Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

FRUTO DE IGNORANCIA Y MIEDO

    De esta editorial de la prestigiosa revista americana National Catholic Reporter publicó ya ATRIO el original en inglés. Alguien nos sugería la conveniencia de traducirlo. Ahora recogemos la traducción que ha hecho ADISTA en su último boletín en español

33137. KANSAS CITY-ADISTA. “A vosotros que ocupáis posiciones de liderazgo en la Iglesia católica y que sois homosexuales, va toda nuestra compasión y dolor por el hecho de que habéis sido obligados una vez más a escuchar que vuestra sexualidad, elemento intrínseco de vuestra humanidad, es un desorden objetivo”. Así comienza, con tonos muy duros, un artículo del semanario católico estadounidense National Catholic Reporter (NCR, 9/12) sobre la Instrucción vaticana que cierra las puertas del seminario a los homosexuales (ver Adista n. 84).
Se trata de una definición, se lee en el artículo, “que repugna a todos los que en la Iglesia, homo y heterosexuales, comprenden que la homosexualidad es, en la gran mayoría de los casos, no una opción sino que parte esencial de la naturaleza humana tal como es la heterosexualidad para otros”. “Nuestrospensamientos – sigue – van a vosotros, diáconos y sacerdotes, superiores religiosos, obispos y cardenales que podéis tener una orientación homosexual aunque dedicáis vuestra vida con integridad al servicio del Evangelio y de la Iglesia. Una definición tan horrible, por parte de la Iglesia que servid, es totalmente incomprensible”.
En cuanto a la Instrucción en si, el NCR la define “desconcertante y ambigua”, porque, en primer lugar es “fundamentalmente desordenada” a causa del empleo de términos “que no tienen un significado preciso” y
definiciones sin sentido: pone absolutos donde no tiene que haber y pide a los pastores que cumplan un examen de conciencia del prójimo “que sólo Dios puede hacer”. Además, el lenguaje es “más fruto de ignorancia y miedo que de claridad”.
A propósito de la “madurez afectiva”, cuya importancia es subrayada en la Instrucción, el articulo del NCR evidencia que, en base a la experiencia concreta entre los bancos de las iglesias, la homosexualidad es un “indicador irrelevante”. La inmadurez afectiva en cambio se ve “entre los sacerdotes que parecen soportar mal la relación con sus parroquianos; que tiene una atracción indebida por un específico vestuario eclesiástico como símbolo de poder; que son incapaces de comprometerse de manera colegial; que creen que liderazgo y autoridad significan sólo dar órdenes; que están convencidos de que el cristianismo es una religión de reglas y preceptos y no una comunidad caracterizada por relaciones correctas”.
Si el documento nace de la preocupación por el escándalo de los abusos sexuales perpetrados por el clero, la superposición de homosexuales y pedofilia “no solamente es un insulto a los homosexuales, sino que también se aleja del punto central”: el documento “afirma viejos prejuicios e ideas equivocadas y no resuelve nada”. Es cierto, hay razones para preocuparse de esos seminaristas y sacerdotes homosexuales que actúan de manera impropia, tal como de los heterosexuales que tienen relaciones e hijos, “pero el respeto de votos y promesas es una cosa, la orientación sexual es otra”.
Los homosexuales de la Iglesia comprenden, concluye el NCR, que se trata de “un documento producido por la confusión y el miedo (…). Agradecemos a esos católicos homosexuales que encontraron el valor de quedarse: los que están atrás, en la Iglesia, intentando resistir en un ambiente hostil de cara a los que ocupan cargos de poder y que hacen observar las reglas, los que guardan en secreto su propia orientación, los que la declaran abiertamente”.