Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La Iglesia de la gentilidad

30-Octubre-2007    Gabriel Sánchez
    Un nuevo artículo abierto que invita a la reflexión y al debate, inspirado por uno de nuestros foros. Se realiza así un doble deseo de ATRIO: dar más la voz a los latinoamericanos (Gabriel es uruguayo, diácono casado) y presentar experiencias constructivas de comunidades cristianas de base que no tengan, como aquí, que salir a la palestra por la represión episcopal.

———————-

En el blog del Seminario de Formación Teológica el teólogo Ronaldo Muñoz ha publicado un pequeño trabajo sobre L A IGLESIA DE JESÚS COMUNIDAD DE IGUALES, CON DIVERSIDAD DE CONDICIONES, DONES Y SERVICIOS, SACRAMENTO DE HERMANDAD EN LA SOCIEDAD HUMANA. Me parece oportuno, como continuación del diálogo suscitado por el artículo de Pepe Sala ¿Qué es ser laico?, presentar en ATRIO los últimos cuatro puntos de este escrito y añadir mi comentario.

    6. El mismo Jesu-Cristo, entregado hasta la muerte de cruz y resucitado por el Padre, es presentado en el Nuevo Testamento como el único Sacerdote de la Nueva Alianza, que vuelve inútiles al clero mediador y al culto segregado de la Antigua. Y así, el Nuevo Pueblo de Dios “en Jesu-Cristo”, tiene todo entero acceso directo al Padre, y es entero consagrado como pueblo profético, sacerdotal y real. Por eso, el cristianismo primitivo se extiende entre los pueblos de la tierra como una religión sin castas ni discriminaciones, sin templo ni sacerdotes, donde los ministerios más importantes son los del anuncio del Evangelio y la reflexión de la Palabra ligada a la vida: para “el culto espiritual” de “la fe que actúa por amor” en la vida cotidiana.

    7. Y el Concilio Vaticano II, inspirándose sobre todo en la tradición juánica y siguiendo a los Padres de la Iglesia antigua, explica que la iglesia, como muchedumbre de hermanos, se muestra ( tendría que mostrarse ) “reunida por la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”; y en cuanto tal es ( debe ser ) “Sacramento” ( signo y herramienta ) de comunidad fraterna para la sociedad humana. Es que Dios mismo, para la fe cristiana, no es autocomplacencia solitaria, sino perfecta comunión de amor, de los Tres iguales y distintos: comunión sin monarquía ni subordinación, acogedora y solidaria hasta el extremo con la humanidad y el mundo.

    8. Con este horizonte evangélico y teológico, y recogiendo el anhelo “espiritual” del pueblo fiel y de sus pastores, tenemos que recuperar entre nosotros – con fidelidad creativa – el estilo y las estructuras de una iglesia fraterna y comunitaria, entera carismática, ministerial y misionera. Una iglesia donde “la vivencia de la comunión a que ha sido llamado la encuentre el cristiano en su comunidad de base… una comunidad que corresponda a un grupo homogéneo, con una dimensión que permita el trato personal fraterno entre sus miembros… comunidad de base que sea el primero y fundamental núcleo eclesial” ( Medellín ). Una Iglesia que viva en todos sus niveles la “comunión y participación” (Puebla). Una iglesia donde opiniones, iniciativas y tareas, sean acogidas, animadas y coordinadas flexiblemente, por “pastores humildes y cercanos, hermanos y servidores de sus comunidades” (Santo Domingo). Donde el discernimiento comunitario y la deliberación colegial sean practicados en todos los niveles: a fin de “resolver en común las cosas más importantes, contrastándolas con el parecer de muchos” (Vaticano II).

    9. Así podremos, como comunidad de discípulos y discípulas de Jesús, ser sal y luz del Evangelio del reinado de Dios; en esta sociedad nuestra tan marcada por el individualismo competitivo, por la injusticia y la segregación social; tan herida por la imposición de quienes concentran los bienes materiales, el conocimiento y las decisiones.

Es un hermoso trabajo que resume el sentir de la Iglesia de la Comunidades de esta Latinoamérica después de la Aparecida. El pueblo continua andando, en el marco de una América Latina desafiada por procesos de integración, de empoderamiento del pueblo, de acceso al poder de gobiernos progresistas. También con países empantanados en la dependencia y la pobreza, en la falta de derechos mínimos, en la voracidad multinacional que van por los recursos básico, en la resistencia de sectores privilegiados que se resisten a las reformas que permiten una distribución más justa.

Allí las comunidades se integran a este trabajo con una gran capacidad de movilizar, construir y aportar a la elaboración teórica en forma critica. Algunos párrafos de Aparecida nos despierta verdaderos sentimientos de Esperanza. Están surgiendo teólogos como Muñoz, que proyectan el sentir de la Iglesia de las comunidades, en cuanto a la necesaria conversión de la estructuras, los funcionamientos, la mística y la teologías eclesiales.

Se inaugura un Kairos (tiempo de Dios), una vuelta a las fuentes, en donde las Iglesia de las comunidades, presente en casi todo el orbe, comienza a ser una alternativa creíble, evangélica y reconocible desde la sociedad, en contraposición a las fórmulas, funcionamientos, estructuras y teologías anacrónicas, que han perdido contacto con la realidad de esta sociedad contemporánea nuestra y con las dinámicas y los ámbitos donde se elabora su cultura y se define su historia.

Esta perspectiva tiene un a base sociológica pero extiende a la reflexión teológica desde una concepción (pneumatologica) de la ACCION DEL ESPIRITU SANTO EN LA HISTORIA ACTUAL…

Los Padres conciliares llamarían a este fenómeno comunitario, un Signo de los Tiempos

En esta dinámica, debemos revalorizar las casas como lugares comunitarios de encuentro, la tradicional parroquia-templo deberá aggionarse, para irse transformando en el ámbito del encuentro de las Comunidades, en donde el culto sea compartido entre la casa y el templo… La Eucaristía, acción que estaba prohibida en el Templo para los primero cristianos, nació y creció en las casas de las gentes…y alrededor de ella creció la Iglesia.

Porque el cristiano era reconocido por su forma de relacionarse con los demás y con la sociedad. Eso daba a la presencia vecinal-testimonial una fuerza que fue impregnando la cultura de su tiempo de los valores evangélicos, a partir de un testimonio coherente, inserto en el ámbito social natural y por lo tanto creíble.

El cristiano era el vecino que siempre estaba, con el que se podía contar… y su presencia anuncio tenia la fuerza convocante de quienes veían en la comunidad que se reunía en las casas un lugar donde ser queridos y querer, ser respetados y respetar y sobretodo en donde sentir a Dios como papito-mamita.

Esta realidad, hace necesario recomponer los ejes de la misión, La primera misión es la propia familia, el propio barrio, el propio ámbito laboral y el lugar privilegiado será la casa de las personas del barrio, en una relación vecinal abierta, espontánea, solidaria y, como se dice ahora, samaritana.

Entonces la primera convocatoria-invitación será a visitar la casa de su vecino, para ir descubriendo que allí esta la comunidad de discípulos, la Iglesia. (Cfr Rom. 16, 3-5)

Haz hoy mismo tu APORTACIÓN (Pinchar aquí)

Escriba su comentario

Identificarse preferentemente con nombre y apellido(s). Se acepta un nick pero con dirección de e-mail válida.

Emplear un lenguaje correcto, respetar a los demás, centrarse en el tema y, en todo caso, aceptar las decisiones del moderador