Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La mujer en el NT y en la Iglesia

04-Octubre-2007    Ana Rodrigo
    Lo que se discute en esta entrada sigue siendo teología pero de un nivel más a ras de tierra. ¿Es voluntad de Dios, revelada en Cristo, -sea cual sea la naturaleza de la revelación- que su Iglesia en el siglo XXI no pueda aceptar a las mujeres para desempeñar las más altas responsabilidades de la Iglesia? ¿Puede llamarse cristiana una Iglesia que no sólo discrimina a la mujer en esas tareas sino que prohibe a sus teólogos que se planteen siquiera el tema?

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La mujer en el NT y en la Iglesia

Independientemente del grado de historicidad de todos y cada uno de los pasajes que nos relatan Evangelios, teniendo el cuenta la interpretación que hicieron sus inmediatos seguidores, las primeras comunidades cristianas, deducimos que Jesús fue absolutamente revolucionario también respecto a la consideración de la mujer. En una sociedad en la que la mujer no contaba para nada, Jesús las tiene muy en cuenta.

De todo creyente es conocida la cantidad de mujeres que aparecen en la vida de Jesús y, aún en el caso de que no fuesen rigurosamente históricos, estos relatos tal cual lo escriben los evangelios, yo diría que avalan más todavía la buena nueva para las mujeres, pues ello significaría que, independientemente de los relatos, los hechos reales irían más allá de lo que nos cuentan, a juzgar por el calado profundo que tuvo esta conducta en todos los discípulos y discípulas de Jesús en los años inmediatos a su desaparición de este mundo.

El testimonio de Jesús y su praxis fue la siguiente: condena con hechos la in justa sociedad machista y/o patriarcal, hace visibles a las mujeres, Jesús implica en su vida y en su mensaje a las mujeres, las mujeres para él son tan válidas como los hombres para la transmisión del mensaje, en definitiva, Jesús reconoce, cuando no devuelve, la dignidad a las mujeres en aquella sociedad que les había arrebatado.

  • Enumeramos a las mujeres que aparecen en la vida de Jesús:
  • María su madre, Marta y María de Betania, la hija de Jairo, la mujer encorvada, la samaritana, la hemorroisa, María Magdalena y alguna más. Los evangelistas, hombres de su época, no las ponen el los evangelios simplemente como mujeres que “pasaban por allí”, sino como mujeres a las que Jesús les dio una fuerte carga simbólica de liberación y dignidad, sobre lo que no me voy a detener, porque hay magníficos estudios acerca de las mismas.

    El problema ha venido después. Con el tiempo el tema de las mujeres en los Evangelios, se ha interpretado como algo romántico, bello, algo blandengue, como si Jesús estuviese haciendo una obra de caridad con cada una de las mujeres, como el florero que adorna los evangelios. No, rotundamente no, fueron mujeres reales, de carne y hueso, que sufrían, que sentían, que sabían hablar, que eran capaces de tomar decisiones, que decidieron estar como unas valientes al lado de Jesús en su proceso y posterior asesinato, mientras los discípulos estaban muertos de miedo y escondidos; mujeres que se dirigen a los apóstoles para decirles lo más importante de la vida de Jesús: que Jesús vivía. Y esto porque Jesús así lo decidió, en una época en que la palabra de las mujeres no servía para nada, Jesús las pone en su sitio de personas cuya credibilidad equipara a la de los hombres. Y para que unos hombres, los evangelistas, dejasen constancia de estos hechos, quiere decir que ellos tenían muy asumida la importancia que Jesús dio a las mujeres. En este caso “el feminismo” en los evangelistas no fue un impacto puntual, sino una interiorización de un testimonio, el de Jesús.

  • Veamos la praxis de las primeras comunidades cristianas:
  • Los datos que vienen a continuación están tomados del libro “La mujer en la Iglesia” de Margarita Pintos, Ed. Paulinas, 1990.

      -En Flm,1,2, Pablo saluda a Apia, “nuestra hermana”,
      -En Hch. 16, se relata cómo la primera comunidad de Filipos se debe a la conversión de una mujer, Lidia, y a toda su familia.
      -En Rom. 16, 6-12, Pablo alaba a María, a Trifena, a Trifosia y a su amiga Pérside. Dice Margarita Pintos que el verbo kopiao que Pablo utiliza, significaba el esfuerzo misionero y la tarea de evangelizar, y no sólo de mera ayuda complementaria.
      -En Hch. 18,26, en Tim. 4,19, Prisca es mencionada dos veces antes que su marido Aquila. Ella comparte con Timoteo el título de “colaboradora” de Pablo..
      En Rom. 16, 1-2 dice. “Nuestra hermana Febe, que es diaconisa de la iglesia de Cencres”. Añade Margarita que el término diaconisa en fuentes extrabíblicas, se refería a la predicación y la enseñanza.

    De lo que ha pasado posteriormente con la mujer en la Iglesia sería cuestión de otro trabajo, que puede salir de las aportaciones de foreros y foreras, aunque es conocido de todos y de todas en qué lugar estamos las mujeres en la Iglesia, y de las atribuciones que se ha tomado el clero, hombres todos, como mediadores entre Dios y la humanidad, cómo se han atribuida capacidades divinas, mágicas, de las que están excluidas las mujeres, ¿por ser seres inferiores?. Cómo el clero ha pasado a ser un estatus de poder en la medida en que más se escala en la pirámide de la jerárquica, todo ello acompañado de una ridícula parafernalia (recuérdese la capa magna de Cañizares y otras semejantes). Las consecuencias de este alejamiento de la gente normal, les lleva a dar unas no menos ridículas razones a la hora de negar el sacerdocio femenino.

    Resulta bastante absurdo que en el planeta tierra exista un solo estado, el Vaticano, en el que sus ciudadanos solamente sean hombre y que, con todos los poderes se concentren en manos exclusivamente de hombres (dejando el tema democrático). No parece que las cosas fuesen así en aquellas comunidades en las que eran mujeres y hombres quienes recibían a la comunidad en su casa y no había jerarquías, sino servicio, en un lugar donde la mujer ocupaba un lugar preferente.

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    APÉNDICE: La reciente doctrina oficial de la Iglesia sobre la mujer.

  • Carta apostólica Mulieris dignitatem de Juan Pablo II sobre La dignidad y la vocación de la mujer con ocasión del Año Mariano. 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María, del año 1988.
  • Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis del papa Juan Pablo II sobre La ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres, 22 de mayo, solemnidad de Pentecostés, del año 1994,
  • Respuesta acerca de la doctrina de la Carta Apostólica “Ordinatio Sacerdotalis”(Responsum ad dubium circa doctrinam in Epist. Ap.“Ordinatio Sacerdotalis” traditam), Congregación para la Doctrina de la Fe, 28 de octubre de 1995. No está el texto en la página oficial del Vaticano.
  • Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre La colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y el mundo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 31 de mayo de 2004
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