El nuevo cardenal García-Gasco manifestó a quienes acudieron a felicitarle en el momento mismo en que se hizo público el nombramiento que era “Un regalo al arzobispo y a la diócesis“. Pero es normal que que el grupo de sacerdotes valencianos que había manifestado su desacuerdo con actuaciones diocesanas que parecen haber merecido el premio reciban con reservas este “regalo colectivo”.

ANTE EL NOMBRAMIENTO CARDENALICIO DE D. AGUSTÍN GARCIA-GASCO.

Muchos, olvidándose de que el cardenalato se da a titulo personal, están resaltando el reconocimiento tan grande que supone el que nuestra diócesis haya sido designada sede cardenalicia. Si eso significara que la Diócesis ha de destacar por su fidelidad apostólica al Señor y a sus vicarios, que son los pobres, debemos alegrarnos y felicitarnos. Si, por el contrario, nos quiere situar en la dinámica de los honores y poderes de este mundo, debemos prevenirnos como tentación mesiánica. A nosotros, que apostamos por una Iglesia cada vez más evangélica y servicial, presidida por Pastores que dan su vida por el Pueblo, nos parece arcaica la estructura honorífica del cardenalato y tan mundana que hasta se da el nombre de “Príncipes” de la Iglesia a quienes reciben este cargo. Por eso tendría que suprimirse esta institución, dejando sus responsabilidades actuales a cargo de otros organismos más representativos de todo el Pueblo de Dios.

En el documento que hicimos público en junio de 2007 titulado “LA IGLESIA QUE QUEREMOS Y EL OBISPO QUE NECESITAMOS”, señalábamos que, si queremos dinamizar nuestra Iglesia diocesana, el nuevo Obispo tendrá que reunir las siguientes características: apertura solidaria al mundo de hoy y diálogo sincero con él; independencia ante cualquier grupo político, económico y mediático; promoción de una espiritualidad de la confianza, la austeridad solidaria y la libertad; encarnación en la cultura y lengua de nuestro pueblo; potenciación de la colegialidad, la pluralidad y la participación de todos; y cercanía y proximidad con los presbíteros para generar confianza, única actitud de la que puede surgir un proyecto común. Si para el nuevo Obispo pedíamos y pedimos estas notas, es porque no las habíamos visto potenciadas, como se debía, en el pontificado de D. Agustín en València. De ahí la sorpresa que nos ha producido este nombramiento, que le sitúa en una responsabilidad mayor en la organización eclesiástica.

Pues bien, desde esta perspectiva, este nombramiento confirma, en la dirección jerárquica de la Iglesia, una línea de marcada tendencia conservadora y de involución respecto al Vaticano II. El actual papado parece querer reforzar esta tendencia y potenciarla como sea. La concentración de cardenales de un mismo paradigma eclesiástico (Rouco, Cañizares y, ahora, García-Gasco) supone darle más apoyo y poder a esta línea, sin tener en cuenta los comportamientos pastorales de los elegidos.

Verdaderamente nos preocupa esta orientación predominante de la Jerarquía. Respetando, como es lógico, su fe personal, consideramos que con esta línea tradicionalista, que lleva a refugiarse en la fortaleza y en el poder, no se impulsa a la Iglesia a dar respuesta evangélica a los grandes retos culturales, sociales, económicos y políticos de nuestra sociedad. Servirse de eclesiologías alejadas de Gaudium et Spes y Lumen Gentium, y de creencias, liturgias y devociones anticuadas, no creemos que vaya a ser el mejor camino para evangelizar hoy.

Con la firme fe de siempre y dispuestos a trabajar para que la Iglesia sea significativa para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, seguimos confiando en la acción del Espíritu. Por eso, deseamos y rezamos para que la nueva responsabilidad que asumen esté al servicio de los empobrecidos, respetando siempre la diversidad eclesial.

València 20 octubre 2007

[Firman este escrito Josep Antoni Comes, Vicent Amargos, Honori Pascual, Benjamín Oltra, Nadal Carreres, Vicent Ruix, Antonio Garay, Joan Baptista Almela y veinte firmas más en representación del Grup de Rectors del Dissabte . El texto en valenciano se publica en Levante de hoy].