Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

El “mal menor” del voto a la izquierda

14-Mayo-2007    Juan Luis Herrero del Pozo

Ayer día 13 de mayo se reproducía en Atrio un escrito mío sobre lo inmoral que es objetivamente (no siempre en la conciencia subjetiva) votar a favor de la derecha y creo que no lo argumenté mal.

Prueba de ello es que los más escocidos por mi tesis no han aducido ni una sola razón que la desmienta directamente. Muchos en cambio han reaccionado con alivio (frente al posicionamiento derechista de la jerarquía episcopal española) y hasta con agradecimiento y entusiasmo (por mis razones a favor de que el capitalismo neoliberal es perverso mientras que el socialismo democrático es, en su esencia, bautizable). Algunos, apaciguados en lo teórico, manifiestan desorientación respecto a la decisión a tomar a causa de las políticas económicas también neoliberales del PSOE. Al paso de esta objeción intenta salir mi reflexión de hoy que es como un complemento o segunda parte del articulito anterior.

Aunque el PSOE fue mi ‘primer amor’ político (y no me he vuelto a casar con ningún otro partido) reconozco que me defraudó su deriva hacia la derecha y que hoy quienes se hallan a su izquierda encarnan mejor el auténtico socialismo, no sólo en teoría sino también en aquellas instituciones locales donde gobiernan. Pero el deseo de objetividad impone hilar fino:

1. Hay un abismo entre la SENSIBILIDAD SOCIAL comprobada de la izquierda española (mayor o menor según casos) y el favoritismo clasista volcado en los más ricos (corrupción incluída) con acoso social hacia la clase trabajadora mediante tacañería presupuestaria, privatizaciones y desmonte respecto a muchos servicios sociales.

2. A un partido de izquierdas en cualquier gobierno los ciudadanos lo deben vigilar, controlar y exigir. Nada más lógico: le exigen coherencia con su ideario. Sin embargo, hacer lo mismo con un partido de derecha es pedirle algo ‘contra natura’. No todo termina con un voto a la izquierda; al contrario, entonces empieza un trabajo serio para ayudarle con tanto vigor como simpatía a ir recuperando en el contexto real su ideal originario.

3. No sólo por la perversión de sus principios sino también por las políticas antisociales y escasamente democráticas desarrolladas el principal partido español de derechas constituye, pues, un mal absoluto en comparación con lo hoy posible. Lo cual convierte a la izquierda en un ‘mal menor’, en el peor de los diagnósticos que se convierte en un bien real aunque relativo.

4. Igualmente inmoral es la parte de la jerarquía que quiere imponer sus criterios en el ámbito que no es de su competencia como es la legislación civil la cual busca convivencia ciudadana no confisonalismo solapado. Y aún es más inmoral cuando denigra a toda la izquierda, gobernante o no, desde su traición a los más claros valores evangélicos. Nada digamos de ciertas autoridades religiosas que coquetean con la extrema derecha y volverían a llevar a Franco bajo palio si levantara la cabeza. Nombres como Rouco, Cañizares, Sebastián encarnan a los ojos de muchos cristianos lo peor de la iglesia medieval inquisitorial.

Son las propias reacciones de los lectores de Eclesalia y ATRIO las que me han inducido a no dejar a medias la reflexión política.

Atentos todos los cristianos al comportamiento del papa Ratzinger que viaja hoy a Brasil para que no se le desmande la asamblea episcopal latinoamericana en el santuario de la Aparecida. Parece que la iglesia oficial no soportaría un nuevo Medellín. Y atentos y esperanzados ante la asamblea paralela de los teólogos de la liberación cerca de Aparecida. Que no se dejen éstos encerrar en una dialéctica de cisma que sólo favorecería a quienes los preferirían ‘fuera’ de la institución.

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