Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Carta abierta a Juan Luis Herrero del Pozo

04-Noviembre-2007    José Luis Servera
    Las propuestas de Juan Luis está siendo ya muy comentadas en ATRIO. Hoy nos llega esta “carta abierta” que es una valida aportación sobre ese cristianismo laico que se propone no como un abandono de la verdadera fe cristiana sino como una actualización para el mundo de hoy no exenta de titubeos pero insoslayable a la larga.

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4 de Noviembre de 2007

Amigo Juan Luis: Te extrañará que te llame amigo sin conocernos. Lo hago porque después de haber leído muchas “comunicaciones” tuyas me siento ya amigo tuyo.

Estoy fundamentalmente de acuerdo con la mayoría de cosas que has escrito. Me ha llamado la atención tu insistencia en que se te conteste. Sin embargo pones una condición, y es que si puede ser, las respuestas no provengan desde un pensamiento mágico al que intentas superar, sino desde un pensamiento secularizado ámbito desde el cual planteas todas tus aclaraciones y problemas. Llevamos tantos años de pensamiento mágico y además teniendo en cuenta que toda nuestra infancia ha crecido y se ha desarrollado en él, es normal que resulte difícil liberarse de golpe totalmente de él. Mi intención es la de liberarme de él, cosa que ya hace tiempo que intento, y exponerte y comentarte aspectos de nuestra fe, procurando que sea desde una nueva vertiente de pensamiento actualizado, es decir, adaptado a nuestra sociedad secularizada e intentando establecer un diálogo con ella y entre nosotros.

Mi afán de alcanzar una visión de mi fe desde la secularización y actualizarla, viene de lejos y pienso que arrancó hace unos treinta años con las lecturas entre otros de Bonhoeffer, Robinson, Tillich y algo de Harvey Cox. Resulta patético que tantos científicos y profesionales que se profesan cristianos puedan seguir viviendo en el mundo actual con su fe en un compartimiento estanco, anclada en su infancia y no habiéndose preocupado de actualizarla, refugiándose con frecuencia detrás de posturas fundamentalistas porque no saben donde agarrarse si se les escarba un poco. Pienso que es bueno para el cristianismo del futuro que se vaya acabando la especie de fe sociológica con unos mínimos de personalización. Es urgente que nos planteemos el ideal de Bonhoeffer de aprender a vivir un cristianismo laico y sin religión como lo vivió Jesús de Nazaret. Para que ello sea posible hace falta que caigan tantas cosas, que antes para nosotros representaban algo fundamental y cuya tarea es difícil pero como recordabas tu “el camino se hace al andar”. También me ilusiona a mí, ir poniendo alguna piedrecita en la construcción de este nuevo camino para hacerlo posible, en ello estoy y estas líneas que te escribo intentan ir por este camino, ello es fruto de necesidades interiores mías, consecuencia de lecturas, reflexiones y convencimientos personales.

Paso ya a comentar de una manera resumida tus aportaciones. Estoy totalmente de acuerdo con tu intuición base: “Y vio Dios que todo era bueno”. Dios creó por evolución desde un principio sin necesidad de remiendos ni de añadidos posteriores, ya sea por vía sobrenatural o haciendo de tapa-agujeros. Existe una autonomía de las leyes del universo que Dios puso y respeta. Por una parte Dios es para nosotros lo más íntimo y cercano, pero por otra parte es totalmente otro, que nos quiere infinitamente -lo sabemos sobre todo por Jesucristo- pero que no nos solventa los problemas ni los malos tragos que nos sobrevienen.

Otra consecuencia de este no intervencionismo inmediato de Dios es que debemos concebir la revelación, no como algo que se da sobrenaturalmente aquí y ahora, sino como una potencialidad que se le dio al hombre desde su aparición evolutiva, a todo hombre sin hacer distinciones. Caminando se hace camino, pasando lo mismo en lo religioso. Entre todos los hombres vamos descubriendo, depurando y acercándonos a lo que en realidad es Dios, aunque sea de lejos y metafóricamente. En todo este proceso no podemos olvidar la aportación crucial de Jesús de Nazaret que voluntariamente se abrió de tal manera al Padre que alcanzó una tal identificación con Él cuyas últimas características son un misterio para nosotros -que pienso que sin negar nada es mejor dejar así, sin tratar de enlatar dicha situación ni descifrarla en conceptos humanos- pero que hacen que Jesús sea para nosotros, los que creemos en Él, el camino hacia el Padre y el revelador definitivo de como es el Padre para nosotros. Cristo nos ha salvado no por redención, concepto que no cuadra con la imagen del Padre que nos transmitió Jesús, sino que somos salvados por la revelación. A través de Cristo se nos comunica de una manera definitiva el gran gozo y misterio para el hombre que comenzó desde el principio de la humanidad y que está abierto a toda la humanidad es decir, que Dios nos ama infinitamente, que hemos sido creados a imagen suya y que nuestro destino no es la muerte sino la resurrección y que esta situación está abierta a toda la humanidad sin ningún tipo de exclusiones si el hombre se abre a Dios.

Me parece correcto lo que afirmas del pecado original cuya causa no es más que la contingencia de los seres humanos con la debilidad que ello implica. No en vano, ya hace años , afirmaba Henri de Lubac que el dogma sobre el pecado original se salvaba admitiendo únicamente que la naturaleza humana por si sola no podía implicar la salvación, llámese resurrección de la persona, que es un don que Dios gratuitamente nos otorga y nos revela en la resurrección de Cristo. Sin dicha resurrección la muerte tendría la última palabra para el hombre. Resurrección que claro está no es vuelta a esta vida, que sería resucitación sino algo que está fuera de las coordenadas espacio temporales. No existe un hombre que esté formado por cuerpo y alma y que esta se libere cuando morimos, porque como se decía al ser el alma espiritual sin partes no puede morir. Existe el hombre como un todo inseparable que por su idiosincrasia es capaz de de tener conciencia de sí mismo, libertad y de relacionarse con los demás personas, comunicarse con ellas y amarlas. Pero cuando muere un hombre muere todo y así quedaría sin el don de la resurrección ofrecido por Dios y manifestado en Cristo-Jesús.

Ante este Dios siempre abierto a nosotros, inseparable de nosotros, incluso en el pecado, que nos ama infinitamente y que casi se confunde con nosotros mismos desde lo más íntimo, no caben mediaciones, no hacen falta sacerdotes mediadores, ni sacrificios, ni rezos rituales, ni intercesiones de los santos o de la virgen María con todos los respetos debidos.

El camino hacia este Dios revelado por Jesucristo es el otro y sobre todo el otro pobre y necesitado. La imagen real de Dios es el otro y la comunicación con Dios es sobre todo la comunicación con el otro. Y el amor a Dios se da sobre todo a través del amor que entregamos a los otros.

Veo muy acertado lo que escribes sobre lo que sabemos de Jesús. Me gustó mucho el resumen que haces de las conclusiones de la teología crítica actual, matizadas por ti, muy claras, completas y constructivas. Reflejan el Jesús en el que yo creo.

Por último resta el que te comente el capítulo de cuestiones pendientes. Continuando lo de que el camino se hace al andar me pregunto: ¿como seres corpóreos que somos necesitamos expresarnos, comunicarnos, manifestar nuestra fe en comunidad? Al decir no y con razón, a los ritos ¿cómo seguimos comunitariamente alimentando nuestra fe? ¿cómo habría de funcionar un catecumenado hoy? ¿cómo celebrar la eucaristía para que sea lo que debe ser y no un rito repetitivo y que a menudo nos aburre? ¿Cómo debemos orar? Jesús insistió mucho en la oración de petición que aparentemente va contra la autonomía de las leyes naturales esperando el milagrito. ¿Fue debido únicamente a un condicionamiento cultural histórico de Jesús o existe algo detrás de dicha insistencia que debemos seguir manteniendo y de qué manera? Pienso que quizás la oración más que intentar mover a Dios, debe ir dirigida a movernos a nosotros mismos y abrirnos a Dios. Sin embargo no podemos negar la claridad con que Jesús nos enseña a pedir al Padre.

¿Cual debería ser nuestra postura ante la iglesia institucional y jerárquica? ¿Se es iglesia necesariamente formando parte de la iglesia institucional? ¿Deberíamos ser más valientes? En sociología, al hablar de las instituciones se estudia el fenómeno de la reificación de las instituciones, que consiste en el esfuerzo que se hace desde dentro de ellas para justificarlas y hacerlas perennes. Incluso continúa dicha justificación cuando ya ha muerto su sentido y justificación, movida por los intereses de los que viven de dicha institución. No cabe duda de que la iglesia católica se ha reificado mucho y muchas veces recordemos los dogmas, excomuniones, falta de derechos humanos dentro de la iglesia, el mismo “extra ecclesiam nulla salus”, etc. Cristo fue capaz de romper con sus instituciones sagradas, con los sacerdotes y con el templo y ya se dijo de él: “Cristo predicó el Reino de Dios y vino la iglesia”… ¿Cual es el camino?

Nuestras posturas conciliadoras o de procurar pasar desapercibidos anta la iglesia oficial ¿no estarán provocadas por nuestros miedos o porque en lo profundo de nosotros mismos el axioma “extra ecclesiam”, a pesar de que a nivel de la teología crítica actual sea inadmisible, dentro de nosotros sigue aún influyendo como un miedo a perder el padre?. La postura de Cristo ante las instituciones fue sin lugar a dudas más clara y valiente.

Como último dato, casi anecdótico, se me ocurre subrayar con motivo de las últimas beatificaciones, aunque a los mártires no se les exija milagros ¿tiene sentido que la Iglesia en el mundo actual donde domina el paradigma científico siga exigiendo milagros… para poder llegar a afirmar que una persona creyente ha llevado una vida ejemplar y es digna de imitación?.

Bueno Juan Luis, pienso que ya he comentado bastantes de tus cuestiones y que he hecho suficientes preguntas. Algo debemos dejar para otro día. Un abrazo. José Luis

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