no conozcáis la página os diré que se trata de un portal donde se invita a rezar el Rosario desde varias maneras (a cual más ridícula) y en el que un menú manda acceso a otras partes de la página con títulos tan inverosímiles como “quiero hablar con un sacerdote”, “quiero entregarme a Dios” o “quiero que recen por mí”. Pero más allá de la propia página que, a pesar de advertir sus autores de que se trata de un proyecto aparte, desprende un olor a Opus Dei que marea, creo que hay varias cosas que en nuestra sociedad la gente que se considera cristiana tiene asumido y más allá de asumirse sin más, puede debatirse creo (y debe hacerse) con suficiente argumentación.

Con este panorama sólo puedo hacerme preguntas: ¿tan alejados estamos los (que nos llamamos) cristianos del amor cercano del Padre Bueno que profesamos?; me atrevo a pensar que ¡no creemos esto de verdad! por mucho que se diga en toda clase de movimientos cristianos y por muchas encíclicas y documentos eclesiales que lo dictaminen. ¿Cómo es posible que en la misma página donde se afirma que la Virgen es madre se puede pretender que nos dirijamos a ella por medio de un programita en el que los pasos del “dichoso” Rosario (nuestro diálogo (!)) los va marcando una pantalla que reproduce un vagón de metro y las estaciones de la línea (verlo, no tiene desperdicio)?., ¿pero acaso está la gente loca?,¡¿qué hijo se dirige a su madre así?!.

No quiero que se me malinterprete, cada uno puede rezar como quiera ¡faltaría más!, pero este tipo de inventos me recuerdan más a Morgan Freeman recibiendo oraciones en plan correo electrónico en la película “Como Dios” que a un Padre escuchando a sus hijos.

Por otra parte, seguro que muchos de nosotros hemos dicho (como en la página web) alguna vez eso de “reza por mí”, pero quiero hacer una parada a la reflexión. Cuando decimos a los demás que recen por nosotros ¿por qué lo hacemos?, -unos dicen que porque es una manera de compartir la oración con otra persona, otros incluso aluden a la “comunión de los Santos”, o bien porque a Dios le gusta que sus hijos recen por los demás (!). Pero hombres (y mujeres)… no nos engañemos, la verdadera razón es que queremos que nos vaya bien en algo y parece que si lo piden varios hay más posibilidades de éxito. ¿Y no va esto en contra de Mt 7, 7s?; ni siquiera es que no tengamos fe en las obras de Dios, sino que creemos que hay una gran probabilidad de que no nos haga caso, ¿pero, ¡por Dios!, qué Padre Bueno no escucha a sus hijos?. En cuanto a las ideas que se esconden detrás de los citados menús: “quiero hablar con un sacerdote” y “quiero entregarme a Dios” está la “diferencia de clases” en la Iglesia, la nobleza de los “religiosos” y el pueblo llano de los “laicos”. ¿Cómo puede ser que un Padre Bueno dé a unos hijos más que a otros la posibilidad de su cercanía?, ¿no estamos todos: sacerdotes, monjas, misioneros,…, y ¡laicos! consagrados a Dios, entregados a Él?.

Ante esta batería de preguntas mi contestación iría en la línea de la cercanía de Dios y en consecuencia de la libertad auténtica para hablar con Él. La tradición piadosa está llena de fórmulas y oraciones preparadas, en cualquier cuadernillo típico se habla de lo “beneficioso” que es rezarlas para un cristiano; pero mejor dicho lo beneficioso es que salgan del corazón ¡de verdad!. La mayoría de ellas (las más bellas, sin duda) salieron del corazón de un hombre o una mujer, que seguro notaba la cercanía de Dios y tenía la libertad plena de un hijo para hablarle en esos términos que se han convertido en “prototipo”. ¿No será entonces acaso más “beneficioso” para un cristiano que viva directamente el fundamento de esa oración y que la oración en sí?.

En fin, aparte del hecho puntual de la página web, que es ya el extremo, creo que debemos no sólo vivir una cercanía hasta la unión con el Padre en la intimidad de nuestra oración, sino comunicarlo “urbi et orbi”, haciéndole partícipe en nuestra vida con la espontaneidad natural de hijos. Como tan dulcemente lo expresa Jesús en su continua oración durante la cena según el evangelio de San Juan. Y es que reflexionemos, hermanos…,¿qué nos llena más?: ¿recitar?, aunque sea muy sentidamente el Padre Nuestro antes de dormir, ¿o bien dejarse llevar por el amor que expresaba el corazón de Jesús en esas palabras?; sólo de esa manera podremos terminar nuestro diálogo con Dios como verdaderos hijos, y sin extrañeza alguna exclamar:

-¡Buenas noches Padre!

esperando sin cerrar los ojos sentir su dulce contestación:

-¡Buenas noches hijo!

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