Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

¿Ya no es posible el diálogo?

06-Noviembre-2007    Atrio

El día 2 de noviembre Juan Luis Herrero había enviado un artículo que acababa mostrando la imposibilidad de diálogo entre católicos modernos (o modernistas) buscadores y los fundamentalistas para quienes no hay nada que buscar porque la revelación está ya fijada por el magisterio en fórmulas. El día anterior, Luis Fernando había envido un comentario antológico que llegaba a la misma conclusión.

Reproducimos los dos. Y de nuevo resaltamos el paralelismo entre esta situación y la de hace un siglo, cuando se proujo la crisis antimodernistas, sobre la que volveremos. Pues se están produciendo entre muchos teólogos del sistema intentos de reivindicar la “Pascendi”.

Si no cabe el diálogo, hay que señalar que ATRIO, que no es un portal católico aunque participen en él católicos y cristianos de diversos temples, se declara abiertamente a favor de una búsqueda dialogada libremente sobre el factor religiso y cristiano sin aceptar los “argumentos de autoridad” con que LF y otros intentan “convertirnos”.

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  • La “verdad” que momifica la mente
    • por Juan Luis Herrero del Pozo

    Los que nos tenemos por caminantes y modernos buscadores de la verdad coincidimos en una constatación: sentimos impotencia total para hacernos simplemente entender –sin quimérica ilusión proselitista– por los conservadores más ultras.

    Esta sensación de impotencia puede parecer algo extraño pero se debe al muro granítico que oponen los integristas, el granito del fundamentalismo que hace imposible cualquier diálogo.

    Quien analiza la lógica de su pensamiento advierte dos cosas, no argumentan ni dan razones (suplidas como mucho por la ironía), y se escudan en un patente fideísmo que sólo es sensible al argumento de autoridad. Su plantilla mental es por demás simple:

      1) Dios ha hablado,
      2) el magisterio nos lo transmite con total garantía,
      3) quien no lo acepta habrá de atenerse a las consecuencias (la tecla del miedo a la condenación).

    Han introyectado semejante plantilla mental con tal rigidez e intensidad y tan profundo que es como si un cincel la hubiera grabado de modo indeleble en un bloque de granito puro. Cualquier consideración, argumento o razón en su contra es como si una pluma de ave acariciase la pétrea inscripción. Una vez que la mente fundamentalista se identifica con la verdad del mismísimo Dios… queda cancelado todo ulterior proceso de inteligencia. Salvo para repetir lo conocido, la inteligencia descansa para siempre y se va momificando. Por eso, en el ámbito fundamentalista es un sin sentido cualquier mención de búsqueda porque no hay nada que encontrar: es el inmovilismo contra el ‘hacer camino al andar’. Es la parálisis, incluso la muerte, de todo espíritu crítico, o del simple sentido común. Este tipo de verdad no libera sino que momifica.

    Ni siquiera es ya cuestión de diferentes paradigmas teológicos porque es “su palabra (¡la de Dios!) contra la nuestra”. Ni siquiera, pues, se trata del casi imposible diálogo entre galaxias distantes sino de la diferencia entre un astro vivo y otro apagado.

    Por estos motivos tiene poco provecho enzarzarse en debates entre modernos y fundamentalistas. Nos respetamos unos a otros –y esto ya es grande si acompaña la caridad– pero… ¡no hay nada más que rascar!
    El fundamentalismo no es una desviación de las tres religiones del libro sino la densificación de su núcleo, la agudización de su prepotencia: Dios ha hablado… ¡y punto! ¡Roma locuta, causa finita! Es lamentable. Pero aún es más pernicioso distraerse de lo esencial, la causa de los pobres. Pienso que formulada rotundamente la denuncia de la institución eclesial debemos sortear la trampa de quemar todas las energías en ello. Y me temo que no lo estamos evitando. Tal vez, en proporción de dos tercios, se distraen demasiadas energías en la actual denuncia profética de los mejores teólogos y de las bases populares cristianas (posiblemente menos en Latinoamérica). Inversamente y por cuantificar lo imponderable yo diría que al menos dos tercios de nuestras fuerzas deberían activarse en pro del ethos samaritano: Jesús no discutió mucho con los doctores de la ley pero empeñó su vida y su muerte por los marginados de aquella sociedad. Hoy tal vez las dimensiones y urgencias del drama son aún mayores: se nos muere esta pobre humanidad y estamos destrozando su hábitat.

    Logroño, 2 noviembre de 2007

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  • Comentario de Luis Fernando al artículo “No apostato, pero me doy de baja” enviado el 1-XI a las 3:59 horas.
  • Felix, ya sois la quinta columna. Pero, voy a ser claro, no hay posibilidad de convivencia. Es decir, cada vez es más obvio que el sector “conservador” está más concienciado de que no se puede consentir que desde la propia Iglesia se mine la autoridad de sus pastores y se quiera llevar las cosas por una línea que, por mucho que diga basarse en el evangelio, supondría el suicidio definitivo del catolicismo. Y ocurre que ese sector conservador, que no es sólo el de los obispos sino el de gran parte de los movimientos más activos y el de cada vez más laicos comprometidos y activos en multitud de foros, tiene la sartén cogida por el mango. Y no lo va a soltar. Ya apenas quedan obispos que os den cuartelillo. Y los nuevos que Roma va eligiendo no permitirán que, a diferencia de ahora, ocupéis ni un solo puesto medio en la organización eclesial. Es más, una vez que Amigo se vaya de Sevilla, no habrá seminario importante en este país que esté tomado por profesores de tendencia más o menos progresista. Ni siquiera el de Barcelona, a menos que Sistach quiera que se le vayan todos los futuros seminarista a Tarrasa. Por tanto, los futuros curas serán formados en total conformidad a lo que Roma quiere. Por no hablar del hecho de que sois incapaces de atraer a los jóvenes que son católicos practicantes, lo cual garantiza que vuestras ideas, vuestras teorías sobre cómo ha de ser la Iglesia Católica, no tendrán continuidad a medio-largo plazo. Y esto lo sabéis en Atrio. Lo saben en la Juan XXIII. Lo saben en las comunidades de base.

    Desgraciadamente, y esto no lo digo por quedar bien, están rotas casi todas las líneas de diálogo. Es tal la diferencia de criterio sobre lo que es ser católico entre vosotros y nosotros, que no cabe encontrar un punto de encuentro en mitad del camino. Cada vez que el magisterio saca un documento, os oponéis radicalmente al mismo. Pero no creáis que tenéis un problema sólo con la jerarquía católica.

    En cuanto a vuestra creencia cristológica y/o trinitaria, muchos de vosotros ni siquiera pasaríais el mínimo exigido para ser considerados cristianos por la mayoría de protestantes y ortodoxos. Vosotros que tanto decís que la Iglesia Católica es muy estricta, no sois conscientes que en la Iglesia Ortodoxa no dudaríais un segundo. Y tampoco en las denominaciones protestantes conservadoras, que son las que tienen más del 80% de protestantes practicantes del mundo.

    Hoy por hoy, sólo encontraríais lugar en la comunión anglicana…. que está a punto de estallar en pedazos precisamente por la negativa del sector evangélico a aceptar la línea de los que están en una ideología eclesial, doctrinal y moral similar a la vuestra.

    ¿Solución?
    Conversión. Sí, conversión a la fe de la Iglesia, a su doctrina, a su moral. Que es también conversión a Cristo, Cabeza de dicha Iglesia. Como decían los padres, no puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia como Madre. Y Juan XXIII añadiría como Madre y Maestra. El día en que dejéis de creer, como Lutero, que vosotros podéis juzgar, condenar y/o rechazar lo que dicta el magisterio en vez de permitir y aceptar el juicio que el magisterio dicta sobre lo que vosotros creéis, volveréis a ser católicos. Mientras seguiréis como pez fuera del agua, como rana alejada de su charca, como oso polar en el ecuador. O sea, fuera de sitio.

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    Preguntas de AD ante este comentario:

      ¿Es una declaración de guerra o un parte de victoria, como si dijera: “Muertos o marginados los últimos representantes de progresismo del Vaticano II, las fuerzas de Pío V y Pío X han conquistado todos sus objetivos. La restauración ha concluido“?

      ¿Pero acaso no son verdad los hechos y planes que dice, pues reflejan la línea estratégica de la jerarquía de la Iglesia Católica hoy?

      ¿Cómo podrán sin embargo echarnos o callarnos a los católicos (por pertenecer a la saga de quienes han creído de verdad en la universalidad cósmica de Jesús de Nazaret) que seguimos buscando? ¿Acaso son hoy posibles los métodos empleados con Loisy o Teilhard?

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